En pleno siglo XII, un mundo regido por estrictas estructuras patriarcales, cuando la voz de las mujeres apenas se oía en los grandes debates de la fe, la ciencia o el arte, una monja benedictina alemana rompía moldes y desafiaba convenciones. Hildegarda de Bingen (1098-1179), mística, médica, compositora, filósofa, naturalista y visionaria, dejó una obra tan vasta como sorprendente, cuya vigencia hoy cobra nuevas dimensiones en campos tan diversos como la teología, la musicología, la medicina alternativa y el feminismo.

“Era una sorprendente abadesa que encaraba la construcción de monasterios y viajes de predicación. Dejó una vasta obra escrita, mientras que sus composiciones musicales cambiaron el paisaje melódico de la época enriqueciéndolo con distintos elementos. Entonces, ¿Hildegarda era una monja predicadora medieval? ¿Una sabia renacentista? ¿Una feminista? ¿Una divulgadora de profilaxis en salud?” Sobre estas preguntas, y sus potenciales respuestas, girará la conferencia que brindará hoy Nilda Chiarello en el Museo de Arte Sacro (Congreso 53).

“CONSONANCIAS”. Se títula la muestra, a la que pertenece esta pieza.

En paralelo con la charla de Chiarello, que se iniciará a las 18 con entrada arancelada a $ 8.000, a beneficio de la Fundación de Amigos del Museo, se inaugurará la muestra “Consonancias”, de la artista Marcela Chichizola (curaduría de Adriana Plaza y montaje de Gabriel Toscano). Por medio de sus creaciones, Chichizola representa el fundamento de la idea hildegardiana: el ser humano y el universo en un todo. Como resume Chiarello: “Hildegarda constituye, en sí misma, un elogio de la atemporalidad”.

En detalle

Nacida en Bermersheim, cerca de Maguncia, Hildegarda fue consejera de emperadores, abades y prelados, autora prolífica y fundadora de un convento propio en Rupertsberg. Su legado abarca múltiples campos. En el plano espiritual, sus obras más conocidas son Scivias (“Conoce los caminos”), Liber Vitae Meritorum (“Libro de los méritos de la vida”) y Liber Divinorum Operum (“Libro de las obras divinas”), donde expone sus visiones acompañadas de complejos esquemas cosmológicos.

CONFERENCISTA. Nilda Chiarello.

Sus textos no solo deslumbran por su contenido teológico, sino también por su audacia interpretativa y por una perspectiva del mundo profundamente integrada, donde el alma, el cuerpo y la naturaleza se relacionan armónicamente.

Además, Hildegarda fue una pionera en el campo de la medicina natural. Su obra Physica recopila saberes sobre hierbas, piedras y animales, y Causae et Curae aborda las enfermedades desde una visión holística, muy alejada de la medicina escolástica de su tiempo. Muchos de sus planteos son retomados hoy por quienes promueven prácticas de salud integrativa.

Como compositora, escribió más de 70 piezas musicales, entre ellas himnos, secuencias y antífonas de una belleza mística y melódica inusitada. Su ciclo Symphonia armoniae celestium revelationum (“Sinfonía de la armonía de las revelaciones celestiales”) muestra una libertad formal que se aparta de las normas musicales medievales. Su música ha sido redescubierta y grabada por numerosos grupos especializados en música antigua, y también adaptada por artistas contemporáneos.

En el siglo XXI

En 2012, el papa Benedicto XVI la proclamó Doctora de la Iglesia, título que hasta entonces solo habían recibido tres mujeres: Teresa de Ávila, Catalina de Siena y Teresa de Lisieux. Esta distinción reconoce no solo la profundidad teológica de sus escritos, sino también su influencia perdurable.

Para la historiadora española María Jesús Fuente, especialista en mujeres medievales, “Hildegarda es una figura extraordinaria porque, desde dentro del sistema eclesiástico, logró ampliar los márgenes del saber y del poder femenino. Su legado demuestra que hubo mujeres pensantes, críticas y activas incluso en los siglos más oscuros de la historia europea”.

Su figura ha sido recuperada por movimientos feministas contemporáneos que valoran en ella una precursora del pensamiento holístico y una mujer que supo construir poder desde un espacio dominado por hombres. Lejos de ser una rebelde marginal, Hildegarda transformó el lenguaje de su época y encontró cauces institucionales para hacer oír su voz.

EXPOSITORA. Marcela Chichizola.

La figura de Hildegarda de Bingen desafía clasificaciones fáciles. Fue mística, pero también científica; obediente a la Iglesia, pero con una voz propia y crítica; mujer de su tiempo y, a la vez, adelantada a su época. Su pensamiento, atravesado por la fe, el arte y la observación de la naturaleza, ofrece una perspectiva enriquecedora para repensar las formas de conocimiento y de experiencia espiritual.

En palabras de la propia Hildegarda: “el alma es como el viento que surca los campos, moviendo todo lo que toca. Invisible, pero poderosa.” Ocho siglos después, ese viento sigue soplando en el pensamiento, la música y la espiritualidad contemporánea. Su eco invita a mirar el pasado no como una reliquia, sino como un continente de preguntas y saberes fecundos.