La suspensión del partido entre Atlético Tucumán e Independiente, que debía disputarse el viernes pasado, provocó un desajuste significativo en el cronograma del equipo dirigido por Lucas Pusineri. A la ya apretada agenda del “Decano” se le suman ahora la incertidumbre por la reprogramación de ese encuentro, la acumulación de partidos decisivos en pocos días y la posibilidad de enfrentar un parate de casi tres semanas antes de medirse con Boca por Copa Argentina. Todo esto configura un cierre de semestre tan intenso como inusual.

Por delante, Atlético deberá disputar tres compromisos fundamentales por el Torneo Apertura 2025. El primero será el lunes 28 de abril frente a Godoy Cruz en Mendoza. Luego, en principio y a falta de confirmación oficial, el viernes 2 de mayo se jugaría el postergado ante Independiente. Y apenas cuatro días más tarde, el martes 6 de mayo, cerraría su participación en la fase regular del certamen contra Lanús. Ese breve lapso de nueve días puede definir gran parte del semestre para el conjunto tucumano. Atlético aún sueña con meterse entre los ocho mejores de la zona B y acceder a los octavos de final del torneo. Si lo logra, la competencia continuará inmediatamente. Pero si queda eliminado, el equipo entrará en una inactividad preocupante.

En caso de no avanzar en el Apertura, Atlético enfrentará un parate de aproximadamente tres semanas sin competencia oficial. Recién a fines de mayo disputará su siguiente encuentro: será ante Boca por los 16avos de final de la Copa Argentina, en un duelo que todavía no tiene sede ni fecha confirmadas, aunque se especula que se jugaría antes de que el “Xeneize” viaje a Estados Unidos para disputar el Mundial de Clubes. Ese bache entre el 6 de mayo y el partido con Boca representa un desafío importante para el cuerpo técnico. Sin partidos de reserva, sin rivales disponibles para amistosos —ya que el torneo local, la Copa Libertadores y la Sudamericana seguirán su curso—, y con los planteles de la Liga Tucumana recién comenzando su actividad, a Atlético le será difícil mantener ritmo competitivo. Además, el plantel no podrá ser licenciado, lo que obliga a sostener entrenamientos durante semanas sin un objetivo inmediato, algo que puede afectar tanto desde lo físico como en lo mental.

El calendario también juega en contra desde lo físico. Varios jugadores arrastran molestias tras una temporada larga, y la seguidilla de tres partidos en poco más de una semana exigirá una rotación inteligente por parte de Pusineri. Si bien algunos futbolistas valoraron la postergación del encuentro con Independiente como una oportunidad para recuperarse, esa misma reprogramación genera ahora una congestión que puede dejar secuelas. En este contexto, el cuerpo técnico deberá planificar con precisión quirúrgica. Cada punto en juego es clave para seguir con vida en el Apertura. La gestión de los minutos, la administración del desgaste y la capacidad de sostener la intensidad serán factores determinantes para llegar con chances y en forma al tramo final.

Lo positivo, dentro de este escenario desordenado, es que el partido por Copa Argentina se jugaría antes del receso invernal y con Boca probablemente pensando más en su futuro inmediato en el Mundial de Clubes que en el torneo local. No sería descabellado imaginar que el equipo de Fernando Gago decida preservar algunas de sus figuras y presente una formación alternativa, lo que podría equiparar las condiciones del partido. Para Atlético, sería la posibilidad de dar el golpe y avanzar de ronda.

Mientras tanto, en las oficinas de 25 de Mayo y Chile esperan con expectativa la confirmación oficial de la nueva fecha del partido ante Independiente, que será clave para ordenar la planificación de las próximas semanas. Por lo pronto, el plantel viajará el domingo rumbo a Mendoza en avión y el partido ante Godoy Cruz por la tarde del lunes. El regreso será por tierra, con un escaso margen de recuperación antes del siguiente compromiso.

Atlético Tucumán enfrenta un cierre de semestre tan desafiante como ilusionante. Pese a los contratiempos, los jugadores y el cuerpo técnico mantienen el optimismo, conscientes de que aún quedan chances de clasificar y de dar pelea en la Copa Argentina. Pero también saben que la desorganización del calendario y las exigencias del fixture pueden jugar en contra. Lo que viene, sin dudas, será una prueba de carácter para el equipo de Pusineri.