En algún punto del Río de la Plata, el agua marrón se vuelve una especie de espejo infinito. No hay nada a la vista más que la línea del horizonte y la certeza de que, en algún momento, la orilla llegará. Es una prueba de resistencia física y mental. Y es la que están por enfrentar cinco tucumanos: Leonardo Broczkowski (54), Javier Fernández Figueroa (45), Juan José Sirimaldi (47), María Eugenia Farías (56) y Diego Martínez Álvarez (48), quienes entre el 18 y el 24 de marzo intentarán cruzar los 42 kilómetros que separan Colonia del Sacramento (Uruguay) de Punta Lara, (Buenos Aires). Saldrán alrededor de las 4 de la mañana y tendrán hasta las 20.59 por decisión de Prefectura Argentina.
Las reglas son claras. No se puede tardar más de 16 horas. No se puede recibir ayuda ni tocar la embarcación de apoyo. Solo nadar, resistir y llegar. Y no es una hazaña menor. Casi triplica la distancia del Estrecho de Gibraltar (14,4 kilómetros) y supera al Canal de la Mancha (33), al de Catalina (33,7) y al de Molokai en Hawái (41,8). El Río de la Plata no es el cruce más largo del mundo, pero está en el top de los más importantes.
Existen dos formas de realizar la prueba: tres postas de 14 kilómetros o el recorrido completo. Sirimaldi, Farías y Martínez optarán por el modo dividido, mientras que Figueroa y Broczkowski lo harán de manera individual.
Para quienes se lanzan a esta travesía, el agua tiene sus propios códigos. No es el mar, pero tampoco un río cualquiera. Es turbia, densa y de corrientes impredecibles. La temperatura cambia sin aviso y el tráfico fluvial suma un obstáculo más.
Además, el último año, este desafío dejó dos extremos: el récord del santacruceño Matías Díaz Hernández, quien cruzó en ocho horas y 51 minutos, y la tragedia del uruguayo Gonzalo Leal, quien perdió la vida tras nadar durante 15 horas.
En unas semanas, los tucumanos se lanzarán al agua con la meta de llegar a la otra orilla. A su manera, ya ganaron; porque cruzar no es sólo una prueba de resistencia: es un punto de no retorno. Una vez que se zambullan en el río, ellos ya no serán los mismos.
Pizzuto advierte qué deben tener en cuenta los nadadores
Uno de los que ya superó el desafío es Elvio Pizzuto, quien en enero de 2024 logró la travesía con 51 años, convirtiéndose en uno de los nadadores más grandes en hacerlo. Lo cruzó en 14 horas. “La primera vez que escuché del cruce fue cuando era adolescente. Un guardavidas me dijo que tenía condiciones para hacerlo y eso me quedó en la cabeza”, cuenta.
El entrenamiento, según explica, es clave. “Desde abril de 2023 empecé a sumar más volumen. Nadaba tres horas los sábados y, en los últimos meses, llegué a cinco horas y media. Pero incluso eso era poco porque el cruce, como mínimo, te lleva 12 horas”, detalla.
Pizzuto recuerda con claridad el momento en que las cosas se complicaron. “A las tres horas vomité y estuve con náuseas hasta las cinco. Me preocupaba que me tuvieran que sacar, y después el río se puso peor. A la tarde, el viento del sudeste complicó todo. Evidentemente el río no quería que cruzáramos”, dice. Pero él siguió nadando. Y cuando le dijeron que faltaba un kilómetro, sabía que podría haber seguido, incluso, algunos más.
Para quienes ahora se preparan, el consejo de Pizzuto es claro: entrenar mucho y nunca improvisar con la alimentación en el cruce. “Todo lo que pretendan comer o tomar durante ese día, hay que probarlo antes en los entrenamientos”, advierte.
Matías Ola pide que los nadadores deben vivir la travesía
Otro que conoce de travesías en aguas abiertas es Matías Ola, nadador extremo oriundo de Tucumán, que cruzó el Canal de la Mancha y nadó en aguas del Ártico. Desde su experiencia, destaca que el Río de la Plata tiene sus propias dificultades. “No es sólo nadar. Es saber administrar la energía y la cabeza durante muchas horas”, explica. Si bien no lo cruzó, su trayectoria es extensa y se desempeña como presidente de “Nadando Argentina”, una asociación civil sin fines de lucro que fomenta travesías y eventos de natación de aguas abiertas y aguas frías en Argentina. El principal es la Triple Corona, que comprende los cruces del Río de la Plata, el del Canal de Beagle y el del Estrecho de Magallanes, los únicos desafíos de aguas abiertas que existen en el Cono Sur.
Ola recalca la importancia de la planificación. “El entrenamiento no es sólo físico. La mente también tiene que estar preparada para resistir el cansancio, el frío, la incertidumbre de no saber cuánto falta. Y sobre todo, hay que disfrutar el proceso. No es sólo llegar, sino vivir la travesía”, concluye de manera tajante. (Producción periodística: Sofía Lucena)