La muerte de Alejandra “Locomotora” Oliveras conmocionó al deporte argentino. Falleció a los 47 años luego de haber permanecido internada dos semanas por un accidente cerebrovascular (ACV) isquémico, una de las principales causas de muerte y discapacidad en el mundo.

El ACV isquémico ocurre cuando el flujo de sangre hacia una parte del cerebro se interrumpe o se reduce significativamente, lo que priva al tejido cerebral de oxígeno y nutrientes. En cuestión de minutos, las células cerebrales comienzan a morirse, generando consecuencias que pueden ser graves e irreversibles si no se actúa de inmediato.

A diferencia del ACV hemorrágico -que se produce por la ruptura de un vaso sanguíneo en el cerebro- el isquémico es causado por una obstrucción, ya sea por un coágulo o por la acumulación de placas en las arterias (aterosclerosis). Representa alrededor del 85% de los casos de ACV y, si bien puede afectar a personas de cualquier edad, el riesgo aumenta con factores como la hipertensión, el colesterol alto, el tabaquismo, la diabetes y antecedentes familiares.

En el caso de Oliveras, el episodio ocurrió el 14 de julio, el mismo día en que asumía una función pública en la reforma constitucional de Santa Fe. La ex boxeadora fue internada de urgencia en el hospital José María Cullen, donde permaneció en terapia intensiva durante varias semanas, hasta que su cuerpo no resistió más.

Los síntomas más comunes de un ACV isquémico suelen incluir debilidad o parálisis en el rostro, brazo o pierna -especialmente de un solo lado del cuerpo-, dificultad para hablar o entender, pérdida repentina de la visión y dolor de cabeza intenso. Mareos, pérdida del equilibrio o coordinación, dolor de cabeza intenso y repentino sin causa aparente y dificultad para concentrarse también suelen aparecer antes del ACV isquémico.

El tiempo es crucial: cuanto más rápido se recibe atención médica, mayores son las probabilidades de recuperación.

En muchos casos, si se detecta a tiempo, se puede administrar un tratamiento con trombolíticos, medicamentos que ayudan a disolver el coágulo. También existen intervenciones quirúrgicas y terapias de rehabilitación para minimizar las secuelas neurológicas.

El fallecimiento de Oliveras pone nuevamente en primer plano la importancia de la prevención y el conocimiento de esta enfermedad silenciosa. Mantener hábitos saludables, controlar la presión arterial y realizar chequeos médicos periódicos son acciones fundamentales para reducir el riesgo.

Así como en el ring dio todo hasta el final, “Locomotora” luchó contra un enemigo invisible.