Por Adrián De Benedictis – Especial para LA GACETA
Los vínculos suelen perdurar en el tiempo, más allá de la frecuencia en el acercamiento, y sobre todo en el diálogo. La relación que tuvieron Gimnasia y Esgrima La Plata y Diego Armando Maradona sigue sobrevolando por el “Bosque” de la ciudad, a pesar de la ausencia física de aquel.
El club está a punto de cumplir un nuevo año (5 de septiembre de 2019) desde que se unieron los dos, para dejar una marca impregnada en el fútbol argentino. El día que fue confirmado como director técnico del plantel significó un impacto enorme en la institución, que en pocas semanas registró más de 3.000 nuevos socios y una gran cantidad de camisetas vendidas.
El aura de Maradona sigue latente en una porción de los platenses. “Lo que produjo Diego acá fue increíble. Una revolución. Le dio más jerarquía al club, porque se empezó a hablar de Gimnasia en todo el mundo”, cuenta Martín, quien se acercó para estar presente en el enfrentamiento contra Atlético, en el cierre de la séptima fecha del torneo Clausura.
Gimnasia fue la última estación que lo tuvo a Maradona trabajando como entrenador, después de sus pasos por Emiratos Árabes Unidos y México. La simbiosis que hubo entre ellos fue inmediata. El plantel estaba muy comprometido con el promedio, y la impronta de Maradona logró encaminar el rumbo de un equipo que se encontraba a la deriva. Si bien la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) terminó suspendiendo los descensos ese año, Gimnasia levantó su nivel y aparecieron las victorias.
“Me acuerdo que enseguida el ánimo de la gente era otro, y también el de los jugadores. Ellos empezaron a mostrar otra actitud y parecían diferentes. Se respiraba otro clima”, agrega Martín, minutos antes de que Gimnasia salte al campo para recibir al “Decano”.
Los hinchas de Gimnasia percibieron ese 2019 que el barrio se había transformado en Nápoles, la ciudad que lo tiene a Maradona como ícono. El estadio “Juan Carmelo Zerillo”, inaugurado el 26 de abril de 1924, se había transformado en el destino de una peregrinación maradoniana.
“Era como si estuviera Dios sentado en el banco de suplentes”, explica Sergio, otro seguidor de Gimnasia que se hizo tiempo para ver al equipo un lunes por la tarde. “La verdad, yo no miraba el partido, lo miraba a él todo el tiempo. Cada gesto o cada palabra era para asombrarse”, agrega.
Maradona falleció un poco más de un año después de su asunción, todavía en funciones. El 25 de noviembre de 2020 fue el día exacto que dejó en silencio al pueblo gimnasista. El campeón del mundo está ausente corporalmente, pero el recuerdo está latente en la capital de la provincia de Buenos Aires.
El que tuvo un lugar de privilegio junto a Maradona fue Cristian Jorgensen, el preparador físico que fue elegido por la dirigencia de Gimnasia para coordinar toda la logística entre el cuerpo técnico y la Comisión Directiva. Jorgensen fue el hombre que tomaba de la mano a Maradona, para salir a cada uno de los campos de juego de nuestra tierra que visitó en su estadía platense.
“Todavía tengo su mano marcada”, reconoció Jorgensen ante la consulta de LA_GACETA. Él, que terminó siendo una persona de suma confianza de Maradona, rememora todo con emoción. “Acá encontró no solamente el cariño de la gente, que lo hacía parecer mucho a lo que sentía en Nápoles, sino también la paz y tranquilidad que necesitaba. Él me dijo: ‘Estancia (Chica) a mí me robó el corazón. Siento el olor del pasto, me siento en mi casa’. Son 53 hectáreas de campo puro. Acá encontró la tranquilidad que él necesitaba”, resalta.
Gimnasia y Maradona continúan sembrando memorias a pesar de que no estén juntos. El viernes próximo se volverán a unir por un rato, para darse la mano y que la relación sume una nueva semblanza.