En medio de la caída del empleo formal y la pérdida del poder adquisitivo, cada vez más personas se refugian en el trabajo en aplicaciones. Pero ¿qué hay detrás del crecimiento de esta modalidad? Un informe reciente de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam) advierte sobre la precariedad estructural que ocultan las plataformas digitales y el falso halo de autonomía que ofrecen a sus trabajadores, a quienes etiquetan como “colaboradores”.

Según el estudio del Centro de Estudios sobre Trabajo y Desarrollo (CETyD), la economía de plataformas se posiciona como una de las principales formas de ocupación ante la retracción del empleo tradicional. Reparto, transporte, venta online y servicios digitales son las áreas que más crecieron en dotación de trabajadores. Sin embargo, esta expansión no es sinónimo de mejora laboral: el trabajo en apps no alcanza a contener toda la demanda de empleo, y lejos de resolver la crisis, la profundiza.

¿Colaboradores o trabajadores precarizados?

El informe advierte que el supuesto crecimiento del empleo que reflejan las estadísticas oficiales no se explica únicamente por las plataformas digitales. De hecho, el empleo registrado privado se encuentra estancado desde mediados de 2024, y la desocupación alcanzó el 7,9% en el primer trimestre de 2025, el nivel más alto desde 2021.

En este contexto, el aumento del trabajo independiente informal y asalariado no registrado está vinculado directamente a las apps, que clasifican a sus trabajadores como “colaboradores”, una categoría ambigua que en muchos casos oculta relaciones laborales tradicionales sin derechos ni garantías.

“La economía de plataformas amortigua transitoriamente la desocupación pero consolida y expande la precariedad”, señala la Unsam.

Las cifras del espejismo

Entre los sectores con mayor crecimiento en el último año están el comercio, la gastronomía y el transporte, áreas directamente impactadas por el modelo de negocio de las plataformas. En hoteles y restaurantes, así como en transporte urbano, más de 90.000 personas se desempeñan como trabajadores independientes, y otros 110.000 lo hacen como asalariados informales, según estima la Unsam.

Además, en el sector comercial se calcula que más de 160.000 trabajadores podrían estar vinculados al fenómeno del “mantero digital”, es decir, la venta de productos a través de redes sociales y plataformas, fuera del circuito formal.

Pluriempleo y caída de ingresos

La búsqueda de ingresos adicionales es una constante en un escenario donde los salarios reales están 15% por debajo de los niveles de 2017, a pesar de una tenue recuperación tras la devaluación de fines de 2023. En paralelo, el pluriempleo creció del 8% al 12% entre 2013 y 2024, y muchas de esas segundas ocupaciones se vinculan con la economía de plataformas.

Monotributo, colaboradores y Ley Bases

La figura del “colaborador”, muchas veces asociada al monotributo, gana protagonismo en estos esquemas. Desde la Unsam advierten que la Ley Bases podría incentivar aún más la contratación a través de este régimen, promoviendo la terciarización y el vínculo informal bajo la apariencia de independencia.

El problema, apuntan los investigadores, es que no existen estadísticas claras que identifiquen con precisión al trabajador de plataformas. Ni las encuestas laborales, ni los registros previsionales, ni siquiera el sistema de monotributo permiten dimensionar la magnitud del fenómeno.

Un modelo con límites

El espejismo de la economía de plataformas como solución al desempleo tiene un límite claro: no puede absorber toda la demanda laboral. Y peor aún, instala nuevas formas de precarización, sin cobertura social, sin estabilidad y con ingresos bajos y volátiles.

Mientras tanto, las plataformas crecen y diversifican sus servicios. Pero lo hacen sobre una base frágil: una fuerza laboral atomizada, sin representación sindical y sin derechos laborales plenos. En un mercado que se achica y una economía que no logra generar empleo formal, el trabajo en apps aparece como una salida rápida pero peligrosa.