Daniel Divinsky trabajó, junto con su esposa, durante más de medio siglo en su editorial, Ediciones de la Flor. En su catálogo tuvo a autores como Quino, Roberto Fontanarrosa, Umberto Eco, Rodolfo Walsh, Griselda Gambaro o Nik. Su olfato, su tenacidad, la respuesta de los lectores y la fidelidad de los autores le permitieron ocupar, con una editorial mediana, un espacio que resistió los avances de los grandes grupos editoriales.
- Usted es uno de los editores que más conoce la Feria del Libro. ¿Qué tiene de particular la edición 2010 de la muestra?
- La afirmación inicial es una buena metáfora para decir que soy un editor viejo. Pero la verdad es que estuvimos, mi mujer y yo, en todas las ferias del Libro que se hicieron, salvo en aquellas que tuvieron lugar en años en que estuvimos presos o en el exilio. También estuvimos en las “preferias” que se hacían en la calle, cerca de San Juan y Boedo, en Buenos Aires. La Feria es una experiencia muy particular en tanto es la única oportunidad en que los lectores, aquello que groseramente llaman mercado, tienen cara. Se ponen en contacto con los libros, vemos qué reacciones tienen. Es una forma de semblantearlos como no tenemos durante el resto del año. Y también es una oportunidad única porque, en general, las librerías no tienen todos los libros que las editoriales tenemos. Pero en los stands de las editoriales tenemos la superficie necesaria para ponerlos cara a cara con el lector.
- El libro póstumo de Roberto Fontanarrosa es uno de los libros más esperados de este año. ¿Qué nos puede contar de él?
- Quienes más lo esperamos somos los integrantes de Ediciones de la Flor. La salida del libro Negar todo y otros cuentos se ha demorado por un conflicto planteado en la sucesión entre su viuda y su hijo, que es de un matrimonio anterior. El Negro me mandó el borrador poco antes de morir. Son 24 cuentos, de los cuales alcanzó a revisar cuatro o cinco. La edición quedó en manos mías y también en las de Daniel Samper Pizano, humorista, biógrafo de Les Luthiers, gran amigo de Fontanarrosa y alguien que conoce muy bien su estilo y pudo corregir los errores de sintaxis a los que el Negro era tan propenso.
-Mafalda pronto cumplirá medio siglo. ¿Qué queda de esa niña que usted ayudó a crecer?
-Hay varios nacimientos. En 1962, como parte de una campaña de publicidad fallida. En septiembre de 1964, que es el cumpleaños que celebraba Quino, con la publicación de la historieta en Primera Plana. En 1966 saltó a los libros. Desde hace 40 años la editamos nosotros. La primera edición fue de 200.000 ejemplares. La historia argentina, y sobre todo la de su clase media, puede leerse a través de la historieta. ¿De dónde salía todo? Buena parte, de la libreta que Quino llevaba a todas partes, anotando lo que oía por la calle.
- Una de las primeras actividades de la Feria fue un seminario en el que se analizó el impacto del iPad y los nuevos soportes tecnológicos en el mundo editorial. ¿Cuál es su opinión al respecto?
- Respondería lo mismo que le escuché decir a Francois Truffaut en un festival de cine en Biarritz, al que fui como corresponsal de El diario de Caracas. Le preguntaron qué pensaba del video y su relación con el futuro del cine. Y contestó: “Es una técnica que está todavía en desarrollo, costosa, que tardará en desarrollarse unos diez años. Y creo que en diez años, felizmente, ya habré dejado de filmar”.
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PERFIL
Daniel Divinsky nació en 1942. Ingresó al mundo editorial en 1966 junto con Oscar Finkelberg y Jorge Álvarez. Su primer libro publicado fue una antología de relatos de Cortázar, Walsh y David Viñas. Publicó a Mafalda durante medio siglo, como también buena parte de la obra de Roberto Fontanarrosa y a títulos de autores como John Berger, Vinicius de Moraes, Fogwill, Martín Caparrós, Liniers, Rep, Caloi y Maitena. Entre otras distinciones, recibió un Konex, el Premio Clarín a la trayectoria, y el Orfila Reynal en la Feria de Guadalajara. Murió el 1 de agosto pasado en Buenos Aires.