Como un auto que arranca con potencia pero empieza a fallar justo cuando la pista se pone más exigente, San Martín de Tucumán atraviesa un tramo del torneo en el que el ritmo y la confianza no se perdieron, pero la efectividad ofensiva se volvió una alarma constante. El equipo de Ariel Martos vive días intensos: mientras los dirigentes exploran opciones en el mercado de pases, el DT enfoca su mirada en el duelo del domingo contra Ferro, con un diagnóstico claro: si no mejora la puntería en el área rival, el margen de error se reducirá cada vez más.

La última vez que el tridente de ataque celebró un gol fue en el empate frente a Racing de Córdoba, gracias a un penal convertido por Martín Pino. Desde ese partido, el “Santo” no volvió a marcar a través de sus delanteros, pero las chances existieron. De hecho, en el último cruce contra Almagro, Juan Cruz Esquivel y Ulises Vera tuvieron varias oportunidades claras, aunque fallaron en la definición. El conjunto de Bolívar y Pellegrini fue más, presionó, generó, pero no logró quebrar el cero y así, los puntos empiezan a escaparse.

Para entender este momento, hay que retroceder unas fechas. Frente a Colegiales, San Martín mostró una versión sólida y eficiente: ganó 2-0 con goles de Franco García y Pino, y dejó la sensación de ser un bloque compacto, con recursos para dañar.

En ese momento, Martos parecía haber encontrado el “11” ideal y la confianza estaba en alza. Pero la caída inesperada con Atlanta en Villa Crespo expuso falencias que hasta entonces parecían controladas. Fue un 3-1 que no sólo cortó el invicto, sino que también generó dudas defensivas y evidenció una falta de reacción en los últimos metros.

Contra Racing, en La Ciudadela, el equipo buscaba reaccionar. Logró abrir el marcador, pero no lo sostuvo. Más allá del punto sumado, volvió a exhibir una carencia que se repite: domina por tramos, pero no liquida los partidos. Frente a Quilmes, en cambio, recuperó la memoria: remontó un resultado adverso, se impuso con autoridad y volvió a quedar como líder. Ese partido pareció marcar un nuevo despegue, pero fue apenas un espejismo.

En la fecha siguiente, contra San Miguel, volvió la versión más apagada del equipo. Le costó generar juego, perdió intensidad y cayó 1-0 en un partido sin muchas luces. Y frente a Almagro, aunque el rendimiento colectivo fue mejor, el déficit fue el mismo: falta de contundencia.

San Martín juega bien en varias facetas, sobre todo del primer tiempo, pero no concreta. Y eso, en un torneo largo y ajustado, se paga caro.

“Es uno de los aspectos a mejorar. Las situaciones estuvieron, pero nos faltó eficacia”, reconoció Martos tras el último empate.

La frase encierra una preocupación concreta: sin goles, no hay tranquilidad. Y sin tranquilidad, el equipo sufre para cerrar los partidos. La consecuencia se nota en la tabla: si bien sigue en lo más alto, el margen respecto a sus perseguidores se achicó peligrosamente.

Pensando en lo que se viene

El “Santo” necesita sumar de a tres no sólo para volver a la cima, sino también para reforzar su confianza.

Mientras tanto, el mercado de pases sigue abierto y el club analiza posibles incorporaciones. A esta altura, no se trata sólo de nombres: se busca recobrar la chispa que convirtió a San Martín en protagonista.

El partido del domingo será una prueba de carácter. El “Santo” necesita recuperar la eficacia, volver a golpear en los momentos justos y, sobre todo, sostener una ventaja cuando la consigue. En esta etapa del torneo, donde cada error se magnifica y cada punto pesa más, la diferencia entre pelear hasta el final o resignar terreno puede estar en una definición certera, un rebote bien tomado o una jugada terminada con decisión.