En plena era de la tecnología y la hiperconectividad, miles de personas en España están volviendo a lo esencial: aprender a sobrevivir. El auge de las escuelas de supervivencia responde a una inquietud creciente ante crisis energéticas, climáticas o sociales. En palabras de uno de los participantes en una nota de 20minutos.es: “Un apagón te deja sin luz, sin agua y puede acabar en violencia. Mejor estar preparado”.
¿Qué se enseña en las escuelas de supervivencia?
Los cursos, como los que ofrece la Escuela Española de Supervivencia (EES), no son un simple pasatiempo de aventureros. Se trata de formaciones prácticas y accesibles, orientadas a personas de todas las edades, donde se aprende:
Potabilización de agua con métodos caseros
Encendido y mantenimiento del fuego
Elaboración de carbón vegetal
Uso de la ceniza
Técnicas de refugio y orientación
Defensa personal y autocontrol en situaciones límite
Primeros auxilios y psicología en emergencias
Todo, desde una perspectiva inclusiva y civil, alejada del militarismo o el extremismo que algunos asocian con el movimiento “preparacionista”.
“No somos frikis, somos previsores”
Ramón Gómez, de 70 años, lo resume así: “Hay quien cree que es frikismo, pero no lo es. Igual que haces un chequeo al coche antes de viajar, deberías tener un botiquín en casa o algo de gas por si se va la luz”. Veterano en cooperación internacional, Gómez se unió a estos cursos tras su jubilación y asegura haber aprendido “más que en muchos años de trabajo de campo”.
Familias enteras buscan aprender a sobrevivir
Lejos de estereotipos hollywoodienses, hoy acuden familias enteras, con niños, abuelos y curiosos de todo tipo. Ignacio Ortega, director de la EES, confirma que los cursos están completos todos los fines de semana. “Antes venían cuatro apasionados. Hoy vienen suegras, sobrinos y hasta el gato del vecino”, bromea. El éxito ha sido tal que ya imparten talleres de supervivencia urbana, adaptados a posibles crisis en entornos citadinos.
¿Por qué ha crecido tanto el interés?
Factores como la guerra en Ucrania, las crisis energéticas, o incluso fenómenos como la tormenta Filomena, han empujado a muchos a cuestionarse su dependencia del sistema. Ortega lo resume: “Somos absolutamente dependientes. Y la prueba fue el apagón”.
Juan Manzuco, profesor de lengua en Granada, descubrió la supervivencia como curiosidad académica, pero hoy la considera una competencia básica, como los primeros auxilios. “Aprender a sobrevivir es aprender a pensar, a controlar el miedo, a no entrar en pánico”, señala.
Un aprendizaje que va más allá de lo práctico
Los cursos también fomentan la cooperación, la humildad y el pensamiento crítico. Como dice Gómez: “El ser humano no sobrevive solo. Necesitamos cooperar. Estos cursos me han enseñado a vivir mejor, con más conciencia y conexión con los demás”.
Incluso habilidades simples, como filtrar agua con una botella y el sol, podrían marcar la diferencia en situaciones reales. Ortega recuerda un caso: “Tres turistas en Costa Rica bebieron agua contaminada. Si hubieran tenido diez segundos conmigo, les habría enseñado a sobrevivir”.
Supervivencia: del cliché a la conciencia
Lejos de los bunkers americanos, los fusiles y los clichés de Hollywood, los nuevos “preparacionistas españoles” apuestan por el conocimiento, la prevención y la autonomía. Y frente a un mundo cada vez más incierto, su lema suena más sensato que alarmista:
“No se trata de tener miedo. Se trata de estar preparados”.