La caída de la actividad se evidencia en la calle. Los comerciantes salen de sus locales y se miran entre ellos. Las cifras son alarmantes. No hay ventas; se vende casi al costo; el financiamiento de las tarjetas no es de largo aliento; las tasas de interés no contribuye a adquirir productos en cuotas. Los alquileres vuelan y los costos fijos son cada vez más elevados. Eso se completa con la presión impositiva que, según el presidente de la Cámara de Comercio de Yerba Buena, Esteban Lamontanaro, el Estado (en sus tres niveles) se lleva cerca del 50% de las ganancias a través de tributos.

En una entrevista concedida a LA GACETA Central, el matutino de LG Play, el referente empresarial exteriorizó la preocupación general de los comerciantes por la fuerte caída de las ventas en todos los rubros que promedia el 30% de baja, según sus cálculos. Más inquietante es el dato que maneja la cámara respecto del impacto del freno de la actividad en los negocios: de los 360 socios con que cuenta, una docena quedaron en el camino en el último mes, porque tuvieron que bajar las persianas, ya que los números no le cierran. “Y hablo de comercios con 15 a 20 años de antigüedad, tradicionales en la zona”, completó. “Esto no se veía antes. Muchos comercios tuvieron que cerrar porque no pueden pagar los alquileres, porque, si bien hay intención de compra, la gente no tiene el poder adquisitivo necesario para concretarla. Todos priorizan el consumo alimenticio, las necesidades básicas; hoy vivir dignamente es caro”, remarcó Lamontanaro. Esto, a su criterio, se comprueba cuando se intentan hacer operaciones y el margen de las tarjetas de crédito es insuficiente o no califican para un préstamo personal de consumo.

Frente a ese escenario, el presidente de la Cámara de Comercio de Yerba Buena sostuvo que, en la actualidad, sostener la estructura comercial es complicada, ya que las ventas no ayudan a cerrar la ecuación. “Hay asociados que están tratando de sostenerlas vendiendo al costo y se preguntan cuánto aguantarán con esta estrategia. Los números no dan. Bajamos los precios; en otros casos se reduce el personal, pero hoy estamos viendo que algunos bajan las persianas directamente”, detalló.

A su criterio, entre los pequeños y medianos empresarios había cierta cuota de esperanza acerca de que la situación económica del país iría mejorando paulatinamente, pero hasta ahora eso no se observa en la economía real. “Esa sensación de esperanza se alimentó con el cambio de gobierno, pero hoy la sensación es de angustia”, acotó.

Un problema adicional para los comerciantes es la cuestión impositiva. El lunes pasado, en una entrevista concedida a LA GACETA, el ministro de Economía Daniel Abad, afirmó que el Estado provincial no le pone la soga al cuello al sector privado. Sin embargo, Lamontanaro señaló que a los comercios los afecta tremendamente la doble y hasta triple imposición del impuesto sobre los Ingresos Brutos. “Nos deja fuera de competencia con otras provincias. En mi caso, que vendo vehículos, en los distritos limítrofes que tienen menos carga impositiva, la diferencia en una operación puede ser de dos a cuatro puntos porcentuales y eso hace al valor final del producto”, reveló. Así, continuó, el cliente termina eligiendo otros negocios fuera de la provincia porque les resulta menos costoso.

Lamontanaro insistió en que, estimativamente, el Estado (nacional, provincial y municipal) se lleva la mitad de las ganancias en impuestos. “No hay gestos de acompañamiento, porque lo primero que te contestan es que se desfinancia la provincia o el municipio, pero también tendría que haber gestos con aquellos que tributan”, sugirió.

La presión del Estado es tal que, según el empresario, “si te atrasas en un impuesto, al mes siguiente te intiman vía e-mail o te embargan las cuentas. Con la situación como está deberían aguantar un poco más y evitar tanta presión”, finalizó.