Algunas historias no necesitan grandes giros para ser memorables. Basta con una herida, una ausencia, un regreso, una ovación. La de Guillermo Acosta, símbolo vivo de Atlético, tiene todos esos ingredientes. Y aunque en el inicio del Clausura le tocó verla desde el banco, como quien mira el mundo desde la orilla mientras sana una herida, “Bebe” nunca se fue; porque hay presencias que no dependen de los minutos, sino del alma.

Durante la pretemporada, un desgarro lo sacó del radar. Fue como una piedra en el camino para alguien acostumbrado a empujar siempre hacia adelante. “Tuve la mala suerte de arrancar la temporada con una lesión, pero eso ya lo dejamos atrás. Me tomé 15 o 20 días para ponerme bien y hoy ya estoy a disposición del técnico. Me siento muy bien”, cuenta con la serenidad de quien conoce su cuerpo y su rol.

Atlético comenzó con el pie derecho con el 2-1 sobre San Martín de San Juan. Acosta, desde el banco, fue uno más entre los que empujaron desde afuera. Pero su ilusión no se apaga. “Vamos a andar bien. Hay mucho compromiso entre todos; jugadores, cuerpo técnico y dirigentes. Se nota. Y eso tiene que reflejarse dentro de la cancha”, remarca convencido.

Capitán sin brazalete, voz que ordena y alienta, “Bebe” es ese tipo de futbolista que trasciende los 90 minutos. “Trato de llevarme bien con todos. Somos 30 o 35 jugadores y no es fácil. Pero yo siempre tiro para adelante, juegue o no. Estoy a disposición, el técnico elegirá lo mejor para el equipo y ojalá me toque estar”, explica con la naturalidad de quien prioriza el grupo sobre el ego.

La charla también se tiñe de nostalgia cuando surge el nombre de Luis Rodríguez, su amigo y compañero de tantas batallas. “Fue una lástima su salida. Vino a colaborar, a jugar, a apoyarnos, pero no tuvo la suerte de sumar muchos minutos. Hablábamos mucho porque concentrábamos juntos. Él quería estar, y nosotros le hacíamos saber que era importante. Se fue a un lugar donde también fue feliz”, relata con el afecto intacto.

¿Y si lo invitaba a irse con él? “No, nada. Siempre hablamos de eso. Son muchos años en el club, y uno seguramente va a seguir acá hasta diciembre. Después veremos”, deja en claro.

Su historia comenzó en San Jorge y se tejió con amistades, esfuerzo y constancia. “Jamás imaginé estar donde estoy. Esto es fruto del sacrificio, de mi viejo que me acompañó siempre, de mi señora, de la gente. Cada vez que juego me lo demuestran. Me siento querido y eso me empuja a seguir adelante”, confiesa emocionado.

Ese cariño se escucha. En cada precalentamiento, cuando el estadio lo alienta. “Sí, la gente lo hace saber. Aunque esté en el banco, uno tiene que apoyar. El técnico arma lo mejor. No clasificamos en el primer torneo, pero ahora el objetivo es entrar entre los ocho. En el mano a mano, todo puede pasar”, dice.

El apodo ya lo definió más que su propio nombre. En la calle, en la cancha, en los barrios. “Pocos me dicen Guillermo”, asegura.

La familia es un eje. Los domingos en la casa de su madre o de su hermano son sagrados. “Son autocríticos. Me dan consejos, siempre desde el lugar de haber sido jugadores. A veces desde afuera se ve mejor. Y yo los escucho”, admite. Incluso sus cuñados también tienen su lugar. “Tengo uno que juega en ‘Los Leones’ y también me dice lo que ve. A los cuñados hay que escucharlos, obviamente”, ríe con ganas el hombre de mil batallas con el “Decano”.

Pero si hay un rincón en el que su corazón también se queda es en Atlético Concepción. “Es mi casa y cada vez que puedo voy a la cancha. Damián Valdez es el técnico y lo voy a apoyar. Están pasando por un momento difícil, pero ojalá puedan volver a ser el club de antes. Yo jugué poco, pero tengo los mejores recuerdos. Ascendimos, perdimos una final, y la ilusión de volver siempre está”, dice.

¿Le gustaría retirarse ahí? “Todavía no pienso en eso. Quiero seguir en Primera, pero claro que me gustaría cerrar mi carrera en el club en el que todo empezó”, sentencia.

Acosta dejó en claro el amor que tiene por Atlético

Antes de cerrar aparece una pregunta directa, como un pase al pie: ¿Qué significa Atlético para vos? Y su respuesta es pura identidad. “Todo. Porque vine grande, y en grande me dio lo que yo tanto buscaba. Estoy agradecido toda la vida con este club”, concluye.

Y así, “Bebe” sigue creciendo. Aunque el documento diga otra cosa, él aún es ese “muchachito” que soñaba con jugar en Primera División. Y hoy, con el alma intacta, le sigue regalando al “Decano” algo más que fútbol; sobre todo le regala pertenencia.