Con el reciente estreno de la serie Menem en Prime Video, el nombre de Mohamed Alí Seineldín volvió a aparecer en el debate público. Su historia, marcada por el uniforme, la insubordinación y un discurso nacionalista extremo, lo convirtió en uno de los personajes más controvertidos de la Argentina democrática.

Seineldín fue coronel del Ejército y lideró el último levantamiento militar en la historia reciente del país: el alzamiento carapintada del 3 de diciembre de 1990, que dejó 13 muertos y alrededor de 30 heridos. Por ese hecho, fue condenado a reclusión perpetua, aunque en 2003 recibió el indulto presidencial. Murió el 2 de septiembre de 2009, a los 75 años, víctima de un ataque cardíaco.

De héroe de Malvinas a líder carapintada

Veterano de la Guerra de Malvinas, donde se desempeñó como comando, Seineldín supo construir una imagen de militar místico y férreo defensor del nacionalismo. Su figura se elevó entre sectores castrenses que cuestionaban la política de derechos humanos que emergía con fuerza tras la recuperación democrática.

Aunque no lideró el primer levantamiento carapintada de Semana Santa en 1987 —durante la presidencia de Raúl Alfonsín—, distintos testimonios de la época aseguran que fue quien inspiró y sostuvo desde las sombras el movimiento. Su participación directa llegó más tarde, con los motines de 1988 y el ya mencionado de 1990.

En aquellos años, bajo presión de los sectores insurrectos del Ejército, el gobierno de Alfonsín promovió y sancionó las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Luego, el presidente Carlos Menem completaría ese ciclo de impunidad con los indultos a militares procesados y condenados.

Menem y Seineldín

La relación entre Seineldín y Carlos Menem fue tan compleja como ambigua. Al inicio del gobierno menemista, el coronel carapintada parecía encontrar en el nuevo presidente un aliado para sus ideales nacionalistas y su reivindicación del rol de las Fuerzas Armadas. Incluso, el propio Raúl Alfonsín insinuó en sus memorias una posible “connivencia” entre ambos, que habría buscado debilitar su gobierno en los últimos meses. Sin embargo, esa aparente cercanía se quebró rápidamente cuando Seineldín se sintió traicionado por la falta de respaldo y decidió liderar el violento alzamiento del 3 de diciembre de 1990. Ese motín, que dejó 13 muertos, selló su destino judicial y marcó definitivamente la ruptura con Menem, quien ordenó su detención y luego lo mantuvo preso hasta que fue indultado en 2003.

Traición, motín y condena

En su libro Memoria política, Raúl Alfonsín llegó a señalar una supuesta “connivencia” entre Seineldín y Menem que habría buscado debilitar a su gobierno. Sin embargo, aquella alianza implícita terminó rota. El 3 de diciembre de 1990, Seineldín se levantó contra el propio Menem, encabezando un sangriento motín que fue sofocado por fuerzas leales.

Tras su arresto, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas lo condenó a prisión perpetua. Pasó sus primeros años en el penal militar de Magdalena y luego fue trasladado a Campo de Mayo. A mediados de 2002 recibió salidas laborales y comenzó a trabajar en una agencia de seguridad llamada Fidei, fundada por allegados suyos en el barrio de Flores, Ciudad de Buenos Aires.

Un año después, el entonces presidente Eduardo Duhalde le concedió el indulto, en una decisión que generó fuerte polémica y fue interpretada como un intento de cerrar una etapa de enfrentamientos violentos, siguiendo la lógica de la “teoría de los dos demonios”.

Nacionalismo místico y última etapa

En sus escasas apariciones públicas durante los años posteriores, Seineldín mostró un discurso cada vez más cargado de simbolismo religioso y nacionalista extremo. En 2007 llegó a decir: “A Malvinas la envió Dios a través de la Providencia”. En esa línea, denunció que la Argentina estaba siendo “demolida por armas políticas” como el indigenismo, el ecumenismo, el ecologismo, la droga y el control de la natalidad.

Pese a sus polémicas, muchos lo siguieron considerando un “héroe de guerra”, especialmente por su actuación en las Islas Malvinas, aunque su figura quedó marcada por el intento de quebrar el orden democrático a través de la violencia.

Mohamed Alí Seineldín murió en 2009, sin haber renegado nunca de su ideología ni de sus actos. La serie sobre Menem lo vuelve a colocar en el espejo de la historia.