La Generación Z, que comprende a los nacidos entre fines de los 90 y principios de los 2000, está redefiniendo sus prioridades laborales. Un estudio de ManpowerGroup revela que 7 de cada 10 priorizan la estabilidad y los horarios fijos frente a la flexibilidad que, hasta hace poco, se presentaba como sinónimo de libertad.

La coyuntura global atravesada por la crisis económica y las secuelas de la pandemia moldearon a una generación que asocia previsibilidad con bienestar. En un mercado que se promociona como “dinámico” y “flexible”, los trabajadores jóvenes buscan certezas más que aventuras profesionales.

Aun así, la inquietud no desaparece. Casi la mitad de estos jóvenes planea cambiar de empleo en los próximos seis meses, aunque no confía del todo en hallar un puesto que cumpla sus expectativas.

El salario y la rutina ganan terreno

Para la Generación Z, el salario dejó de ser solo un número: es el ancla que permite proyectar una vida estable. Con un costo de vida en alza, el ingreso mensual se convierte en la base de cualquier plan a futuro. Más de la mitad vive “al día” y no puede arriesgarse a trabajos sin previsibilidad.

El horario fijo también suma puntos. Lejos de verlo como una cárcel, se percibe como un orden que ayuda a equilibrar tiempo de trabajo y de ocio. Esa estructura reduce la ansiedad que provoca la incertidumbre de no saber cuándo se terminará el mes o si el contrato se renovará.

Estrés laboral y liderazgo que no conecta

La encuesta de ManpowerGroup expone un dato que preocupa: el 52% de jóvenes asegura que vive estrés laboral diario, muy por encima del 33% que registra la generación de los Baby Boomers. El nivel de exigencia y la presión por rendir de forma constante alimentan un desgaste temprano.

A esto se suma una crítica directa a las empresas: el 43 % siente que sus líderes no ofrecen acompañamiento emocional suficiente. No se trata sólo de sueldo o de estabilidad, sino de generar un entorno seguro y empático que reconozca la salud mental como parte del bienestar laboral.

Expectativas claras para empleadores del futuro

La Generación Z no descarta la flexibilidad, pero la quiere acompañada de desarrollo profesional real. El estudio señala que el 78% valora la tecnología alineada con sus valores, el 75% exige programas de bienestar laboral, el 74% busca transparencia en las oportunidades de crecimiento y el mismo porcentaje espera una compensación justa.

Este perfil obliga a las empresas a repensar su propuesta. Ya no alcanza con un “ambiente joven” o con home office. El contrato emocional con esta generación se construye con visión a mediano plazo, beneficios claros y un compromiso auténtico con su desarrollo.

La paradoja de una generación que anhela certidumbre

La imagen del trabajador nómade, que viaja con su laptop y elige desde dónde trabajar sedujo a los millennials, pero no termina de encajar en la Generación Z. Ellos ven la estabilidad como un valor revolucionario frente a un mundo cambiante.

La paradoja es que, aunque la mayoría quiere un empleo estable, muchos dudan de que podrán conseguirlo. Esa tensión, entre deseo y realidad, marca su relación con el trabajo y moldea una generación que no teme negociar sus condiciones para obtener la seguridad que busca.