El prestigioso programa Fulbright, símbolo del intercambio educativo entre los Estados Unidos y el mundo, enfrenta su mayor crisis institucional en décadas. La renuncia masiva de sus 12 directivos encendió las alarmas en países como la Argentina, donde cientos de jóvenes becarios dependen de este programa para estudiar en el exterior.
Las causas de la dimisión colectiva apuntan directamente al malestar con el Gobierno de Donald Trump, que fue acusado por la Junta de politizar el proceso de selección y de bloquear becas ya aprobadas. A esto se suma un recorte presupuestario drástico que pone en jaque el futuro de miles de estudiantes.
La renuncia de la Junta Directiva deja en pausa el futuro de becas clave
La dimisión completa de la Junta Directiva del programa Fulbright sacudió el escenario académico internacional. La noticia, publicada por The New York Times, y replicada por agencias como AP y AFP, generó preocupación entre los jóvenes argentinos que forman parte de este histórico programa de becas.
Fundado en 1946 y con presencia en más de 150 países, el programa se convirtió en una de las herramientas más influyentes de cooperación académica. En la Argentina funciona desde 1956 con un acuerdo bilateral y otorgó más de 1.300 becas en la última década. El impacto de la crisis actual podría cortar el acceso a esas oportunidades para estudiantes, docentes y profesionales jóvenes.
El conflicto explotó hace unos días cuando los 12 integrantes de la Junta anunciaron su renuncia en bloque a través de un comunicado. Denunciaron que la administración de Donald Trump intervino de forma directa en el proceso de selección de becarios, canceló premios ya otorgados y sometió a revisión a más de 1.200 beneficiarios seleccionados sin fundamentos legales.
“La integridad del programa está siendo socavada”, expresaron los ex miembros de la Junta, que aseguraron haber intentado sin éxito un diálogo con altos funcionarios del Gobierno. La intervención, explicaron, rompe con el principio fundacional de Fulbright: la selección por mérito, con independencia de cualquier interés político o ideológico.
Los recortes presupuestarios también generaron alarma. El secretario de Estado, Marco Rubio, solicitó al Congreso una reducción drástica de los fondos para la Oficina de Asuntos Educativos y Culturales, que pasaría de tener U$S 691 millones a sólo U$S 50 millones. Esta área es la encargada de coordinar, entre otros, al programa Fulbright.
Para jóvenes argentinos que sueñan con estudiar en universidades como Harvard, MIT o Stanford gracias a estas becas, la situación representa un golpe durísimo. Según datos de la Comisión Fulbright Argentina, en la última década más de 800 estudiantes, profesores y profesionales participaron del programa. De ellos, 558 realizaron posgrados en los Estados Unidos y 30 se desempeñaron como asistentes de idioma.
"No legitimar"
Fulbright no sólo promueve la formación académica en instituciones de primer nivel, sino que también fomenta el intercambio cultural, el desarrollo profesional y la investigación. En muchos casos, representa la única vía posible para jóvenes con talento académico que no cuentan con recursos económicos suficientes para costear una formación internacional.
La renuncia masiva de la Junta fue una señal clara de disconformidad. En el texto divulgado, sus miembros dejaron en evidencia que el Gobierno ignoró todos los pedidos de respeto a la ley y al procedimiento regular. “Seguir en nuestros cargos sería legitimar acciones que consideramos ilegales”, escribieron. Además, advirtieron que las medidas adoptadas van en contra de principios como la libertad académica y la libertad de expresión.
Esta no es la primera vez que el gobierno de Trump choca con el mundo académico. En los últimos meses, intensificó los controles migratorios sobre estudiantes extranjeros, pausó entrevistas para visas y aumentó la vigilancia sobre su actividad en redes sociales. Para muchos analistas, estas medidas buscan disuadir el ingreso de estudiantes internacionales a Estados Unidos, pese a que son un componente clave del ecosistema educativo y científico del país.
En la Argentina, la Comisión Fulbright aún no emitió un comunicado oficial, aunque mantiene contacto con las universidades y becarios en curso. Mientras tanto, quienes ya fueron seleccionados para el ciclo 2025-2026 esperan con incertidumbre qué ocurrirá con sus proyectos, muchos de los cuales ya habían comenzado a preparar documentación y viajes.