“Los chicos de Newell‘s quisieron una foto con un jugador de Primera. Es algo normal. Yo a mi edad también me hubiera sacado una foto con un jugador sin importar la camiseta. Ese es el ejemplo que queremos dar. El mensaje es que esta bien sacarse la foto”. El mismísimo Lionel Scaloni pronunció estas palabras en conferencia de prensa. El episodio al que se refirió ya es conocido a nivel nacional: seis jugadores de las categorías infantiles del club rosarino, de apenas nueve años de edad, se sacaron una foto con Ignacio Malcorra, acto que los llevó a ser suspendidos por el club. Una consecuencia que causó conmoción en el ambiente futbolero del país.
El fútbol argentino se vive con una pasión que, muchas veces, excede lo racional. La cultura del “folklore” lleva a que los límites entre lo que está bien y lo que está mal sean difusos. Y este episodio lo refuerza.
“Lo primero que me surge con este episodio es la hipocresía. Se hacen las campañas de que somos rivales, no enemigos, pero adentro de los clubes el mensaje es otro”, expresó Diego Murzi, sociólogo y presidente de la ONG Salvemos al Fútbol.
Murzi aseguró que los clubes entran en contradicción entre lo que dicen y lo que hacen. “Reivindican que la formación de un futbolista es una formación en valores, más allá de lo deportivo; y en realidad acá lo que muestran es que se está pensando solamente en lo deportivo, y pensándolo como una competencia contra un otro que con el que es imposible convivir”, analizó.
“Cada vez es más difícil convivir con un otro que es diferente a todo nivel, pero a eso el fútbol lo potencia”, aseguró Murzi._Y pese a lo polémico, el mensaje que mandó Newell‘s, según aseguró, terminó siendo efectivo. “Los chicos, más a la edad que tiene los pibes que fueron sancionados, van a pensar ahora que si los ven o los relacionan con alguien de otro equipo, les sacan la beca o los sacan del club y les cortan la carrera”, apuntó.
Con más fuerza todavía que Murzi, se expresó en la misma línea Pablo Alabarces, sociólogo con vasta trayectoria en el estudio del fútbol en la cultura popular. “Es una animalada. Al presidente del club habría que echarlo, pero no va a ocurrir nada porque todos los dirigentes de fútbol piensan exactamente igual. Porque toda la cultura futbolística está estructurada sobre esta idea según la cual el adversario es el enemigo; y si el enemigo está muerto, mejor todavía”, aseguró Alabarces.
Roxana Laks, licenciada en psicología y especialista en sociología, también remarcó que el episodio va a contramano de los valores que el fútbol dice formar. “La mirada infantil, esa que busca modelos en los cuales proyectarse y celebra el encuentro con ídolos deportivos, termina siendo objeto de sanción por no respetar rivalidades y pasiones que aún no comprende del todo. Es un hecho que revela una serie de conflictos sociales que se manifiestan en distintos planos”, analizó.
“Este suceso habla de rivalidades, de intolerancia, de odio... Todo lo contrario a los valores que deberíamos transmitir en la educación de nuestros niños y niñas en tiempos tan hostiles como los actuales. Lo cierto es que este problema no nace en la infancia, sino en el mundo adulto. Un mundo en el que la bronca hacia quien piensa distinto, la agresión a lo disidente, la burla y el desprecio se han instalado con fuerza”, agregó Laks.
Daniel Petrella, histórico formador del fútbol tucumano, es otra voz que cuestionó lo sucedido, y aseguró que atenta contra el fútbol mismo. “Son chicos. Ni saben, ni se dan cuenta de lo que podía haber venido después. Esos chicos ahora van a ver un jugador de Central y van a correr para otro lado. De esa forma sacan a los chicos de la cancha”, afirmó.
En líneas generales, la sociedad argentina, en su mayoría, rechazó el hecho. Ahora bien, cabe preguntarse, ¿es un suceso aislado? ¿O es, efectivamente, un reflejo -algo extremo- de un comportamiento habitual en la sociedad? Si es así, a quienes les quepa la responsabilidad, les cabrá la tarea de un análisis profundo para saber qué cambiar. Porque está claro que sancionar un simple hecho como tomarse una foto con un futbolista profesional nunca será, ni puede ser, el camino correcto.