En Santiago del Estero, San Martín dio el primer paso de una nueva etapa. Con Mariano Campodónico como flamante DT, el equipo se plantó de igual a igual frente a River, en un duelo que significó para el plantel más que un cruce por Copa Argentina. Era, también, una prueba táctica. Un experimento de personalidad. Y una medida real del camino que puede trazar el nuevo ciclo.
Campodónico apostó por un clásico 4-3-3, sin inventos. La mayor novedad estuvo en el ataque, con Gabriel Hachen tirado por izquierda, Aarón Spetale como “9” y Franco García por derecha. En el mediocampo no hubo sobresaltos: Matías García se mantuvo como eje, acompañado por Nicolás Castro y Jesús Soraire en los costados. En defensa, la dupla central quedó en manos del inoxidable Guillermo Rodríguez y de Mauro Osores, mientras que los laterales fueron Hernán Zuliani por izquierda y Federico Murillo por derecha. En el arco, como siempre, Darío Sand.
La estrategia no fue conservadora. San Martín salió a jugar. Mostró orden, intensidad y una idea clara, aunque le costó generar peligro real. La defensa central fue uno de los puntos altos: Rodríguez volvió a demostrar que, a pesar del desgaste, sigue siendo un patrón en el fondo. No obstante, no todos los sectores estuvieron a la altura. La banda izquierda de la defensa, con Zuliani, volvió a dejar dudas. Como en el partido anterior ante Gimnasia y Tiro, mostró demoras en la toma de decisiones y cierta inseguridad en el retroceso.
El primer gol de River, a los 33 minutos del primer tiempo, nació justamente de un error colectivo más que individual. En un tiro de esquina a favor del “Millonario”, la pelota fue jugada hacia atrás y el “Santo” decidió replegarse en bloque sin presionar al mediocampo rival. Esa falta de presión permitió una circulación cómoda de balón, y la jugada terminó con Gonzalo Montiel encontrando el gol casi sin oposición. A partir de allí, San Martín perdió el eje. Rodríguez, que venía siendo sólido, se desordenó. La jerarquía de River empezó a notarse.
Ya en el complemento, Campodónico tomó decisiones que marcan diferencias claras con su antecesor, Ariel Martos. A los 17 minutos realizó un doble cambio: Juan Cruz Esquivel ingresó por Hachen y Martín Pino por Spetale. La idea era evidente: oxigenar el ataque para mantener el plan ofensivo. A diferencia de Martos, que acostumbraba mover el banco muy tarde, Campodónico mostró mayor proactividad.
A los 26, Galoppo estiró la ventaja para River y, un minuto después, Campodónico volvió a cambiar: salió Nicolás Castro, ingresó Juan Cuevas, buscando más frescura en el mediocampo. Pero el equipo no lograba soltarse ni marcar con claridad. Entonces, en un giro más pragmático, el DT reemplazó a Franco García por Nahuel Cainelli, en un intento por reforzar la contención.
River selló el resultado a los 38, otra vez con Montiel. El 3-0 no refleja del todo el desarrollo, pero sí expone lo que San Martín aún debe pulir: las decisiones defensivas bajo presión, la presión alta en momentos claves y, sobre todo, la definición.
San Martín no fue un equipo liviano. Jugó. Compitió. Mostró actitud. Pero River, con su jerarquía, enseñó que no alcanza con estar bien parado: también hay que ser preciso. En ese margen, en esos detalles, se explica la diferencia. El nuevo ciclo arrancó con una derrota, sí. Pero también con señales de cambio. Y en este torneo largo que es la reconstrucción, eso vale.