Las inferiores son el vivero de cada club. A los jóvenes talentos hay que regarlos, cuidarlos y mantenerlos. En Atlético, poco a poco, se empezó a cultivar esa cultura. El “Decano” sueña con convertirse en el gran semillero tucumano y, en los últimos años, empezó a demostrarlo. Tomás Cuello, Agustín Lagos, Ignacio Maestro Puch, Nicolás Romero, Mauro Osores y Ramiro Ruiz Rodríguez son algunos de los tantos frutos que florecieron en la cantera decana. Todos crecieron y dieron sus primeros pasos en el complejo Ojo de Agua.

Hoy, el encargado de que esa proyección se sostenga es Martín Anastacio, director deportivo del club. Su sueño es ver, algún día, a un Atlético compuesto íntegramente por futbolistas nacidos y formados en casa.

“El resultado no es lo más importante en estas etapas. Hoy hacemos mucho hincapié en el desarrollo deportivo y psicológico de los chicos. Todos deben potenciar su parte técnica y física, porque nuestro objetivo es que puedan llegar a ser profesionales del fútbol, en Atlético o donde sea. Ese es el verdadero rol de la cantera”, reflexiona.

Anastacio conoce el club como pocos: dirigió la Reserva, la Primera liguista y atravesó casi todas las etapas del fútbol formativo. Ahora, desde un rol que exige una mirada más amplia, supervisa un ecosistema que involucra a cerca de 400 jugadores, desde Novena hasta Cuarta División. Ellos conforman los planteles de AFA y los bloques B que compiten en la Liga Tucumana. Además, unos 40 chicos viven actualmente en la pensión del club, distribuidos entre distintas categorías, incluida la Reserva.

El director cuenta que se invierten alrededor de $15.000 por día por cada chico alojado en la pensión. Todos asisten a la Escuela de Comercio Presidente Urquiza gracias a un convenio con la institución.

“Tienen todo lo que necesitan. Además del estudio, brindamos un acompañamiento muy cercano para que se formen de la mejor manera posible”, señala.

Uno de los grandes desafíos, según Anastacio, es trabajar el aspecto emocional de los juveniles. Desde adolescentes, deben aprender a lidiar con frustraciones y evitar malos hábitos.

“Siempre tenemos charlas y trabajamos mucho con las psicólogas. Están muy cerca de los chicos y abordan temas clave como el uso de redes sociales o cómo enfrentar malas influencias, comunes a toda la sociedad. Nuestra idea es que lo extrafutbolístico no condicione su rendimiento. También seguimos de cerca su desempeño escolar. La norma es clara: el que no estudia, no juega. Nos parece que esa debe ser su prioridad, porque no todos llegan a Primera. Como club, tenemos la misión de formar personas más que futbolistas”, explica.

La identidad

Otro de los pilares del proyecto, según Anastacio, es consolidar una identidad futbolística clara.

“Antes, cada entrenador tenía sus métodos, pero hoy nos enfocamos mucho en el estilo. Queremos que nuestros chicos se formen con el buen trato de pelota, la salida limpia, el juego asociativo… Es un trabajo que también los prepara para mostrar cualidades atractivas ante otros clubes”, detalla.

Desde su experiencia, considera que ese es el camino para proyectar jugadores con futuro en Primera.

“Cuando era DT de la Reserva, más de 20 jugadores llegaron al plantel superior. Todos eran chicos con gran proyección que, con un poco de tiempo, iban a llegar lejos. Y así fue. Muchos terminaron siendo ventas muy buenas para el club”, señala.

En ese marco, el año pasado se implementó un selectivo de juveniles con perfil de Reserva.

“Es el caso de (Thiago) Tarabay, (Luis) Bertulo y otros chicos que están cerca de asentarse en esa categoría. Hacen trabajos en contraturno porque entendemos que ellos son el futuro de la institución”, explica.

El gran anhelo, afirma, es consolidar un plantel con mayoría de futbolistas made in Atlético.

“Nuestra idea es que, en un futuro, solo tengamos que incorporar cuatro o cinco jugadores por mercado de pases. Y no mucho más”, concluye.