El sábado, en un duelo de la intermedia del rugby marplatense, la tensión y el miedo se adueñaron de la cancha de San Ignacio. A los 16 minutos del primer tiempo, Lucas Cedarry, jugador de Sporting y oriundo de Villa Gesell, encaró una jugada con potencia, recibió un golpe en el pecho y cayó al suelo. Comenzó a convulsionar y, segundos después, dejó de respirar.

En ese instante, Ezequiel Echeveste, pilar de San Ignacio y guardavidas con formación en primeros auxilios, dejó de lado el rol de rival y asumió el de rescatista. Corrió hasta Cedarry, le sostuvo la cabeza y lo giró para evitar que se ahogara. Cuando el médico de la cancha confirmó que no tenía pulso ni respiraba, Echeveste inició maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) sin dudarlo.

Mientras tanto, otros jugadores fueron a buscar el desfibrilador (DEA) que había en el club. Integrantes de la Fundación Desfibrilar colocaron los parches y el médico sumó una vía respiratoria. La respuesta fue inmediata: antes de que el DEA descargara, Cedarry dio una bocanada de aire. “En ese momento me volvió el alma al cuerpo”, contó Echeveste.

La ambulancia demoró alrededor de 25 minutos en llegar, y el resto del tiempo se vivió en máxima tensión. El partido de Intermedia se suspendió, al igual que el de Primera que debía jugarse después. Cedarry fue trasladado a una clínica, donde pasó 48 horas en observación. Los estudios descartaron secuelas y, este lunes, recibió el alta médica.

RECUPERADO. Tras estar en observación, Lucas Cedarry recibió el alta

Horas después, Echeveste reconoció que recién tomó dimensión de lo ocurrido al volver a su casa: “Ojalá esto sirva para que más gente se capacite. Saber actuar rápido puede salvar una vida”. El lunes, en las instalaciones de Canal 10 de Mar del Plata, ambos se reencontraron. Esta vez, sin camisetas de por medio, el abrazo fue más importante que cualquier resultado.