Cada 9 de junio, el santoral católico celebra la memoria de San Efrén de Siria, uno de los grandes padres de la Iglesia del siglo IV, conocido como “el arpa del Espíritu Santo” por su profunda espiritualidad expresada a través de la poesía y la música. Teólogo, diácono y escritor prolífico, San Efrén es también doctor de la Iglesia, título que reconoce su influencia doctrinal y su compromiso con la fe.

Nacido alrededor del año 306 en Nisibe (actual Nusaybin, Turquía), Efrén vivió en tiempos de intensos debates teológicos y conflictos religiosos. Frente a las herejías que amenazaban la unidad de la Iglesia, utilizó su talento poético como herramienta catequética. Compuso himnos y comentarios bíblicos en siríaco, lengua hablada en su región, con una profundidad lírica que aún hoy conmueve.

Sus obras no solo enriquecieron la liturgia del cristianismo oriental, sino que también fueron una forma de resistencia cultural y espiritual frente a los desafíos de su época. Murió en el año 373 en Edesa (hoy Şanlıurfa, Turquía), y su legado fue tan potente que en 1920 el papa Benedicto XV lo proclamó Doctor de la Iglesia.

Junto a San Efrén, el calendario litúrgico también recuerda este 9 de junio a otros santos y beatos menos conocidos pero igualmente venerados, como San Primo y San Feliciano, mártires romanos, y Beato José de Anchieta, jesuita misionero en Brasil, figura clave en la evangelización del continente americano.

Como cada fecha del santoral, el 9 de junio ofrece la oportunidad de revisar no solo la historia de estos personajes, sino también las formas en que sus vidas siguen inspirando a creyentes en todo el mundo.