El Norte argentino escribe con una cadencia particular: mezcla de herencia oral, superstición y belleza en la penumbra. En ese tono áspero y poético, los autores de la región construyen una literatura que no pretende explicar lo que ocurre sino registrar lo que vibra, lo que acecha, lo que duele o resiste. En el marco del Mayo de las Letras en Tucumán, cuatro escritores que comparten ese territorio –y esa intensidad– ofrecieron sus miradas sobre el acto de escribir, el contexto, los géneros, y esa zona difusa en la que el extrañamiento se convierte en realismo y lo raro, en forma de vida.

Verónica Barbero (Tucumán), Daniel Medina (Salta), Grimanesa Lázaro (Tartagal-CABA) y Martín Alanís (La Rioja) abren aquí el mapa de sus procesos creativos y trazan una geografía compartida por huevos de obsidiana, crímenes impunes, personajes que no obedecen a sus autores y relatos que apenas pueden contener lo siniestro. ¿Escribir como método de supervivencia? ¿Como forma de exorcismo? ¿Como respuesta a un mundo donde el caos se volvió rutina?

Lo que sigue no es una fórmula, ni una poética compartida. Es una conversación en cuatro voces que, sin proponérselo, revela una literatura tan propia del NOA como las tormentas estivales: intensa, inesperada y absolutamente viva.

Verónica Barbero

Nació en Tucumán. Publicó el libro de cuentos Aquí se restauran niños y vírgenes (Ed. Minibús, 2018), reeditado en 2024 por Gerania Editorial. Integró la antología 40° Narrativa Tucumana Contemporánea (Blatt & Ríos) y participó con el cuento "Crayones" en la segunda temporada del podcast Los Cartógrafos. En 2024 publicó la novela Obsidiana (Gerania Editorial), presentada en el Festival de Literatura de Tucumán.

Asistió a clínicas de escritura con Carlos Ríos, Francisco Bittar, Pablo Katchadjian, Marisol Alonso, Damián Ríos, Eduardo Muslip y Elena Bossi, organizadas por el grupo Ampersand y El Juguete Rabioso.


1)¿Hay un plan previo en la propuesta de escritura?

Lo primero que surge es escribir por la propia pulsión, sin tener definido hacia donde voy. La imaginación me lleva a explorar esa atmosfera nueva que se produce con el extrañamiento al observar algo cotidiano o una frase suelta, desde la lectura también comienzan a pujar los personajes. Los personajes aparecen primero, sin plan previo, para mí es más fácil establecer conexiones, relaciones entre ellos. Vengo de una familia de mucha tradición oral, con mitos como verdades por lo que es inevitable que use algunos recuerdos, los coloco y me retiro para no contaminar lo que pida la trama. Las preguntas son fundamentales para fluir, para entablar ese juego erótico con los personajes, con el texto, no me importa si hay respuestas, tal vez la mayor parte queden soterradas en la historia. Después vendrá definir la extensión o planificar la estructura. En mi primer libro  “Aquí se restauran niños y virgenes”,  hay una escritura más crispada, más concentrada. Tal vez salió así, porque sabía menos, había leído menos o porque los textos así lo demandaban. La mayor parte del tiempo hay cosas que no se saben, se sabe que están por la ausencia en la superficie, solo se puede llegar por asociaciones. Tales asociaciones tampoco son verdades absolutas. Respeto esa incertidumbre, es mejor encontrar algo nuevo, que el lenguaje encuentre su fetiche. En el caso de la novela que publique el año pasado, aparece el huevo de Obsidiana que va marcando un sendero a transitar en eso nuevo.  Con los años una lee más, sabe más por lo que el oficio se vuelve más divertido.

2) ¿Influye el contexto de enunciación en la selección de la temática?

El texto se nutre de lo que sé acerca de la geografía, sobre tradiciones literarias, soy alguien situada en un determinado tiempo y lugar, es inevitable que a través de la literatura muestre como conozco el mundo. El texto es afuera y adentro, es permeable a lo que le ocurre al narrador, la opinión sobre lo aceptable, los prejuicios, incluso se puede aprovechar para transgredir o confrontar de forma solapada algunos códigos sociales. De alguna manera, el escritor toma y se pone a trabajar con las palabras de la tribu a la que pertenece. Puedo distanciarme del proyecto para ver qué de todo eso que sé elijo para la construcción. Por ejemplo en el caso de Obsidiana no pensé a priori que iba a escribir una novela, me di cuenta a mitad camino que estaba lidiando con algo distinto que mi libro anterior. Tuve el tiempo, la interrupción y el aislamiento necesario para trabajar ya que me mude en plena pandemia. La cercanía de la muerte es buena para la creatividad, crear algo se convierte en supervivencia, toda esa oscuridad colaboró con la atmosfera, y para que aparezcan las preguntas que me interpelaban acerca de la maldad; el objeto fetiche fue el huevo de obsidiana que la protagonista hereda de su abuela, donde acaso reside el germen del mal que anida en todo ese clan familiar.

3) ¿La selección de la forma es tan o más importante que el fondo o el contenido?

Para mi tanto la forma como el contenido tienen la misma importancia y no se pueden separar.  Ambos están ligados y se eligen mutuamente. La forma no es simplemente un envase para el contenido, sino que define y configura la coherencia con el estilo y la temática. De alguna manera uno trata, con palabras, de ordenar un caos preexistente, de encontrar la forma armoniosa entre las palabras y la propia voz. La forma literaria se elige en función de lo que demandan la historia, los personajes y la propia idea de la obra.

4) ¿La tendencia a la hibridación del género es pensada o no pensada?

La experimentación y la innovación son una respuesta natural a las necesidades de una trama y de los personajes, creo que la forma se elige en función de las necesidades del contenido y sobre todo de la propia voz que narra. Permite mayor libertad al crear, sobre todo al abordar lo siniestro. Permite operar con otros elementos del lenguaje que le dan belleza a lo oscuro y a la vez dan cuenta de lo no dicho En Aquí se restauran niños y vírgenes, libro de cuentos publicado en 2018, en la mayor parte de los textos la voz narradora es la de una niña, la mirada de los niños es fragmentada, fotográfica diría, uso las fotos como una forma de explorar lo que no se puede perfilar de otra manera, lo monstruoso, la sombra.

5) ¿La literatura de lo raro es una respuesta al caos social?

Escribir creo que es un intento de dar forma al entorno y lo que se oye ahora del mundo son voces disonantes, ecos, la hiperconectividad hace que haya miles de enfoques de las mismas cosas. Hay una agitación general, hay un enigma que no se resuelve. Las ideologías políticas o religiosas son espacios de enfrentamiento u oposición que corroen la lógica. El discurso global del mundo es una historia de ruido, furor. Los cambios de lenguaje y de forma con frecuencia resultan de una crisis. Pienso, qué puede hacer la literatura salvo proponer la novedad? ¿Otra noción de lenguaje o de modelo narrativo?

6) El siniestro o el extrañamiento configuran otro tipo de realismo que responden al presente?

El extrañamiento al romper con la percepción común, cuestiona la naturaleza de la realidad o las convenciones sociales, desfamiliariza la realidad tal cual la conocemos y pretende crear nuevas formas de expresión. Lo siniestro no es algo nuevo o extraño, sino algo que ha sido reprimido y que ahora regresa a la superficie con la intención de construir otros vínculos sociales, culturales pero solo revela la magnitud de las grietas, lo que el lenguaje y la literatura quieren pero no pueden soldar. Hay un fenómeno mayor y la literatura responde a ello.

Daniel Medina

Daniel Medina nació en Metán, Salta, en noviembre de 1981. Estudió Ciencias de la Comunicación y Letras. A los 18 ya trabajaba en medios; no dejó de hacerlo. Se formó en cine y guión con Alejandro Arroz, Lucrecia Martel, y en crítica con Claudio Huck. Dirigió cortometrajes. Escribió guiones.

En 2013 fue parte de A 26 manos, una antología de crónicas editada por el semanario Cuarto Poder. Un año después publicó Oparricidios, su primer libro de cuentos, por la editorial jujeña Intravenosa. En 2018, la novela Detrás de las imágenes vio la luz con la editorial Nudista, de Córdoba.

Fue jurado de concursos provinciales y universitarios, en 2015 y 2018. Su novela más reciente, La felicidad de los normales, apareció en 2024. Sigue escribiendo. Todavía busca la manera de contar lo que, a veces, no se deja decir.

¿Hay un plan previo en la puesta en escritura?

Siempre. Necesito un mapa. Un trazo general del recorrido antes de sentarme a escribir. No se trata de control —o no del todo—, sino de una necesidad básica de orientación: saber dónde empieza el trayecto, intuir hacia dónde podría terminar. Aun así, hay variables que desarman cualquier plan. Y eso, a veces, es una fortuna.

Con la novela, el tiempo juega su propio juego. Puedo pasar meses, años incluso, dentro de un texto. Habitándolo. Y en ese habitar, descubro que los personajes que inventé ya no me pertenecen del todo. Que X —ese personaje que en el mapa inicial doblaba a la izquierda sin mirar— ahora se detiene, duda, elige otra dirección. Lo que en un principio parecía inamovible se vuelve maleable, falible, más verdadero.

Entonces cedo. Suelto la rienda. Dejo que la historia diga lo que tiene que decir, si es que tiene algo. A veces me lleva a un lugar inesperado, incluso fabuloso. Otras veces, a ninguna parte.

¿Influye el contexto de enunciación en la selección de la temática?

Hay temas que, en Salta, se sienten distintos. Más urgentes, tal vez. O más arraigados. No es que no puedan existir en otros lugares, pero acá toman otra forma, otra temperatura. Hay situaciones que solo podrían surgir en estas calles, con este cielo. Y están las voces. No solo lo que dicen los personajes, sino cómo lo dicen. Cómo eluden, cómo enfrentan, cómo sobreviven. Esa cadencia. Esa manera, casi coreografiada, de abordar lo que duele o lo que no se nombra.

¿La selección de la forma es tan o más importante que el fondo o el contenido?

Sí. Absolutamente. La forma importa tanto como el contenido. A veces más. Me interesa que la novela tenga una arquitectura que proponga un riesgo. Un juego de equilibrio en el borde. Que no sepa yo —ni nadie— qué va a pasar en la próxima página.

Escribir, en ese sentido, se parece al boxeo. Si el movimiento se vuelve predecible, si el golpe se anuncia antes de tiempo, lo siguiente que se ve es el piso.

La tendencia a la hibridación del género ¿es pensada  o no pensada?

La realidad ya es híbrida. No hay que forzar nada. Está hecha de fragmentos: un tuit, un audio de WhatsApp, una captura de pantalla. Lo que leemos, lo que decimos, lo que somos. En ese contexto, la hibridación no se decide. Sucede. Es casi inevitable.

¿La literatura de "lo raro", es una forma de respuesta al caos de las sociedades?

Tal vez. No sé si es una respuesta, un reflejo o simplemente una forma de señalar. A veces lo raro no es más que lo real bajo otra luz. En el NOA, lo extraño no es excepción: es norma. Lo verdaderamente raro sería escribir una literatura que no lo sea.

¿Consideran que el siniestro y el extrañamiento configuran otro tipo de Realismo que responde al presente?

Sí. Hay algo en lo siniestro, en lo extraño, que permite ir más hondo. Derribar la fachada. La llamada “realidad” —esa palabra tan cómoda— muchas veces no es más que una ficción pactada: una forma elegante de evitar ciertas verdades. Hipocresía. Ignorancia. Negación.

Yo escribo para ir ahí. A eso que se quiere tapar.


Grimanesa Lazaro

Nació en Tartagal en 1991. Se formó en Medicina y Letras en la Universidad Nacional de Tucumán. En 2015 integró la antología 40º Narrativa Tucumana Contemporánea (Blatt & Ríos) y al año siguiente fue una de las ganadoras del concurso municipal de literatura en Tucumán.

En 2017 se trasladó a Buenos Aires, donde ejerce como neuróloga. Su libro de cuentos Camión fue finalista del Premio Ficciones del Ministerio de Cultura de la Nación en 2018. Participó en la antología Narradoras del NOA (Falfa Envido Ediciones, 2020) y al año siguiente publicó Niña y basurero, dos nouvelles reunidas en un volumen. En 2024 presentó El cuerpo de Viviana, compuesto por dos nouvelles y un cuento.

Escribe una columna mensual en la revista La Agenda (Buenos Aires) y asiste al taller literario de Damián Ríos.


FOTO GENTILEZA VALENTINA LAMAS

¿Hay un plan previo en la puesta en escritura?


Cuando estoy por empezar a escribir un texto nuevo, por lo general, lo primero que tengo en la cabeza como disparador es a una persona realizando una acción. Es decir, un personaje está haciendo algo motivado por un conflicto. Entonces  me surgen los interrogantes ¿Quién es? ¿Dónde está? ¿De dónde viene y cuál es su historia? En ese momento, empiezo a escribir lo básico y a pensar qué se puede hacer con ese material. No todas las ideas pueden ser un libro, pero bien hay que desestimadas tampoco.

¿Influye el contexto de enunciación en la selección de la temática?

Este personaje realiza los hechos en un contexto determinado. Si bien las problemáticas humanas son comunes a todos los seres humanos,  no importa la sociedad ni la época, no se viven ni se enuncian de la misma manera. Una localidad del interior de Salta, como General Mosconi, no vive ni narra sus conflictos como lo hace José C. Paz en el Conurbano. A mí, por ejemplo, me interesan las fronteras con países limítrofes, o las de ciudades con una periferia superpoblada. Lo que también  creo es que el escritor debería conocer el lugar que está narrando, o en todo caso aprovechar el discurso de sus pobladores. Si bien pasé parte de mi infancia en Mosconi, para escribir Bermejo tuve largas conversaciones con mi mamá, quien nació y pasó su adolescencia ahí. Fue muy importante a la hora de contar el famoso accidente ferroviario contra el colectivo. Investigué los hechos, pero también cómo se sintieron ella y sus vecinos esa tarde.


¿La selección de la forma es tan o más importante que el fondo o el contenido?

La forma responde a problemáticas actuales. No por nada mi escritura es corta, tajante. No tiene tiempo de dar muchas vueltas. No puede tener miedo a contar algo, porque si no, la vida misma arrasa con ella. En estos momentos es difícil ser neutral en Argentina. Todo el tiempo estamos a la defensiva defendiendo nuestras ideas.

Con respecto a las obras la forma puede ser de gran ayuda. Por ejemplo, en Basurero, lo más importante era contar un crimen de odio. Hay un chico víctima de la impunidad en Tucumán, pero ¿cómo lo vivimos en el norte? Para mí a través de distintas versiones orales que reflejan una ciudad viva. No somos simples espectadores. Por eso van a relatar su versión de los hechos un chófer de colectivo, un homeless, la madre, sus amigas, su amante, una prostituta. Basurero no es un relato policial. No trata de descubrir un asesino, sino mostrar a toda una sociedad partícipe. Para lograr esto, me ayudó la forma coral.  


La tendencia a la hibridación del género, ¿es pensada o no pensada?

Todo debería ser pensado en la buena literatura. Luego hay que ver si logra cumplir con su objetivo. La hibridación de géneros debe funcionar como algo cinematográfico: en un momento hay suspenso, terror, drama y en otro momento comicidad; el texto narrativo incluso puede ser poético, teatral, una conversación entre dos amigos, un trabajo práctico de literatura. Y luego ver si funciona.


¿La literatura de "lo raro" es una forma de respuesta al caos de las sociedades?

El NOA es sinónimo de lo raro. Desde nuestro nacimiento somos sometidos a rituales, plegarias, conjuros. Nuestras madres ven nuestro futuro en las cartas y nos advierten todo el tiempo de lo sobrenatural. Luego crecemos tomando todo tipo de té de hierbas. Aprendemos sobre las señales de la naturaleza, comprendemos a los pájaros, a la ruta, a los valles. Participamos del carnaval. Nos curamos del empacho con un cordón y la otitis con un cucurucho de papel de diario encendido al lado de la oreja.


¿Consideran que el siniestro y el extrañamiento configuran otro tipo de realismo que responde al presente?

Lo siniestro, el terror, la violencia, son temas que me interesan y me cuesta mucho correrme de ese lugar. Lo más probable es que me cueste un poco más escribir un texto cómico que sea excelente (es un buen ejercicio literario, escribir donde no nos sentimos cómodos). ¿Por qué? Mi escritura, en estos momentos, se relaciona mucho con mi trabajo actual. Escucho el relato de personas enfermas. Los veo en un momento crucial de sus vidas: enfermaron o se enfermó un ser querido. Están pasando por un mal momento. Se pierde la salud; todo es extraño. Por eso, se vuelve cotidiano en mi prosa.  


Martín Alanís

Nació en La Rioja en 1989. Es licenciado en Comunicación Social por la UNLaR. Vivió entre La Rioja y Buenos Aires, donde cursó estudios de periodismo narrativo en la Fundación Tomás Eloy Martínez y de Culturas y Narrativas para la Infancia y la Juventud en FLACSO. Asistió a talleres de escritura con Débora Mundani.

En 2022 publicó su primera novela, Las dueñas del drama (Falta Envido Ediciones). Su segunda novela, La procesión de las contradicciones (Plano Editorial), obtuvo el Premio de Novela Breve en el 2° Concurso Provincial de Narrativa de la Feria del Libro de La Rioja, con un jurado integrado por Mariano Quirós, Fabio Martínez y Sergio Galtieri.

Reside en La Rioja, trabaja en publicidad y colabora con medios locales con columnas de opinión.

FOTO GENTILEZA VALERIA TRÍAS

¿Hay un plan previo en la puesta en escritura?

En mi caso siempre es una frase inicial que rompe el molde, una frase inicial para empezar a deshilvanar el resto de la historia para volver a tejer la trama. Rosa Montero compara este inicio previo a la escritura como un huevecillo que luego va creciendo, Claudia Piñeiro dice que lo primero que se le viene a la mente es una imagen; en mi caso es una frase inicial: “Mire, la cosa es as” en Las procesión de las contradicciones; “Mostrame las manos”, en Las dueñas del drama. El resto es escritura y reescritura, se puede seguir un plan, cierta estructura por capítulo, pero a sabiendas de que ese plan puede fallar.

¿Influye el contexto de enunciación en la selección de la temática?

En mi caso creo que sí, las dos novelas que escribí hablan sobre La Rioja pero las escribí desde Buenos Aires cuando vivía allá. Creo que si no hubiese sido por las voces de esas mujeres en mis novelas no podría haber escrito ninguna de las dos novelas. Ellas van administrando la información en forma de rumor, de chisme, que tiene una fuerza amplificadora como ninguna otra forma literaria: el “te digo, le digo, me dijo” crea de hechos pequeños un retrato coral.

¿La selección de la forma es tan o más importante que el fondo o el contenido?

En mi caso es un 50 y 50: 50 es lo que se dice, 50 es cómo se dice; al menos así lo aprendí del periodismo narrativo. Creo que la forma te da ciertos contornos elásticos donde el fondo está de alguna manera contenido.  

La tendencia a la hibridación del género ¿es pensada  o no pensada?

Creo que a veces es una necesidad que responde más a la industria editorial que a las propias editoriales o a los escritores esto de encasillar novelas en géneros para ponerlas en venta en determinados stands. Las dueñas del drama y La procesión de las contradicciones son dos novelas y punto, porque tienen elementos dramáticos, políticos y religiosos, mucho humor negro y también un poco de costumbrista, sin caer en la caricaturarizacion que aborrezco.

¿La literatura de "lo raro", es una forma de respuesta al caos de las sociedades?

No, partiendo de la base que la literatura no tiene que dar respuesta de nada; creo que tiene que sembrar más inquietudes que respuestas concretas; en cuanto a lo raro, la sociedad ya está rara: si lo tomamos de una manera promontoria, puede ser que muchas veces nos imaginamos los peores espantos que luego sí forman parte de lo que vivimos. Esa es la terrible dualidad de la literatura, a veces funciona como una gran metáfora de lo que nos rodea pero sin la capacidad de resolver nada a corto plazo o de una manera más concreta:

¿Consideran que el siniestro y el extrañamiento configuran otro tipo de Realismo que responde al presente?

Como dije anteriormente, creo que la realidad está rara y cíclica: estamos viviendo coletazos del pasado que nos parecían solo anecdóticos. Hoy la literatura traduce los horrores que nos rodean, pero también nos advierte de los tiempos por venir.