MICROFICCIONES

ESTO QUE REGRESA

LILIANA MASSARA

(Puerta Roja Ediciones - Tucumán)

Bertrand Russell dice que no hay conexión lógica necesaria entre sucesos de diferentes tiempos y que, por lo tanto, nada que esté sucediendo ahora o que sucederá en el futuro, puede refutar la hipótesis de que el mundo comenzó hace cinco minutos. Esto abre la inquietante posibilidad de que el pasado sea parte del presente y que el tiempo sucesivo sea solo una forma de percepción de la realidad. La lectura de Esto que regresa parece reafirmar poéticamente las palabras de Russell: No quiere entender que el tiempo puede ser solo un fantasma, dice el narrador en “El pasado, mañana”, palabras que se vuelven significativas en medio de la realización narrativa de la idea que expresan. En efecto,  una característica del libro como totalidad es que los recuerdos que son su sustento temático, dan la impresión de “estar sucediendo”. Confluyen para eso el tiempo presente de la escritura y el intenso cromatismo y la luminosidad que la caracteriza.

Si prejuiciosamente entendemos el título, Esto que regresa, como introducción gris a la nostalgia, nos equivocamos. Ni siquiera es gris el sentimiento por lo bueno que se ha perdido. Porque aquí la pérdida es impulso de vida y desafío.
Dominan la sensorialidad y la sensualidad. Las noches se iluminan en la intimidad  y la luz del día refulge cuando se  minimizan las sombras, esto es, cuando la naturaleza bulle en el calor ardiente de la siesta. Un silencio tan activo como sutil late entrelíneas y potencia lo que significan las palabras. Porque la sutileza es aquí lo que debe ser: elocuente. Los personajes protagónicos son casi siempre mujeres y el punto de vista es invariablemente femenino. Ellas se multiplican con  diferentes nombres, algunos de los cuales como Eris, Alicia, y Telésfora (la Telesita), remiten a otros textos, que enmarcan las historias.

Esto que regresa es un libro notable y diferente, un aporte significativo a la biblioteca de la microficción que contribuye, sin duda, al creciente prestigio del género.

© LA GACETA

Raúl Brasca