En medio del feroz temporal que golpeó Bahía Blanca, una joven pareja atravesó una verdadera odisea para asegurar el nacimiento de su hijo. Martina, de 20 años, y su pareja Nahuel, vivían en un dúplex en la calle Alem al 3000 cuando el agua comenzó a invadir su hogar, superando los zócalos y sumiéndolos en la desesperación. Mientras intentaban salvar sus pertenencias, Martina sintió las primeras contracciones: el estrés de la situación había adelantado el trabajo de parto.

Ante la emergencia, decidieron dirigirse al Hospital Español, pero las calles anegadas les impidieron cruzar el puente sobre la avenida Primero de Marzo. Como alternativa, se dirigieron al Hospital Militar, donde fueron recibidos con predisposición, aunque allí no contaban con las condiciones necesarias para atender el parto debido a una infección previa que requería cuidados específicos.

Mientras tanto, Florencia, madre de Martina, emprendió una angustiante caminata desde O’Higgins y Chiclana, desafiando el agua que cubría las calles y los puentes colapsados. En su trayecto, encontró a Diego, un vecino que manejaba un tractor, quien no dudó en ofrecerles ayuda. Gracias a su intervención, lograron llegar finalmente al Hospital Español, donde Martina dio a luz a Benjamín, un bebé sano que se convirtió en símbolo de esperanza en medio del desastre.

El nacimiento de Benjamín, en el contexto de la adversidad, puso de manifiesto la solidaridad y el espíritu de comunidad que emergieron en Bahía Blanca tras la tormenta. La historia de Martina y Nahuel es un recordatorio de cómo, incluso en los momentos más críticos, la empatía y la colaboración pueden allanar el camino hacia un desenlace esperanzador.