Las altas temperaturas del verano en Alhaurín de la Torre, en la provincia de Málaga, encuentran una respuesta tan creativa como inesperada: coloridos techos de crochet que cubren las calles del centro urbano, elaborados a mano por un grupo de mujeres locales.

Las tejedoras, de entre 47 y 86 años, forman parte de un taller municipal que dirige Eva Pacheco, profesora y empleada del aeropuerto. Lo que nació como una pequeña iniciativa para mejorar la sombra en las zonas peatonales, se convirtió en una red solidaria que transformó el paisaje urbano y el ánimo del pueblo.

“Lo hacemos gratis para nuestra tierra. Lo que deberían valorar no es solo el material, sino el tiempo y el cariño que hay en cada pieza”, explica Eva.

De la necesidad al arte comunitario

El proyecto nació en 2019, cuando vecinos del municipio plantearon que los antiguos toldos de plástico aumentaban el calor en vez de mitigarlo. El Área de Medio Ambiente del Ayuntamiento propuso entonces una alternativa sostenible: toldos de crochet con materiales reciclados.

Eva empezó el taller con siete mujeres. Hoy son más de cuarenta. Entre ellas se llaman “las ganchilleras de Alhaurín” y no solo tejen hilos: también tejen vínculos, autoestima y comunidad.

“Más que enseñarles yo a ellas, ellas me enseñan a mí”, cuenta la profesora entre risas.

Crochet que une generaciones y embellece el pueblo

Los techos de crochet atraen turistas, fotógrafos y visitantes de todo el mundo. Cada diseño es único, planificado durante meses y elaborado con cuidado artesanal. Además de embellecer y dar sombra, las piezas han homenajeado a colectivos locales, como el club de baloncesto Unicaja.

Durante la pandemia, el grupo mantuvo el contacto y siguió trabajando desde casa. Hoy, el taller funciona en el Centro de Mayores del pueblo y se ha convertido en un espacio vital para muchas mujeres mayores, viudas o solas, que encuentran en el crochet una fuente de compañía y motivación.

Reconocimiento local e internacional

El respaldo del Ayuntamiento ha sido clave: las clases y actividades son gratuitas, algo que facilita la participación de todas. El propio alcalde, Joaquín Vilanova, destacó el impacto positivo del proyecto, que además se ha convertido en un atractivo turístico para la región.

Desde países como Finlandia han pedido réplicas de los techos, aunque el trabajo que requieren los vuelve casi inaccesibles económicamente: una sola manta puede costar más de 300 euros.

Cuando tejer es un acto de amor

Una de las historias más emotivas del grupo es la de Pepa, una integrante que tejió 14 piezas en nueve meses, incluso durante hospitalizaciones. Para ella, como para muchas otras, el crochet fue una forma de resistir, sanar y vivir con alegría.

Las tejedoras de Alhaurín no solo han creado sombra. Han tejido una identidad colectiva con aguja e hilo, orgullo local que ya forma parte del alma del pueblo.