Indiscutiblemente, Stephen King es el autor que más veces vio que se lleven sus películas a la pantalla. Su exitosísima producción con obras de suspenso y terror sobrenatural o psicológico con elementos de la ciencia ficción, han derivado en incontables producciones en cine o en televisión, tantas las que lo reconocen como inspiración como aquellas que no lo mencionan pero lo hicieron.

Su debut en las librerías fue en 1974 con “Carrie”, y pasaron apenas dos años para que esa historia llegase a las salas en la película homónima dirigida por Brian de Palma (con secuelas y una remake en 2013 y un musical en Broadway).

Como ocurre en todo el mundo, en la Argentina tiene una legión de seguidores que hace que cada mudanza cinematográfica de alguna de sus novelas o cuentos sea seguida con interés. Este año ya tuvo presencia con “El mono”, de Osgood Perkins; y hoy se estrena “La vida de Chuck”, realización estadounidense inscripta en el género del drama fantástico, con guión escrito y dirigido por Mike Flanagan sobre un texto de 2020 de King que apareció en el libro “If It bleeds”.

Demora

En tiempos cronológicos, el filme demoró en llegar a las salas nacionales, ya que está a punto de cumplirse un año de su primera proyección en el Festival Internacional de Cine de Toronto, donde ganó el People’s Choice Award; y dos meses de su lanzamiento comercial en Estados Unidos.

La trama sigue tres momentos clave en la opaca vida de Charles “Chuck” Krantz, pero con el atractivo de que son abordados y narrados en orden inverso al normal de la existencia humana: el primero de los episodios (llamados “Actos”) es su muerte a los 39 años, que coincide con supuestos hechos que el personaje -un contador común y corriente- vincula con el fin del universo; seguido por un encuentro callejero con un músico que lo impulsa a bailar, un deseo reprimido por años; hasta su difícil infancia, cuando queda huérfano por la muerte accidental de sus padres y pasa al cuidado de sus abuelos en un entorno especial, con secretos y misterios.

La película está protagonizada por Tom Hiddleston, Chiwetel Ejiofor, Karen Gillan, Mia Sara, Carl Lumbly, Benjamin Pajak, Jacob Tremblay y Mark Hamill, con narración en off de Nick Offerman.

Flanagan está especializado en producciones de terror y ya dirigió “Absentia”, “Oculus” y “Ouija: el origen del mal” en el cine; mientras que en el streaming estuvo a cargo de “Misa de medianoche” y “La caída de la casa Usher” (ambas en Netflix), esta última sobre un relato de Edgar Alan Poe. Su involucramiento en el universo King tiene como antecedentes “El juego de Gerald” (de 2017) y “Doctor Sueño” (2019, secuela de “El resplandor” que no convenció masivamente al público). Ahora busca darle un nuevo enfoque a sus realizaciones.

La respuesta de la crítica especializada ha sido favorable, con elogios a una búsqueda de romper con aspectos convencionales para explorar la relación entre la vida y la muerte con elementos emotivos con personajes complejos dentro de un elenco coral que permite reflexionar sobre la condición humana. Lejos que bucear en el terror de King, lo hace en el desafío existencialista de saberse finito, con la conciencia de que todo tiene un final y de que lo relevante es determinar cómo se llegará a él.

Para consagrar esa idea es crucial la labor de Hiddleston, alejado en esta ocasión de su Loki del Universo Cinematográfico de Marvel y con la posibilidad de mostrar en plenitud sus dotes interpretativas. Sobre sus espaldas lleva la carga emotiva del filme y su mensaje esperanzador en torno al sentido de los vínculos y los afectos, los legados y los recuerdos.

“La razón de que el terror de King funciona tan bien es que lo yuxtapone con la luz, el amor y la empatía”, reflexiona Flanagan sobre el escritor. Y su producción así busca acreditarlo.