Escondida en las inmediaciones de Talampaya, una pequeña aldea de 350 años mezcla las tradiciones con la amabilidad local y la belleza paisajística. “Mágica y natural” es la descripción que se encuentra en el cartel de ingreso al pueblo y la forma en que sus habitantes eligen referirse a su hogar.

El mágico pueblo de la Patagonia que esconde un bosque acuático que pocos conocen

Aicuña, ubicada a 246 kilómetros de la capital de La Rioja, parece detenida en el tiempo según cuentan los visitantes. Sus callejones bordeados por ríos, sus casas de piedra y adobe, sus caminitos de ripio y su tranquilidad son algunos de los conceptos que refuerzan la idea de que Aicuña permanece anclada en el siglo pasado.

Para llegar a ella se deben hacer ocho kilómetros de camino de ripio desde la ruta nacional 40. Desde la capital de La Rioja la ruta 38 hacia el sur lleva hasta la 74 que regresa hacia el norte para encontrarse con la RN40.

La belleza natural de Aicuña

La aldea tiene muy pocos habitantes. Los últimos censos registraron entre 220 y 300 personas viviendo allí. El nacimiento y crecimiento de muchos de sus pobladores lleva a estudiantes y trabajadores a abandonar el pueblo ocasionalmente, por lo que la cantidad de personas instaladas permanentemente puede variar de un año a otro.

Los ríos cruzan y separan las fincas de los productores de Aicuña.

Está ubicado entre el cordón del Talampaya y las sierras de Famatina. El primero, además de parque nacional, es Patrimonio Cultural y Natural de la Humanidad por lo que su geografía y yacimientos arqueológicos y paleontológicos buscan ser preservados. Se dice que Aicuña tiene la espalda sobre el Talampaya, lo que le da vistas a paisajes que parecen de otro planeta.

Qué hacer en el pueblo escondido de La Rioja

La mejor experiencia que se llevan los visitantes de Aicuña, coinciden quienes pasan por allí, es el contacto con sus habitantes. La amabilidad con que recibe a cada persona que ingresa al pueblo es una de las características por las que Aicuña se volvió un lugar cada vez más visitado.

También convoca la producción de vino casero que, además de únicos, son orgánicos y tienen alta calidad en el rubro. 10 productores del pueblo forman la bodega Vinos de Aicuña, que produce 8.000 litros anuales de Malbec, Sirah, Cabernet y Torrontés. La vitivinicultura es una de las principales actividades económicas del lugar.

La pequeña localidad cuenta con un hostal –el único en su especie– y un camping donde los visitantes pueden descansar. También hay una figura reconocida: Nelly, una mujer anciana de Aicuña que recibe a los viajeros con los brazos abiertos para probar sus manjares de la gastronomía local.