En los últimos años, el sorgo ha recuperado protagonismo en los planteos productivos gracias a su resiliencia frente al estrés hídrico, a su adaptabilidad a diversos ambientes y a una mejor ecuación económica frente a cultivos más exigentes.

Además, la llegada de nuevas tecnologías, como híbridos de alto rendimiento, tolerancia a herbicidas específicos y soluciones integradas para el manejo de plagas, ha elevado significativamente su techo productivo. Esto abre una oportunidad concreta para que productores y asesores rediseñen sus estrategias agronómicas y capitalicen el potencial de este cereal.

A pesar de las mejoras genéticas y tecnológicas disponibles en el mercado, las brechas de rendimiento en sorgo siguen siendo amplias. Según datos de ensayos regionales, la diferencia entre el rendimiento potencial y el logrado a campo puede superar los 4.000 kilos por hectárea (kg/ha). Este desfasaje responde, en gran parte, a decisiones de manejo que se toman por inercia o por falta de información actualizada.

La capacidad de rendimiento del sorgo es alta: hoy en día, con híbridos de ciclo corto es posible lograr 10 toneladas por hectárea (t/ha), y con los intermedios a largos y en similares ambientes es posible obtener hasta 15 t/ha.

“Para alcanzar el rendimiento potencial del sorgo resulta crucial elegir híbridos adecuados, tecnológicamente superiores según ambiente, y manejar el cultivo de manera eficiente, ajustando la densidad y la distancia entre hileras, incluyendo un enfoque renovado en fertilización eficiente, e incorporando tecnologías como Igrowth® para el control de malezas y Sprotect® para el control de plagas”, explicó Federico Pisoni, de RAGT Semillas. “La tecnología Igrowth® (híbridos tolerantes al herbicida imidazolinona) permite un manejo efectivo en pre y post siembra, incluyendo gramíneas difíciles y latifoliadas resistentes, ampliando las herramientas disponibles”, agregó.