Las historias épicas todavía existen. No necesitan dragones ni hechizos. Esta no es una leyenda con minotauros ni krakenes: es una postal real. Atlético venció a Boca y se metió entre los 16 mejores de la Copa Argentina. Y lo hizo a su manera, sin milagros ni fogonazos aislados. El “Decano” impuso su ritmo: pausado, paciente, casi imperceptible para el ojo desprevenido, pero efectivo. Porque en noches así no importan los lujos ni las asociaciones brillantes. Importa el pulso, la entrega y saber cuándo atacar. Clever Ferreira y Mateo Bajamich lo entendieron a la perfección: dos patriadas, dos goles, y un grito interminable en el “Madre de Ciudades”. En ese tridente de héroes hay que sumar las manos de Matías Mansilla. O mejor dicho: “Súper Mansilla”. Este relato, de este modo, podría dividirse en cinco escenas. Y todas, sin excepción, están teñidas de celeste y blanco.
Minuto 43: El partido era tosco, atípico, sin emociones claras. Hasta ese momento, Boca había generado apenas una ocasión: un remate cruzado de Alan Velasco que pasó cerca del palo derecho de Mansilla. Nada para alarmar al “Decano”, que ejecutaba casi a la perfección el plan para contener al ataque “xeneize”. Pero los descuidos existen, y Miguel Merentiel aprovechó el primero. Sacó un potente disparo que obligó a una gran reacción del arquero santiagueño, que dio rebote. La escena, en cámara lenta, habría expuesto los gestos de preocupación en el banco tucumano: la pelota le quedaba servida a Edinson Cavani.
“Matador”, pese a su sequía de cuatro meses, sigue siendo uno de los delanteros más temidos del fútbol argentino. Y la chance era clarísima. Mansilla, en el piso esperaba lo peor. Pero el uruguayo, quizás traicionado por la ansiedad o la presión, remató débil y al cuerpo del arquero, que se rehizo de inmediato para contener. Primera atajada, primer aviso de que esa noche no sería una más.
Minuto 46: Boca volvía a encontrar profundidad. Esta vez, Cavani tuvo su revancha: mano a mano con Mansilla y podía abrir el marcador. Sin pensarlo, sacó un latigazo potente. Pero el duelo lo ganó, otra vez, el “1” de Atlético. Como si el tiempo retrocediera, Mansilla volvió a aguarle la fiesta a la parcialidad azul y oro, como ya lo había hecho con Estudiantes en aquella noche de 2024.
El arquero se había ganado el derecho a usar capa y antifaz. En Santiago, fue el superhéroe que todo equipo necesita para ganar partidos así.
Minuto 65: Córner para Atlético. En partidos cerrados, la pelota parada vale oro, y el equipo de Lucas Pusineri lo sabía y Clever Ferreira mucho más. “Loco” Díaz empujó, pero no pudo cabecear tras la ejecución del tiro de esquina. La pelota quedó boyando y terminó en los pies de Ferreira. El paraguayo sacó un remate potente para abrir el marcador a favor de Atlético.
Minuto 75: Boca, herido, salió a buscar el empate con más empuje que ideas. El “Decano” retrocedió unos metros, esperó agazapado para sacar a relucir su mejor arma: el contragolpe. Y, como toda buena historia de batallas, el “Decano” tuvo su oportunidad. Mateo Bajamich comandó una contra desde mitad de cancha, abrió juego con Díaz, que sacó un remate a quemarropa, atajado por Agustín Marchesín. El rebote, sin embargo, cayó en los pies de Bajamich que, con una pequeña volea, puso el 2-0 para hacer delirar a los “Decanos”.
Ese tanto no sólo liquidaba el partido: consagraba una idea, un plan ejecutado con precisión y carácter. Y, sobre todo, certificaba la fiesta tucumana en Santiago del Estero.
Minuto 90+8: Boca descontó gracias a un gol de Cavani. El “Matador” cortó la sequía goleadora, pero no alcanzó para buscar el empate. Atlético había logrado encapsularlo durante más de 90 minutos. La hinchada “decana” escuchó el pitido final de Hernán Mastrángelo, y llegó el momento esperado. El juez señaló el círculo central y sentenció la historia: Atlético está entre los mejores 16 de la Copa Argentina.