El fentanilo contaminado que causó la muerte de al menos 96 personas en nuestro país ha dejado al descubierto una dura realidad: fallaron los controles a un laboratorio que lo produce. El caso generó un enorme escándalo que derivó en detenciones, renuncias y una ríspida polémica política. Pero lo que no se debate es el peligro que puede generar que esa droga caiga en manos de los narcotraficantes.

El fentanilo es un opioide sintético 50 veces más potente que la heroína y 100 veces más fuerte que la morfina. Desde hace más de 40 años es utilizado como medicamento para aliviar dolor crónico o muy intenso. En los últimos 10 años, esta sustancia está siendo producida por los narcos. Se trata de una droga que se puede producir en grandes cantidades en pequeños laboratorios y que es fácil de transportar, ya que es inodora y puede ser disimulada hasta en una botella de agua.

Los especialistas sostienen que el consumo del fentanilo se está expandiendo en todo el mundo. Estados Unidos fue el primer país en el que se descubrieron los resultados de la también llamada “droga zombi”. En esa nación, en 2023, se reportaron la muerte de unas 72.276 muertes por sobredosis de esa sustancia. En Alemania, Países Bajos, Canadá y Suiza ya comenzaron a sonar las alarmas por el incremento de su consumo.

El panorama en nuestra región genera mucha preocupación. Bolivia y Paraguay, según los últimos reportes internacionales, aparecen como los lugares elegidos por los líderes de los cárteles mexicanos, que se dedican a la producción de esta droga, como bases de sus laboratorios. Justamente, la falta de controles y los grandes niveles de corrupción que se detectan, son sus grandes aliados.

En Argentina ya hay antecedentes del crecimiento de consumo y también de muertes por el fentanilo. A diferencia de otros países, en el nuestro no se comercializa la sustancia pura, sino que es utilizada para cortar las dosis de varias sustancias que preparan los narcos. Con este mecanismo consiguen aumentar la cantidad de estupefacientes para comercializar, potencian sus efectos e incrementan el nivel de dependencia de los consumidores.

Hace poco más de tres años, en un barrio del Gran Buenos Aires, al menos 23 personas murieron de sobredosis provocada por el fentanilo. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en nuestra provincia se encontraron indicios de que transas recurrían a esos métodos. Las autoridades ya desarticularon a por lo menos dos organizaciones que trafican esta droga.

Los especialistas sostienen que su expansión es inevitable. Tarde o temprano la “droga zombi” se terminará instalando en el país. Esa es la razón por la que se deberían tomar medidas urgentes. Una de ellas es incrementar los controles en los laboratorios que la producen. Los profesionales de la salud, tanto de hospitales públicos y privados, deberían recibir preparación para poder identificar y actuar cuando atienden un caso de sobredosis de este tipo. También es importante que cuenten con stock de naloxona (el único antídoto efectivo) para aplicar y, por supuesto, que haya un intercambio de información y campañas de difusión para disminuir los estragos que genera el fentanilo.