Todas las líneas investigativas conducen a un mismo lugar: la tribuna de la calle Rondeau del estadio de La Ciudadela. Los autoridades siguen sumando indicios para sospechar que los hechos de violencia por lo que fue denunciado Facundo Ale están vinculados a la interna de la barrabrava de San Martín. Lo que nadie puede afirmar es hasta dónde llegará esta guerra por el poder, ya que están enfrentados los dos sectores más violentos de la hinchada y que tienen poder de fuego para dirimir sus diferencias.

Según la denuncia policial realizada y ratificada en la fiscalía de Criminalidad que conduce María del Carmen Reuter, Mercedes Galván, integrante del clan Los Gardelitos dijo que el lunes 15 el hijo de Ángel “El Mono” Ale se presentó en su domicilio de barrio Victoria y realizó al menos cinco disparos contra el frente de su vivienda. La mujer desmintió que ese hecho haya estado vinculado a la interna por el dominio de las tribunas “santas”.

El sábado a la mañana, de acuerdo a la denuncia realizada por un empleado municipal, Facundo Ale realizó entre cuatro y cinco disparos con un arma para evitar ser controlado. El joven, que se encuentra prófugo por este caso, estaba acompañado por otras dos personas que no fueron identificadas. Los pesquisas sospechan que ese incidente también habría estado vinculado a la pelea entre las dos facciones.

Eso se desprendió de una investigación realizada por el personal de la seccional 3° que actuó al mando del comisario Rubén Urueña. Según ese informe, al que tuvo acceso LA GACETA, después de que finalizara el encuentro contra Guillermo Brown, las dos facciones habían estado a punto de enfrentarse en las inmediaciones del estadio. “No se armó porque gente de la Brigada se paró en la puerta y empezó a controlar que no se juntaran. Tanto es así que el personal de seguridad privada que contrata el club fueron desplazados hacia zonas más seguras”, indicó una fuente cercana a la pesquisa.

OPERATIVO. Efectivos en el allanamiento realizado en la casa de “El Mono” Ale.

El comisario Urueña, en un informe basado en las averiguaciones que realizó, sostuvo que Ale, habría sido detectado llevando armas. Después de escapar, se dirigió hacia su casa paterna de Mate de Luna al 2.000. De allí a otra de una tía que reside en Castelli al 400 y, por último, a otra ubicada en Rivadavia y Chile. Esos tres domicilios fueron allanados por pedido del fiscal Diego Hevia que al principio estuvo al frente de la investigación. En la casa de “El Mono” secuestraron una escopeta, una pistola nueve milímetros y municiones de todo tipo. En otra casa sólo encontraron 10 gramos de cocaína.

Contrapuntos

En el informe realizado por la Policía, aparece una breve descripción del prófugo. “Es una persona conocida por su mal proceder y con antecedentes policiales… Siempre se moviliza en vehículos de alta gama, portando armas de diferentes tipos y calibres”, describió. “Es un sujeto que pertenece a una parte de la barra del club de fútbol de San Martín de Tucumán, que defiende sus intereses personales bajo presión y amenazas. Es por eso que siempre anda con armas de fuego en el interior del rodado que condujere”, finalizó.

LOS SECUESTROS. Las armas y municiones secuestradas durante un allanamiento.

Ricardo Fanlo, defensor del acusado, salió al cruce de esa versión. “Hasta aquí no hay una evidencia sólida que lo vincule a él con las dos causas por las que fue denunciada”, indicó. “Él no se presenta por el momento porque estamos reuniendo más pruebas y porque, insisto, necesitamos que nos den garantías de que nada le sucederá”, explicó el abogado que cuenta con la asistencia de Agustín Monteros.

El profesional aclaró que las declaraciones del empleado municipal fueron contradictorias. “Además, él identificó a mi defendido porque los policías le mostraron fotos sacadas de Facebook. Eso es violar sus garantías”, explicó.

El conflicto

Más allá de todas las cuestiones legales y procesales, en las tribunas de La Ciudadela está el epicentro de este conflicto. Según las versiones a las que pudo acceder LA GACETA, todo se habría desencadenado porque un tal “Sopa”, el líder de “La Brava”, la facción que ejercía el poder en la tribuna de la calle Rondeau, decidió retirarse. Otros en cambio, dijeron que por las amenazas y ataques que habría recibido él y su familia, decidió dar un paso al costado.

Antes de marcharse, siempre de acuerdo a la información que reconstruyó este diario, había cedido su poder a “La Barra del Oeste II”, que tienen como referentes a un tal “Chuky” y a un tal “Cara i’ Gota” que, según otras investigaciones realizadas por la Justicia, estarían vinculados a la venta y tráfico de drogas. Lo curioso de esta versión es que ambos habrían decidido dejar de lado sus diferencias barriales (que incluyen al menos dos homicidios) para hacerse cargo del poder de la hinchada uniendo el poder de fuego y de “soldaditos” para quedarse con el poder.

El grupo de los supuestos sucesores también estaría integrado por una facción del barrio Victoria, que sería liderada por varios miembros de Los Gardelitos y uno de ellos sería pariente directo de la mujer a la que balearon la casa.

Esa decisión molestó al clan Ale que, con Facundo Ale a la cabeza, estaría intentando frenar el “traspaso de mando”. Ese conflicto, de acuerdo a las versiones dadas a conocer por investigadores y referentes “santos”, habría incluido balaceras, amenazas, golpes, robo de entradas a favor, secuestros y hasta simulacros de fusilamiento. Claro está que estos hechos nunca fueron denunciado.