La circunstancia del recital de Andrés Calamaro del jueves en un remozado Palacio de los Deportes ha dado lugar a comentarios elogiosos de los vecinos por la eficaz organización y desarrollo del evento así como por la seguridad para los asistentes, tanto en la llegada y en la salida del paseo público como durante el show. Esto debería ser motivo de una reflexión sobre las medidas tomadas para que esto fuera posible, sobre todo si se consideran los antecedentes de problemas en el parque a pesar de los esfuerzos que habían hecho las autoridades en el pasado.

El parque es un centro de atracción para los tucumanos. Ubicado en el extremo Este de la Capital, alberga o está cercano a la terminal de ómnibus, a uno de los centros de estudios de la Universidad (el centro Prebisch y la Faculta de Educación Física), a tres hoteles, a bares y entes que convocan gente, a estadios y canchas deportivas. En su interior hay actividades de lo más diversas: clubes deportivos, bares, un área municipal de parques y jardines, una escuela de escultura, un museo de fuerte atractivo como la Casa del Obispo Colombres (Museo de la Industria Azucarera), un cámping, un vivero, una pista de ciclismo y un destacamento policial, entre otras cosas. Y se dan actividades también de lo más diversas a toda hora: desde la gente que hace deportes hasta visitantes, pescadores aficionados en el lago, jóvenes que se dan cita en la zona de la fuente luminosa, religiosos que se encuentran en el oratorio o familias que recorren el Rosedal, y también actividades y encuentros nocturnos.

Con frecuencia se ha reclamado por la falta de iluminación, producto del vandalismo, por asaltos o robos por daños a las esculturas y adornos que engalanan el paseo, por falta de baños, por la inseguridad que acechaba a los alumnos de las facultades y a los visitantes. En ese marco se habían hecho varias experiencias de paradas seguras hasta la actual junto a Filosofía y Letras, que incluye cámaras y botones antipánico con seguimiento de la Guardia Municipal.

En los últimos tiempos se han realizado varias acciones tendientes a mejorar la calidad de las actividades en el paseo: el año pasado se afectaron 55 trabajadores para realizar tareas constantes de limpieza y mantenimiento, entre la Municipalidad y la empresa 9 de Julio; se mejoraron las luminarias; se acordó con la Policía para coordinar con la guardia municipal y la UNT para que funcionen las paradas seguras y el año pasado se habilitó el complejo semaforizado de las avenidas Benjamín Aráoz e Irineo Leguisamo. Ya desde la gestión anterior se estaban acondicionando las zonas cercanas al Palacio de los Deportes, incluyendo la recuperación de los olvidados baños públicos circulares y la gran jerarquización que ha tenido en los últimos años la Casa del Obispo Colombres.

Acaso en esas acciones esté la respuesta. Una vecina del parque valoró que durante el jueves hubo una gran movilización policial que “a la tarde andaban corriendo a los ‘piperos’ diciéndoles que no podían andar deambulando por las calles. A la noche no dejaron circular asegurando que no haya robo ni accidentes”. El uso del palacio para un show ha dejado buena impresión porque la música no molestó al vecindario y porque el operativo funcionó a la perfección. Es de esperar que esta conjunción de factores que han mostrado que se puede aprovechar el parque de la mejor manera y cuidarlo continúe. Es el principal paseo público capitalino y los tucumanos lo sienten como parte de su casa. Es bueno que así se mantenga.