Uno de los severos problemas en la vida de una sociedad es la dificultad de llevar a cabo las transformaciones que ayuden a mejoras generales. Eso se ha visto, por ejemplo, en los debates que se han dado este año a propósito de los basurales entre concejales y la secretaria de Ambiente, sobre todo por la dificultad de erradicar los vaciaderos clandestinos y el cambio de conductas de algunos ciudadanos, a pesar de las campañas de concientización, las cámaras de vigilancia y las sanciones y multas.

Un caso reciente ha sido el gran basural de la calle Thames al 700, que había sido levantado por las autoridades, que promovieron la concientización vecinal y la pintada de un mural junto con la limpieza de la vereda, y que ahora está en riesgo porque hay quienes han arrojado algunos residuos y estos se mantienen sin levantar, con el riesgo de que el vaciadero vuelva a formarse. A ello se une el estado pésimo de la esquina de Thames y Santa Fe, afectada por un gran derrame de agua potable.

La misma situación se podría apreciar en otros aspectos de la vida urbana, como el de la seguridad en el tránsito -con los motociclistas como protagonistas centrales del desorden- o el sistema de transporte que arrastra una larga decadencia de la que se esfuerza por salir, apenas con algunos logros.

En este sentido, la experiencia que se lleva a cabo para analizar, a partir de la experiencia de la ciudad colombiana de Medellín, las medidas positivas de cambio ha resultado alentadora para pensar en cómo hacer realidad una verdadera transformación. En nuestro programa “Panorama Tucumano” el arquitecto experto en planificación  urbana Gustavo Restrepo explicó algunas de las líneas de acción que permitieron sacar del abismo a una ciudad que había sido tomada por el narcotráfico y en la que la violencia era la moneda cotidiana. Habló de la necesidad de pensar en la ciudad a largo plazo; de decisión política para llevar a cabo los proyectos; de ofrecer oportunidades y sostener un trabajo territorial constante; de acceso que nivele a todos los ciudadanos no sólo en términos económicos, sino de salud, educación, recreación, deporte y transporte público. Advirtió que la falta de conexión favorece el avance del narcotráfico, asunto que, conviene recordarlo, ha sido planteado con gran preocupación por la Iglesia argentina en estos días. “Si no entra el transporte público en los lugares, ellos son reyes y en la Costanera  en Tucumán pasa esto”, dijo. En la experiencia de Medellín se hizo hace 25 años una reorganización monumental del sistema de transporte público para integrar a la gente.

Los colombianos elogiaron los diagnósticos que se han realizado sobre La Costanera y sobre el barrio Ciudadela, que ha sido propuesto como un museo a cielo abierto.

El experto habló además de la necesidad de confiar en el vecino para darle empoderamiento sobre el lugar en que vive. “El político debe leer el plan de desarrollo que quiere la gente”, dijo, y añadió que su plan consiste en reuniones abiertas, con propuestas ciudadanas, elaboración de manuales y votación de ideas. “Creo profundamente que el espacio público es el lugar de encuentro y allí somos capaces de mirarnos a la cara”, definió. Es de esperar que estas propuestas abran una profunda reflexión y que lleven a encontrar las claves para el cambio y la mejora.