El cierre de la 58ª edición del Abierto del Norte de Golf para Aficionados tuvo todo lo que un torneo histórico necesita: un campeón consagrado que volvió desde el silencio competitivo, un escolta que padeció un infortunio en el momento menos esperado y una definición femenina con la marca de la tradición familiar. La cancha de Alpa Sumaj, con su entorno natural y un clima que combinó sol y brisas suaves, fue escenario un certamen de muy buen nivel, que reunió a 272 jugadores provenientes de Buenos Aires, Córdoba, Jujuy, Salta, Santiago del Estero, Catamarca y Tucumán.
El nombre de Armando “Gato” Zarlenga está escrito desde hace varios años en la memoria del golf tucumano. Ganó por primera vez el Abierto de Aficionados a los 16 años, cuando todavía era una joven promesa que llegaba a romper récords de cancha. Después se hizo profesional, recorrió torneos regionales, nacionales e internacionales, hasta que hace casi ocho años decidió dar un paso al costado del circuito y dedicarse a su vida personal y laboral.
El domingo, sin embargo, el destino lo volvió a poner en el centro de la escena. Con 207 golpes, Zarlenga se quedó con la victoria y levantó un trofeo que lo emociona de manera especial.
“Estoy contentísimo. La verdad que este título significa mucho en lo personal, más que lo deportivo. Estoy emocionado, porque no esperaba ganar. Siempre es bienvenido un triunfo, pero este me llega en un momento de superación personal, después de cosas difíciles que me pasaron en la vida. Es un mimo para mí, que me considero un jugador retirado”, confesó conmovido.
La clave de su victoria, explicó, estuvo en la regularidad. “No tuve grandes pegadas, pero jugué muy parejo todo el certamen. Después del primer día sabía que iba a tener chances, porque pegué bien, jugué bien arriba del green y se me dio. Fui tiro a tiro, con concentración. Los nervios de volver a competir fueron algo maravilloso”, reveló.
El golfista de 35 años, que ahora se dedica a jugar con amigos y a disfrutar del golf sin exigencias, no estará presente en la edición de profesionales del Abierto del Norte, que comenzará mañana. “No voy a jugar. Tengo que trabajar. Ya fueron demasiados tres días seguidos de golf, ja ja. Voy a apoyar desde otro lugar”, aclaró con una sonrisa.
La victoria, como él mismo reconoció, fue un símbolo de vigencia: “Este torneo me demuestra que todavía puedo estar a la altura del nivel amateur tucumano”.
El error que cambió la historia
Hasta el hoyo 12, la definición del torneo parecía encaminarse a un duelo cerrado entre Zarlenga y Augusto Bruchmann (h), que buscaba inscribir su nombre por tercera vez en la lista de campeones. Sin embargo, en el hoyo 13 ocurrió un episodio que cambió todo. “Veníamos mano a mano con el ‘Gato’, jugando bien dentro de todo. Hasta el hoyo 12 íbamos igualados y en el hoyo 13 hubo un pequeño incidente, cosas que pueden pasar en el golf. Jugué una pelota equivocada”, relató Bruchmann, con una mezcla de resignación y fastidio.
El error fue mínimo pero decisivo: la pelota que golpeó pertenecía a Guillermo Jaureguiberry (h), compañero de línea. “Estábamos jugando la misma pelota, mismo número, pero distinta marca. Me di cuenta cuando llegamos al green. Lamentablemente a la pelota del ‘Pollo’ Jaureguiberry se le borró una marca y quedó igual a la mía. Son cosas que pasan, pero a partir de ese momento jugué con la cabeza en otra cosa. Y además el ‘Gato’ venía muy sólido. Me sacó cuatro golpes y ya no pude remontar más”, reconoció.
Ese infortunio marcó la diferencia en la tarjeta final: Zarlenga cerró con seis golpes de ventaja sobre su escolta, una brecha que no refleja lo ajustado que había sido el duelo hasta el incidente.
La fuerza de la tradición femenina
En la rama femenina, la historia también tuvo un toque especial. María Carmen Bruchmann, de 61 años, se quedó con la categoría principal tras firmar 237 golpes, siete menos que su sobrina Susana Nougués. “Estoy muy contenta con esta victoria. Hace siete años volví a competir y este es el segundo Abierto que gano en esta etapa. Tenía una rival muy difícil, que era mi sobrina, y por eso no esperaba quedarme con el título”, contó.
La suya es una vida atravesada por el golf. Empezó a jugar a los 13 y hasta los 23 fue una habitual de las canchas. Luego, durante tres décadas, se alejó para dedicarse a sus hijos y nietos. “Ahora disfruto más que nunca del golf. Es un deporte que lo llevo en la sangre. Ya son cuatro generaciones de Bruchmann jugando al golf”, subrayó con orgullo.
El apellido, sin dudas, sigue marcando presencia en los podios tucumanos.
Los otros campeones
El Abierto coronó también a otros jugadores en distintas categorías:
Caballeros hasta 9,0: Kevin Costilla.
Caballeros de 9,1 a 16: Fernando Schujman.
Caballeros de 16,1 a 22: Manuel Seibert.
Caballeros de 22,1 a 36: Miguel Cabrera.
Caballeros Seniors hasta 21: Roberto Contini.
Caballeros Seniors de 21,1 a 36: Andrés Abed.
Damas hasta 18: Lucía Leiro.
Damas de 18 a 36: Agustina Sánchez.
Damas Seniors +60: María del Carmen Luege.
Un torneo que no se detiene
El Abierto del Norte de Golf es mucho más que un torneo: es un punto de encuentro para la gran familia golfística del NOA y un espacio donde se cruzan generaciones. Con 58 ediciones, ha visto nacer talentos, consolidar trayectorias y también, como ocurrió este año, permitir regresos cargados de emoción.
Pero la acción no se detiene. A partir de mañana se pondrá en marcha la preclasificación del 58° Abierto del Norte de Golf para Profesionales, donde estarán en juego pasajes hacia la competencia mayor, una cita obligada para las figuras del golf argentino que buscarán suceder a los campeones históricos del certamen.
El triunfo del “Gato” Zarlenga quedará registrado en las estadísticas como un número más, pero para él y para quienes lo conocen, significa mucho más que eso. Es la prueba de que la pasión no entiende de calendarios ni de edades, que siempre hay espacio para volver a sentir los nervios de la competencia y que, incluso cuando la vida propone nuevos caminos, un deporte puede seguir siendo refugio, compañía y motor de superación.
En Alpa Sumaj, el “Gato” volvió a brillar. Y en el Abierto del Norte encontró la mejor manera de recordar que el golf no solo premia a quien hace menos golpes, sino también a quien logra convertir un regreso en una celebración compartida.