El parlamento alemán adoptó el viernes una ley que simplifica la reasignación de género, una votación considerada un “gran paso” a favor de los derechos de la comunidad LGTBQ+ y la modernización del país.

El proyecto de la coalición de centroizquierda que encabeza el canciller Olaf Scholz, cuenta con la oposición del bloque conservador encabezado por la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD).

En el Bundestag (Parlamento alemán), 374 diputados votaron a favor de la ley, 251 en contra y 11 se abstuvieron. La nueva ley podrá así entrar en vigor, sin que el Bundesrat, la Cámara alta que reúne a los representantes de las regiones, tenga que votarla.

Reemplazará a la legislación de los años 1980, que consideraba la transidentidad como una enfermedad psicológica y establecía que las personas transexuales, intersexuales o no binarias tuvieran que presentar informes psiquiátricos y un permiso de un juez para modificar su nombre en el registro.

Esa postura ideológica y su correlato en el corpus legislativo ya había sido parcialmente rechazada por el Tribunal Constitucional.

A partir de noviembre, bastará con un procedimiento meramente administrativo.

Alemania se suma así al club de países europeos que adoptaron el principio de autodeterminación, como Bélgica, España, Irlanda, Luxemburgo y Dinamarca. Argentina cuenta con una Ley de Identidad de Género sancionada en mayo de 2012.

A partir de ahora, bastará con llenar una declaración en el registro civil para cambiar de nombre y de sexo. En el caso de los menores de 14 años, son los padres o tutores deben realizar el trámite. Los adolescentes de 14 a 18 años pueden hacerlo ellos mismos, pero con el acuerdo de sus padres. Está previsto un tiempo de reflexión y sólo después de tres meses se validará el cambio en el estado civil. Una posible solicitud de cambio de género sólo será posible después de un año.

Referentes LGBT+ y organizaciones que los apoyan, como la ONG Human Rights Watch (HRW) celebraron que Alemania se sume a los países que quieren “abolir la patologización” a la hora de entender la identidad de género.