Tuvo que pelearla desde todos lados. Contra las lesiones, la ansiedad, la incertidumbre y el sacrificio de estar tan cerca, pero a la vez tan lejos de su sueño. Tomás García soñaba con ser arquero de San Martín de Tucumán desde niño, pero el camino no fue fácil. Decidió dejar sus estudios de Recursos Humanos, enfrentó las dudas de su familia y, a veces, parecía que el fútbol lo olvidaba. Sin embargo, nunca bajó los brazos. El sábado, en La Ciudadela contra All Boys, ese sueño se hizo realidad: debutó oficialmente con la camiseta que siempre soñó.
“Fue una sensación única. Es todo lo que soñé desde chico. Mi familia estuvo ahí en todo momento, luchando a mi lado, y hoy es un sueño hecho realidad. Nunca me olvidé de lo que quería, pero tampoco de lo que debía hacer para lograrlo”, contó García con los ojos brillosos por la emoción.
Tomás nació y creció en Delfín Gallo, localidad ubicada a 15 kilómetros de la capital, y desde muy joven comenzó su formación en la escuela de fútbol Miguel Brandán. Finalmente a los 15 años llegó a San Martín tras una prueba que le consiguió su primer entrenador. “Comentaron en el club sobre un arquero. Me hicieron la prueba y quedé. Fue todo muy rápido”, recordó.
Sin embargo, el camino no fue fácil. A menudo tenía que viajar largas distancias en colectivo con su hermano Mateo y su madre Alejandra. En su casa, el apoyo siempre fue incondicional. Además, su papá Franco, también lo acompañaba en cada etapa, aunque con diferentes tiempos por su trabajo (es mozo).
“Después del debut todos en el bar lo felicitaron a mi viejo. Él estaba más emocionado que yo”, dijo García. “Cuando empecé a entrenarme en San Martín, mi familia siempre estuvo. A veces era mi mamá o mi papá los que me llevaban; nunca dejaron de apoyarme”, agregó.
Pero el verdadero desafío comenzó cuando Tomás tomó la decisión de dejar la universidad. Había iniciado la Licenciatura en Recursos Humanos, pero el fútbol era su verdadera pasión. “Me costó mucho esa decisión; no fue fácil dejar algo ‘seguro’ por un sueño. Mi familia, por supuesto, se preocupó. ¿Quién no lo haría? Pero siempre me apoyaron, aunque al principio me costó hacerles entender que esto era lo que realmente quería”, explicó Tomás, con cierta convicción.
“A veces sentía que el sacrificio no valía la pena. No estaba en el banco, ni me convocaban, y había días en los que pensaba si alguna vez llegaría mi momento. Pero ellos estaban ahí para empujarme. Eso me motivó a seguir; ellos confiaban en mí”, comentó.
A lo largo de su formación, Tomás no solo tuvo que enfrentar la falta de oportunidades. También vivió momentos difíciles, como un accidente automovilístico que lo dejó fuera de las canchas por un mes y medio. “Fue un golpe duro. Pensé que mi carrera podía estar en peligro. Fue un accidente fuerte en el que me lastimé la cabeza, pero lo más difícil fue la recuperación. Sin el apoyo de mi familia y de Lourdes, mi novia, no sé cómo habría salido adelante. Ellos nunca me dejaron solo”, confiesa.
“Lo más importante fue el acompañamiento psicológico. La psicóloga del club, Solarena Assan, fue clave para mí. Hoy en día el fútbol es tan mental como físico. Con ella aprendí a manejar la ansiedad, a seguir luchando. Nunca me sentí solo en todo el proceso”, expresó García, resaltando la importancia del trabajo psicológico en su carrera.
Primera convocatoria
En 2023, Tomás comenzó a ver un cambio en su situación. Su primer llamado al plantel profesional llegó en San Juan a través de Pablo Frontini, cuando San Martín empató contra el “Verdinegro”. “Fue un partido histórico para mí. No jugaba, pero estaba ahí, en el banco. Ahí supe que el esfuerzo que había puesto todos esos años estaba empezando a dar frutos”, dijo García con una sonrisa.
El debut
Si bien pasó bastante de aquel momento, la ausencia de Nicolás Carrizo entre los convocados le abrió otra oportunidad. La Ciudadela, su casa, vibraba mientras San Martín empataba 1-1 contra All Boys. En el minuto 82, Ariel Martos (ese técnico que lo había dirigido en la Liga) le pidió a Tomás que se preparara. “Cuando me dijeron que entraba, no lo podía creer. Era el momento por el que tanto había esperado. En ese instante, me sentí más fuerte que nunca”, recordó con emoción.
Tomás ingresó al campo de juego como reemplazo de Darío Sand, quien sufrió una molestia en la rodilla. “Lástima el resultado y el motivo por el que me tocó entrar, que fue una lesión de mi compañero. Fue un partido atípico, pero lo que más recuerdo es la sensación de entrar al campo, ver a la gente en la tribuna. El ‘profe’ Eduardo González me dijo que estuviera tranquilo, que estaba preparado para ese momento. Estaba tan enfocado que ni recuerdo que me dijo Sand durante el cambio”, contó.
Martos, quien lo había seguido de cerca desde sus primeros días en el club, fue quien le dio esa oportunidad tan esperada. “Es una persona que siempre te dice la verdad. Yo sabía que, si me tocaba jugar, lo iba a hacer por méritos propios”, aseguró.
Pasaron 25 arqueros entre el debut de José María Quiroga (el último arquero surgido de las inferiores del “santo”, allá por 2001) y el de García. Pero pocos pueden contar una historia tan cargada de esfuerzo, amor familiar y fe como la suya. “A la camiseta del debut la voy a enmarcar. Es un símbolo de todo lo que pasé para llegar aquí”, concluyó.