Los hongos no son ni plantas ni animales. No hacen fotosíntesis, y tampoco se alimentan. En cambio, crecen fácilmente y liberan enzimas sobre lo que quieren descomponer. Luego absorben los nutrientes, actuando como un sistema de raíces microscópicas, tomando el alimento ya predigerido al estar disuelto en el ambiente.

Este proceso natural se lleva a cabo gracias a un material que existió siempre en nuestros suelos, pero que ahora podría significar un cambio rotundo en más de un ámbito. El micelio, una vasta red de filamentos (hifas) que crece en el sustrato, es el verdadero cuerpo del hongo.

El potencial del micelio fue redescubierto por MOSH, una startup biotecnológica fundada por Denise Pañella, diseñadora industrial. La compañía desarrolló una alternativa compostable en base a este material para que sus clientes puedan ofrecer un diferencial de lujo y sustentabilidad a sus productos.

“En MOSH, gracias al micelio logramos que cada unidad sea resistente, liviana, aislante, hidrofóbica, personalizable y libre de plásticos. Se trata de una nueva manera de producir y consumir, circular y sustentable”, explica Pañella, quien también expuso el material como diseño decorativo en Milán, Italia, en el marco de la Semana del Diseño.

Los hongos no son algo nuevo, están presentes en la gastronomía, la biorremediación y la salud. Pero ahora ofrecen soluciones sustentables en la microfabricación. Se pueden crear materiales sostenibles capaces de reducir el uso del plástico y de otros productos no biodegradables. De hecho, el micelio es una alternativa ecológica al telgopor por lo que podría cambiar de raíz la industria del packaging.

Este biomaterial representa la posibilidad de una revolución en la industria dado que su utilización tiene bajo o nulo impacto ambiental. Su producción se hace con insumos renovables y a su vez, utilizado el envase, éste mismo se degrada naturalmente en menos de sesenta días.

El micelio como innovación empresarial

El desarrollo de una línea de productos respetuosos con el ecosistema también podría abrir una puerta comercial hacia el futuro y ganar nuevos mercados. Hoy en día, todo lo que consumimos se comercializa en envases que utilizan plástico o telgopor, por lo que estamos hablando de un insumo fundamental para el comercio global.

Muchas compañías apuestan al micelio como insumo base para la innovación y consideran esta visión a largo plazo para iniciar su negocio. “Queremos ofrecer una solución real, no solo reciclable sino compostable, que se alinee con un modelo de economía circular”, señala Pañella en el caso de MOSH.

La palabra utilizada para el micelio es el “cultivo”, enfatizando que no “fabrican” su producto sino que nace a partir de los hongos. En la misma línea de la economía circular, la firma propone compostar el envase en unos 45 días para que vuelva a la tierra aportando sus nutrientes y sin generar daño ambiental.

Los viejos hongos, que han estado con nosotros durante miles de años, ahora surgen como una alternativa ecológica para solucionar uno de los grandes problemas de la economía industrial: la enorme cantidad de residuos que genera el embalaje. El micelio abre una puerta para que la producción de packaging sea más sostenible.