Hay quienes envejecen con los años y otros que desafían al calendario con pasión, entrega y alegría. Fernando Apestey, con 75 años (a punto de cumplir 76) es uno de esos hombres que no se deja medir por el tiempo, sino por su amor inquebrantable al hockey. Este mes, mientras muchos planifican las vacaciones de invierno, él prepara las valijas para volar a Nottingham (Inglaterra) donde representará a Argentina en un torneo internacional de Grand Masters. Será una nueva página en una historia de vida escrita sobre el césped, con esfuerzo y vocación.
Fernando comenzó a jugar al hockey a los 17 años. Desde entonces, jamás dejó de entrenarse, de competir y de crecer dentro de este deporte. “La Bruja”, como lo conocen en el ambiente, supo destacarse en todos los roles posibles: jugador provincial, nacional e internacional; entrenador, árbitro, jefe de delegación y dirigente. Su vínculo con el hockey no fue circunstancial ni pasajero: fue (y sigue siendo) su forma de vivir, de mantenerse activo, de encontrarse con los demás y consigo mismo.
Su historia comenzó casi por casualidad. Practicaba tenis como hobby en el club Atlético Tucumán cuando un día vio a un grupo de muchachos entrenando con palos y bochas, y la curiosidad lo acercó. Pidió permiso para unirse y lo aceptaron. Desde aquel primer pase, nunca más soltó el stick. Su primer equipo fue Corsarios; luego pasó por Banco Provincia y finalmente defendió los colores del “Decano” durante casi dos décadas.
No hubo lesión ni problema personal que lo apartara de las canchas. A diferencia de tantos otros, Apestey nunca se retiró. Ni siquiera cuando se despidió oficialmente en 2022 del hockey competitivo en Tucumán. “Fue una despedida muy emotiva, pero yo sigo entrenándome, moviéndome, manteniéndome en forma. Mientras el cuerpo aguante voy a seguir”, dice con naturalidad.
La vitalidad de Fernando es asombrosa. A su edad mantiene un estado físico admirable. Se entrena en el gimnasio, cuida su salud y se rodea de jóvenes que le contagian energía. “Estoy acostumbrado a compartir con gente joven y eso también te mantiene a vos”, asegura con una sonrisa. No es sólo un veterano que compite, es un referente vivo, admirado por generaciones de jugadores y jugadoras a quienes ha formado, guiado o simplemente inspirado. Muchos de ellos incluso ya se retiraron de la disciplina, dato elocuente para medir su vigencia.
El torneo en Inglaterra lo encuentra como parte del seleccionado argentino de mayores de 70, dentro de la categoría Grand Master. Pero no es su primera aventura internacional. Representó a Argentina en varios mundiales, participó de los prestigiosos “Golden Oldies” con un equipo de Nueva Zelanda (que lo adoptó como figura) y ha recorrido medio mundo gracias a este deporte que tantas satisfacciones le dio. “La mayor alegría es esa: seguir compitiendo, conocer otros países, otros jugadores, otras culturas, y que todo eso ocurra mientras hacés lo que amás”, remarca en la charla con LA GACETA.
Durante su carrera profesional, Apestey fue docente y trabajó en el área de higiene y seguridad laboral. Pero siempre encontró tiempo para entrenarse y comprometerse con el desarrollo del hockey, especialmente en Tucumán. Dirigió equipos de damas y caballeros, fue árbitro, impulsor de proyectos y miembro activo de asociaciones y fundaciones que promueven el deporte veterano en Argentina.
A la hora de hablar de referentes, no duda en mencionar a Daniel Palacio, aquel compañero de los inicios que le abrió la puerta en Corsarios. Pero la lista es larga. Fernando sabe que no se llega tan lejos solo: reconoce con gratitud a quienes lo acompañaron, empujaron, confiaron y compartieron el camino con él. Su vida es testimonio de la comunidad que se forma alrededor del deporte.
Hoy, cuando mira hacia atrás, no se arrepiente de nada. Tal vez de alguna invitación rechazada por razones económicas (porque, como bien aclara, el hockey veterano es completamente amateur y muchas veces los gastos corren por cuenta propia), pero en líneas generales, la balanza le da saldo positivo. “Fue y es una satisfacción enorme haber vivido el hockey así. Y lo que me queda lo voy a seguir viviendo igual”, explica Apestey.
Cuando se le pregunta cómo le gustaría ser recordado, no habla de títulos ni medallas. “Quiero que me recuerden como lo hacen hoy; como un referente no sólo del deporte, sino también como persona. Que los chicos y chicas me vean como alguien que les enseñó con el ejemplo. Eso es lo que más me llena”, responde.
Y es cierto. Basta ver cómo lo saludan en los clubes, cómo lo abrazan exalumnos y jugadores actuales, cómo se refieren a él con respeto, cariño y admiración. Apestey no sólo dejó huella como deportista: dejó huella humana. A quienes hoy dudan si seguir o colgar los botines, les deja un mensaje claro: “No se retiren. Hay que continuar. Ponerle ganas, entrenarse, disfrutar. El hockey es una pasión que te da mucho más de lo que uno cree: salud, amigos, experiencias, sueños. Nunca es tarde para vivirlo. Y mientras el cuerpo acompañe, hay que seguir”.
En unos días, Fernando se subirá al avión rumbo a Inglaterra. Con casi 76 años, será parte de un torneo internacional. Otro desafío, otro país, otro abrazo de hockey. Pero, sobre todo, será una nueva lección para todos: que la juventud no está en los años, sino en el alma. Eso sí, antes de cerrar la entrevista, anticipó lo que nunca pensó que llegaría a decir: “Es el último año que juego, con el Mundial en 2026 me voy a retirar. Más allá de cualquier sacrificio, el tiempo pasa para todos”, confesó con sinceridad y un dejo de nostalgia por tener que dejar algo que lo apasiona como hace casi 60 años.