¿Por qué de un tiempo a otro ganar en La Ciudadela se volvió tan difícil? ¿Podrá Ariel Martos solucionar este problema para la segunda rueda? Las preguntas merodean en la cabeza de los hinchas desde el instante en que Facundo Cardozo remató al arco y desató la euforia de todo San Miguel, que se terminó quedando con los tres puntos. La imagen fue clara, contundente, y a la vez frustrante para un San Martín que volvió a mostrarse vulnerable en su casa, un escenario que hasta no hace mucho tiempo era casi inexpugnable.
¿Tuvo situaciones San Martín? ¿Es el mismo desempeño tanto de local como de visitante? Las respuestas son variadas, aunque pocas convencen del todo. El “Santo”, que se presentó con una banda izquierda renovada con la titularidad de Nahuel Cainelli y la continuidad de Ulises Vera, intentó tomar las riendas del partido desde el primer minuto. A los 49 segundos, Juan Cuevas ya había probado al arquero rival tras un pase largo de “Mocho” Vera, dando indicios de que el equipo salía a buscar el resultado desde el arranque.
Sin embargo, esa primera intención no tuvo continuidad. El resto de la etapa inicial ofreció poco en cuanto a situaciones claras. Apenas un cabezazo desviado del propio Cuevas y un remate de Juan Cruz Esquivel que pasó cerca, pero sin exigir demasiado. La defensa del “Trueno Verde”, bien parada y concentrada, supo neutralizar a los creativos de San Martín, y cada avance del local terminaba diluyéndose entre malas decisiones o ejecuciones imprecisas.
El segundo tiempo fue una continuación de esa falta de ideas. San Martín no pudo quebrar esa imagen deslucida que lo viene acompañando. Le cuesta generar juego desde la mitad de la cancha, donde el equipo pierde precisión e intensidad a medida que pasan los minutos. A esto se le suma un retroceso defensivo en el que se notaron algunas ausencias clave. Mateo Pérez, no se mostró firme en la marca y dejó varios espacios.
Lo cierto; es que el “Trueno Verde” tuvo su mejor pasaje en un corto lapso. Primero, Bruno Nasta remató con fuerza al arco y obligó a Darío Sand a enviar la pelota al córner. Luego, con la defensa desatenta en el balón detenido, Cardozo apareció solo y definió con precisión para marcar el 1 a 0.
A partir de allí, todo fue cuesta arriba para el “Santo”. Sin ideas claras, sin precisión en el último pase y con nerviosismo creciente. Martos movió el banco, buscó variantes, pero el equipo no respondió. Lautaro Taboada tuvo un cabezazo que se fue por arriba del travesaño y Cainelli, en el mano a mano más claro de todo el segundo tiempo, definió desviado. Nada alcanzó.
La Ciudadela, que supo ser una fortaleza, hoy es terreno donde las dudas crecen. Ya no pesa como antes. Ya no intimida. Los rivales llegan con otro ánimo, sabiendo que con orden y paciencia pueden llevarse algo. Esto, sumado a la merma futbolística, enciende las alarmas en Bolívar y Pellegrini.
Y es que si bien los números de la primera rueda no fueron malos, este último resultado preocupa pensando en lo que se viene.
El “Santo” cerró la etapa inicial con una campaña más que aceptable, pero la imagen que dejó en los últimos partidos, especialmente cuando juega en casa, obliga a replantear muchas cosas.
El equipo perdió solidez, carece de sorpresa en ataque y muestra una preocupante irregularidad. Y esto lo sienten los hinchas, que acompañan siempre, pero que se marchan con gestos de resignación.
Martos tendrá una semana sin partidos por delante para trabajar.
Un tiempo valioso, no sólo para recuperar aspectos tácticos y físicos, sino para reforzar lo anímico. El equipo necesita reencontrarse con su juego, con su identidad, con ese carácter que lo distinguía, especialmente cuando jugaba ante su gente.
Durante este lapso sin actividad, será clave trabajar en la generación de juego, en recuperar el equilibrio defensivo y, sobre todo, en volver a hacer de La Ciudadela un bastión.
El desafío que se viene para San Martín
El próximo desafío será contra Almagro, nuevamente en casa. Otro examen, otra oportunidad para cambiar la cara. Y también, para empezar a dar respuestas a todas esas preguntas que siguen flotando en el aire. Porque ganar en casa ya no es una costumbre, sino una urgencia.