Diez años de cursado; una pandemia en el medio; frustraciones; apoyos y una fuerza de voluntad sin freno. Así fue el camino de Bruno Rodríguez, quien se convirtió en el primer ingeniero ciego egresado de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) de Santa Fe. “Se hizo largo, pero después de tanto tiempo, lo logré”, dijo emocionado a la prensa apenas unas horas después de defender su proyecto final.

Bruno perdió la vista a los dos años por un retinoblastoma, un cáncer en las retinas. Sin embargo, nunca dejó de aprender: estudió braille; se formó en escuelas convencionales y adaptadas, y, más tarde, gracias a la tecnología y a un lector de pantalla, pudo avanzar en su carrera universitaria. “Me daba mucha curiosidad saber cómo se hacía un sistema. Cuando me enteré que las aplicaciones se programaban, me voló la cabeza”, contó sobre la chispa que lo llevó a elegir Ingeniería en Sistemas.

INSTANCIA FINAL. Bruno rindió este miércoles el trabajo final de la carrera y se graduó como ingeniero. / UTN SANTA FE

Varios desafíos en el camino

El camino no fue fácil. Cada materia representó un desafío, pero también una oportunidad de inclusión. Los docentes de la UTN se las ingeniaron para acompañarlo: desde figuras de madera en 3D para explicar dibujo técnico hasta softwares adaptados como el BruniFIER. “Nunca me encontré con un ‘no te podemos enseñar’. Siempre buscaron otra forma”, reconoció Bruno.

En 2020, la pandemia puso todo en pausa. “Nunca había usado videollamadas. Hubo días en los que cerraba la computadora y pensaba: ‘pucha, esto es demasiado’. Y más de una vez pensé en dejar”, recordó el ingeniero. Pero sus amigos lo convencieron de seguir. “Me dijeron: ‘sumate a Discord y te ayudamos desde ahí’. Gracias a ellos no abandoné”, confesó.

El sostén más grande vino de su familia. Su mamá, su hermano y sus tíos estuvieron siempre cerca. “Nunca me dijeron: ‘¿dónde te estás metiendo?’ por estudiar esta carrera. Al contrario, siempre fue: ‘dale para adelante’”, relató. Ese apoyo se replicó en sus compañeros, en el equipo de fútbol para ciegos Los Búhos y en la comunidad que celebró con él el día de su graduación.

EN FAMILIA. Perdió la vista de niño, pero nunca las ganas de aprender. / UTN SANTA FE

La accesibilidad fue clave

La propia universidad tuvo un rol importante para garantizar su inclusión. “Se planteó un trabajo fuerte con tutores para que pudiera adaptarse a la vida universitaria”, explicó Román Llorens, ingeniero a cargo del área de accesibilidad de la UTN. Profesores y técnicos diseñaron herramientas, encuentros y materiales a medida, que no sólo facilitaron el cursado, sino que también transformaron la forma de enseñar.

Bruno ya trabaja como desarrollador y sueña con especializarse en infraestructura, desarrollo en la nube y DevOps. Pero, antes, se permite festejar: “fueron diez años. Y cada uno me enseñó algo. Hoy lo miro para atrás y digo: valió la pena”. Su mensaje es simple y poderoso: “si alguien tiene ganas de hacer esta carrera o cualquier otra, que sepa que se puede. Siempre que haya ganas de aprender y predisposición del otro lado, se puede. Porque cuando eso pasa, las cosas suceden”.