Sofía Robles, de 19 años, cursa Gastronomía. Terminó el secundario en 2024 y se anotó en una escuela de cocina con la idea de convertirse en chef. Mientras estudia, esta tucumana busca un empleo de medio turno, pero sólo encuentra propuestas de moza o vendedora por temporada. “No hay nada de lo que me gusta. Además, todos exigen un horario fijo o rotativo”, dice. Intentó postularse en locales de diseño o agencias de turismo, pero le exigen experiencia o saber inglés avanzado, algo que aún no domina. También le importa el ambiente laboral: prefiere lugares tranquilos, donde el ritmo no sea agotador. “Es como si el mercado no tuviera lugar para mí”, resume.

La mayoría de los jóvenes argentinos se enfrenta a un mercado laboral hostil. Un informe de octubre de 2024 de Junior Achievement Argentina y de ManpowerGroup revela que 9 de cada 10 jóvenes reconoce tener dificultades para conseguir trabajo. Este estudio basado en encuestas a miles de chicos de ambos géneros de América Latina destaca que la falta de experiencia es la traba principal (72%), junto con la incompatibilidad de los horarios de estudio (48%) y la escasez de vacantes en sus áreas de interés (43%). Con estas cifras sobre la mesa, se entiende por qué terminar el secundario o la universidad no garantiza conseguir el primer empleo.

Los números, además, son contundentes en términos de calidad laboral. Sólo el 13% de los jóvenes de 19 a 25 años logra un empleo estable –definido como más de 30 horas semanales con aportes jubilatorios–, y ese porcentaje cae a apenas al 2% entre quienes no terminaron el secundario.

En las redes están ellos, pero no las ofertas

Los datos oficiales confirman lo que sienten muchos jóvenes: las barreras para insertarse en el mercado son reales. El 72% de los encuestados señala la falta de experiencia como el principal impedimento para acceder a un empleo formal. Tras ese obstáculo viene la incompatibilidad de horarios –los jóvenes cursan estudios y no pueden tomar puestos full time– y la escasez de vacantes en sus áreas de interés. A su vez, el estudio regional de ManpowerGroup y Junior Achievement titulado “Escasez de oportunidades laborales para los jóvenes”, encuestó a más de 3.000 jóvenes de América Latina y encontró resultados similares: muchos destacan que las ofertas disponibles no coinciden con sus aspiraciones y habilidades.

La desilusión también se refleja en las búsquedas diarias: 7 de cada 10 jóvenes admiten haber aceptado trabajos fuera de su interés o en rubros no deseados sólo por necesidad económica o falta de alternativas. Por ejemplo, el estudio nombra un estudiante que quería trabajar en tecnología terminó colocando mesas en un restaurante para “ir juntando experiencia” y llevar dinero a su casa. Otra joven, interesada en la literatura, aceptó vender ropa en un local aunque sentía que no tenía nada que ver con su vocación. En paralelo, la principal herramienta de búsqueda para los chicos son las redes sociales: un 90% las utiliza para buscar empleo. Sin embargo, sólo el 21% de las empresas recurre a esos canales para reclutar talento, lo que agrava la desconexión entre oferta y demanda. Todo esto agiganta la sensación de puertas cerradas.

LO MÁS DIFÍCIL; ESTUDIAR Y TRABAJAR. La situación es especialmente compleja para quienes necesitan generar ingresos para sostener su educación. / ARCHIVO

Voces de jóvenes

Los jóvenes consultados por LA GACETA corroboran estas cifras adversas. Facundo Aragón tiene 24 años y estudia la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación en la Universidad Nacional de Tucumán. Hoy busca trabajo a través de redes sociales y publicaciones en Facebook, aunque recuerda que antes recorría los comercios del centro dejando su currículum impreso. Participó de capacitaciones virtuales impulsadas por el Estado, donde aprendió computación e idiomas. Valora esa experiencia, pero siente que el mayor obstáculo es no tener contactos. “Cuando conocés a alguien, entrar a trabajar es más fácil”, comenta. Ya intentó emprender dos veces: primero vendiendo accesorios para celulares y luego ropa interior. A pesar de sus intentos, la frustración persiste: “todos los días busco trabajo y no encuentro nada. Me gustaría que haya empleos pensados para estudiantes, de pocas horas, así podés seguir con la carrera”.

Lucas Martín tiene 21 años y no completó el secundario. Empezó a hacer changas para ayudar en su casa desde muy joven. Viene de un pueblo del interior donde no hay muchas opciones laborales y tuvo que postergar el colegio. Cuando intentó postularse para un puesto en un supermercado, le dijeron que debía terminar los estudios primero. Ahora vive en la capital tucumana con amigos y busca oportunidades como mozo o repartidor, pero no consigue algo estable ni con aportes. “Para mí no hay ofertas buenas”, afirma. Su caso ilustra una realidad común: quienes no completaron la educación obligatoria tienen muchas menos chances de conseguir un empleo formal.

Mayra Santana, 26 años, trabaja de forma part time. Desde hace tiempo se apoya en las redes sociales para buscar empleo y prefiere enviar su currículum por correo electrónico, algo que, según dice, le facilita bastante el proceso. Participó de un curso de capacitación de la Oficina de Empleo y luego trabajó en una estación de servicio, pero decidió no renovar el contrato. “Me impulsó la idea de emprender, quiero ser mi propia jefa, pero es difícil porque muchas veces la gente no compra si no es algo esencial”, explica. Hoy trabaja pocas horas y asegura que no le alcanza para cubrir todos sus gastos. “Lo que más me frena es la mala paga, el maltrato y vivir lejos del centro, eso encarece todo. Me gustaría que haya más capacitaciones y que te digan claramente qué se necesita para cada puesto”, propone. También imagina una plataforma accesible donde se publiquen ofertas con una base de formación mínima para quienes recién empiezan.

Buscando soluciones

Las experiencias personales confluyen con la preocupación de los expertos. Para Junior Achievement Argentina, “la dificultad que manifiestan los jóvenes para insertarse en el mercado de trabajo es realmente alarmante”. Por eso, su Dirección Ejecutiva advierte que hace falta transformar la educación y la vinculación con las empresas: se necesitan programas de aprendizaje activo que enseñen habilidades laborales clave desde edades tempranas. ManpowerGroup Argentina también alza la voz: su Presidencia señaló que los resultados del estudio son “un llamado de atención sobre las barreras que enfrentan los jóvenes”, e insta a empresas, gobiernos y centros educativos a colaborar para reducir estas brechas. En la Guía de Orientación 2024 de Junior Achievement se enfatiza justamente la creación de “vías para la empleabilidad” juvenil como respuesta al desempleo.

El desafío es enorme y requiere acción urgente. Mientras tanto, los jóvenes siguen frente a la pantalla, consultando bolsas de trabajo y grupos de WhatsApp, pero la mayoría recibe silencio o condiciones precarias. Mayra, Facundo, Lucas y Sofía tienen un sueño: empezar una vida laboral con cierta normalidad. La estadística indica que ese sueño sólo se cumple para unos pocos. Si empresas y políticas educativas no modifican sus exigencias (por ejemplo, valorando el potencial por encima de la experiencia previa), la brecha laboral perdurará y nuevos egresados correrán la misma suerte.