Cantabria, ubicada entre el mar Cantábrico y los imponentes Picos de Europa, se consolida como un paraíso para los amantes de la naturaleza y el senderismo. Su geografía privilegiada regala al caminante una variedad inigualable de paisajes: desde escarpados acantilados y playas vírgenes hasta bosques centenarios y valles poblados por pueblos con encanto. Una red de senderos bien conservada permite descubrir esta joya del norte de España a través de rutas accesibles tanto para expertos como para principiantes.

A continuación, un recorrido por cinco de las rutas más bonitas de Cantabria, ideales para desconectar, respirar aire puro y dejarse llevar por la belleza natural.

1. Ruta del Cares: la garganta divina de los Picos de Europa

Aunque gran parte del itinerario discurre en territorio asturiano, esta emblemática ruta forma parte de la identidad natural de los Picos de Europa. El sendero, de unos 12 kilómetros, une Poncebos (Asturias) con Caín (León), siguiendo el cauce del río Cares a través de un espectacular desfiladero con paredes verticales de más de 1.000 metros. Conocida como “la Garganta Divina”, esta travesía es célebre por el contraste entre la roca caliza y el color turquesa del agua, creando un escenario de postal. Es una ruta exigente, pero inolvidable.

2. Marismas de Santoña, Victoria y Joyel: paraíso de aves y estuarios

Para quienes prefieren caminatas suaves con gran valor ecológico, el Parque Natural de las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel ofrece una experiencia única. Este humedal protegido alberga cientos de especies de aves migratorias y está considerado uno de los ecosistemas más importantes del norte peninsular. La ruta principal, de unos 10 kilómetros, recorre estuarios, dunas y lagunas con magníficas vistas de la bahía de Santoña. Es ideal para la observación de aves como garzas, espátulas y cormoranes.

3. Bosque de Secuoyas de Cabezón de la Sal: un rincón de California en Cantabria

En Cabezón de la Sal se encuentra un tesoro inesperado: un bosque de más de 800 secuoyas plantadas en los años 40 que alcanzan alturas superiores a los 40 metros. La ruta que atraviesa este espacio natural tiene solo 2 kilómetros y es perfecta para familias con niños. El ambiente que se crea bajo estas gigantes es mágico, especialmente en otoño, cuando la luz atraviesa las copas creando juegos de sombras y colores. Un paseo corto, pero profundamente evocador.

4. Camino de Santiago por la costa: entre playas salvajes y pueblos marineros

El Camino de Santiago en su variante costera atraviesa buena parte del litoral cántabro, ofreciendo tramos de enorme belleza. Uno de los más recomendables es el que une Castro Urdiales con Laredo, con una extensión aproximada de 25 kilómetros. Durante el trayecto, el senderista puede contemplar acantilados vertiginosos, playas poco frecuentadas y encantadores pueblos pesqueros. Además, se atraviesan lugares con gran valor histórico, como el monasterio de Santa María de Puerto o el puente medieval de Treto. Un camino que combina paisaje, historia y gastronomía local.

5. Ascenso a Peña Cabarga: vistas inigualables de toda Cantabria

Quienes busquen un recorrido corto pero desafiante pueden optar por la subida a Peña Cabarga, situada a pocos kilómetros de Santander. Este macizo montañoso alcanza los 568 metros de altitud y ofrece una panorámica impresionante: desde la bahía de Santander hasta los Picos de Europa, e incluso la costa asturiana en días despejados. La ruta, de unos 6 kilómetros, se enmarca dentro del Parque Natural Macizo de Peña Cabarga, una zona de gran interés geológico con antiguas minas de hierro que tiñen el paisaje con tonos ocres y rojizos.

Ya sea caminando entre marismas llenas de vida, bajo las copas de imponentes secuoyas o ascendiendo hacia miradores naturales, Cantabria se revela como un territorio ideal para recorrer a pie. Cada ruta es una invitación a descubrir la riqueza paisajística y cultural de una comunidad que lo tiene todo para enamorar al senderista.