“Señor Dios, hoy queremos pedalear para pensar en tu amor y ser testigos de la esperanza de tu misericordia. Danos la serenidad para comprender lo que hoy nos quieres pedir y danos la valentía para actuar con las conclusiones que hemos de sacar de este pedalear. Amén.” Con esa oración y un minuto antes de las 10, el padre Luis Zazano dio inicio a una travesía poco común pero profundamente sentida. La esquina de Mendoza y pasaje García, en Las Talitas, fue el punto de partida hoy de la primera edición de la “Bicicleteada Jubilar: Pedaleando por la Esperanza”, una propuesta nacida del corazón de un párroco con ideas claras y una fe expansiva.

Zazano, párroco de la iglesia San José Obrero, encontró la inspiración durante su peregrinación al Camino de Santiago en España: “El año pasado, cuando cumplí 40, me regalé el ir a Santiago de Compostela. Hice la peregrinación y recorrí más de 100 kilómetros caminando. Los paisajes eran espectaculares pero muy similares a los tucumanos”, recordó el clérigo. La experiencia, lo llevó a imaginar un camino propio. “Hay lugares de España que se asemejan mucho a la zona de La Granja y Timbó Viejo hasta La Mesada, cerca de El Cadillal. En ambos hay limones, mucha vegetación, ríos y montañas muy parecidos a Galicia”, reveló Zazano.

PADRE. Zazano se define como un “influencer” de Dios y usó las redes para convocar al evento.

La propuesta surgió del cruce entre esa vivencia europea y su cercanía con la comunidad: “Cada viernes santo que iba a celebrarlo al campo, veía que había ciclistas andando y sé que lo mismo salen a pedalear, por lo que pensé solo en encauzarlos y estructurarlo en un ámbito religioso”, contó el párroco.

FIELES Y BIKERS. Hombres y mujeres se convocaron ayer en la parroquia San José Obrero en Las Talitas.

Y así nació el proyecto: una ruta de 30 kilómetros por los caminos tucumanos que atraviesan siete capillas. En cada una, los ciclistas debían detenerse para sellar un pasaporte similar al que se entrega en Compostela. Cada parada estaba acompañada por una reflexión, ligada a una tentación que muchos enfrentan en la vida: el aislamiento, la desconfianza, el materialismo, el exceso de trabajo, los pensamientos del pasado, la ansiedad y la pérdida del sentido espiritual. “No es solo pedalear, los invito a reflexionar en cada tramo”, explicó Zazano y agregó sorprendido que “es una pedaleada jubilar porque este año es el Jubileo de la Iglesia Católica. Incentivé a los ciclistas, pero nunca imaginé que se inscribirían casi 300 personas”.

Pedaleando para sumar miles de “mujeres bicibles”

A pocos minutos de la largada, Guadalupe Toranzo, vecina del barrio y asistente habitual a misa en San José Obrero, sonríe y revela que compró una bicicleta especialmente para este evento. “Solo anduve dos veces y esta será la tercera. Emprendo el recorrido con fe más que con estado físico”, dijo entre risas la vecina. Luego, la emoción le ganó la voz: “Me preparé espiritualmente para esto. Abrí mi conexión con Dios el año pasado con más fuerza que antes y voy motivada. Mi intención es agradecer la presencia de Dios en mi vida. Voy en paz y con la presencia de Dios”, confesó con los ojos aguados.

A su lado está Javier, su esposo y profesor de educación física. Mientras ajustaba la mochila donde guarda frutas, agua y sales minerales, comentó: “Lo vivo con fe y es algo introspectivo para encontrarme conmigo y pedirle a Dios por mi familia. Voy a vivir cada estación del recorrido y tratar de llegar al final, pero también con ganas de conocer cada capilla”.

La hija de ambos, de apenas 10 años, quedó en casa, pero acompaña a la distancia con un saludo para el padre Luis. La pareja escuchó los mensajes con una sonrisa y se alistaron para iniciar el pedaleo.

A unos metros, bajo la sombra de un árbol, Luciana y Adriana repasan los últimos detalles: “Somos de Los Ralos, venimos con fe, también por el deporte y para conocer las siete capillas del itinerario”, contaron. Para ellas, los 30 kilómetros del recorrido no representan un gran desafío físico. “Es lo que hacemos a diario entonces no nos requiere tanta preparación. Pero estamos bien descansadas. Trajimos caramelos, mucha agua y bananas que ayudan en caso de calambres”, contó Luciana.

El ambiente

El ambiente es una mezcla de espiritualidad, emoción y camaradería. El espíritu del Camino de Santiago se replica, pero en una clave bien tucumana, con limoneros a los costados del camino, el canto de los pájaros y el aliento de las comunidades que reciben con brazos abiertos a los peregrinos en bicicleta.

La iglesia San José Obrero es una de las más grandes de la arquidiócesis de Tucumán y limita con Salta. Esa ubicación privilegiada permitió al padre Luis trazar un recorrido cargado de simbolismo y naturaleza. Cada estación, cada pausa, tuvo una carga de sentido, como si los caminos de Dios también se marcaran sobre la tierra polvorienta del norte.

La peregrinación culminó alrededor de las 15, en la capilla Virgen Generala de La Mesada. Allí, con aplausos, todos los que quisieron quedarse asistieron a la Celebración de la Cruz, abierta a todos. El objetivo no era competir, sino compartir.

“Lo que hice fue crear un pasaporte como el que te dan en Compostela para recibir un sello en cada parada”, explicó Zazano. Pero también creó mucho más: una experiencia colectiva y un momento de pausa en medio de las urgencias cotidianas.

Aunque el camino haya terminado, la semilla está sembrada. Porque como en Galicia, también en Tucumán se puede peregrinar por fe, por reflexión o por esperanza. Y todo, arriba de una bicicleta.