La elección de un nuevo Papa es uno de los momentos más solemnes y esperados en la Iglesia Católica. Tras días de deliberación y votación secreta en el Cónclave, cuando finalmente un cardenal obtiene los votos necesarios, se le formula una pregunta clave: "¿Aceptas tu elección canónica como Sumo Pontífice?" Pero, ¿qué pasa si responde que no?
Aunque poco frecuente, un cardenal sí puede rechazar ser Papa, y de hecho, ha ocurrido a lo largo de la historia.
El derecho a decir “no”
El Derecho Canónico establece que una vez elegido, el candidato debe aceptar libremente el cargo. Si no lo hace, la elección no tiene efecto, y se debe votar nuevamente. La aceptación debe ser inmediata y verbal, y sólo entonces se convierte formalmente en Pontífice.
Este derecho de rechazar el papado ha sido invocado en distintas ocasiones, aunque muchos casos quedaron fuera del ojo público por el estricto secreto que rodea el Cónclave.
Casos históricos documentados
Uno de los ejemplos más conocidos es el del cardenal Giovanni Colombo, arzobispo de Milán, quien en el Cónclave de 1978 recibió varios votos. Previendo esta posibilidad, había dejado instrucciones explícitas de que no aceptaría bajo ninguna circunstancia, debido a su avanzada edad y salud. Finalmente, fue Karol Wojtyła quien resultó elegido y asumió como Juan Pablo II.
Otro caso relevante es el de San Felipe Neri, en el siglo XVI. Aunque no fue oficialmente elegido, fue considerado seriamente por los cardenales. Ante los rumores de su posible elección, respondió con humor: "Prefiero huir al fin del mundo que ser Papa". Su negativa era tajante, y el mensaje era claro: no tenía interés en el poder eclesiástico.
También se ha documentado que en el Cónclave de 1903, el cardenal Mariano Rampolla estuvo a punto de ser elegido Papa, pero fue vetado por el emperador austrohúngaro Francisco José I, utilizando un privilegio político entonces vigente. Aunque no rechazó la elección voluntariamente, este hecho histórico demuestra que incluso los procesos de votación pueden interrumpirse inesperadamente.
La renuncia antes de aceptar
En muchos otros casos, se cree que algunos cardenales han rechazado su elección durante las deliberaciones preliminares, incluso antes de recibir la mayoría necesaria. Al verse favorecidos en las primeras votaciones, han hecho saber discretamente a sus pares que no aceptarían la carga del papado, lo cual influye en el rumbo del Cónclave.
Un acto de humildad o temor
Rechazar el papado puede interpretarse como un acto de profunda humildad, reconociendo los límites personales ante una responsabilidad espiritual y política tan inmensa. También puede estar motivado por la salud, la edad avanzada o la conciencia del momento histórico que se atraviesa.
Sin embargo, no aceptar el papado es una decisión excepcional. Desde la Edad Media hasta hoy, la gran mayoría de los cardenales elegidos aceptaron el cargo.