Del 30 de marzo al 6 de abril, la Selección Argentina U18 de sóftbol femenino disputará el Panamericano de la categoría en Montería, Colombia. El certamen será clasificatorio al Mundial y a los Juegos Panamericanos de la Juventud, lo que será el principal objetivo de un equipo argentino que tendrá a dos mellizas tucumanas en el plantel: Ayelén y Rocío Zumaeta.

Sus llegadas al seleccionado nacional se dio a principios del año pasado, cuando se hicieron en Tucumán las pruebas abiertas para jugadoras U15 y U18 del Norte.

“Vino el cuerpo técnico de la mayor y dos jugadoras de la selección que son tucumanas: Sofía Bollea y Daniela González Fanjul. Fue una jornada completa, con pruebas físicas y técnicas de sóftbol. Al final del día, pedían hablar con ciertas personas. Charlaron con nosotras y nos dijeron que les había gustado lo que habían visto y que nos iban a llamar para una concentración de la U18”, le contó Rocío a LA GACETA. “Era un grupo grande con chicas de las distintas regiones. Volvimos a concentrar en agosto en Paraná y jugamos un torneo de clubes. Después, concentramos en septiembre, en enero, febrero y ahora en marzo. En febrero jugamos dos torneos, uno en Buenos Aires que fue internacional con equipos de Brasil y Argentina, y otro en Paraná”, completó Ayelén.

Claro, concentración a concentración, el grupo se fue reduciendo y en la última de la que formaron parte, en marzo, ya fue con el plantel definitivo que disputará el Panamericano. “En un principio no lo veíamos posible aunque sí queríamos llegar. Veíamos a las chicas de acá que habían llegado y daban ganas de estar. Es una responsabilidad porque tenés el peso de representar a Argentina y tenés que dar lo mejor”, señaló Rocío. “Teníamos el miedo de no seguir en la lista. Pero quedar en el equipo definitivo es muy lindo”, agregó Ayelén.

DIEGO ARÁOZ / LA GACETA

Ambas destacan la importancia de la presencia de González Fanjul y Bollea en el cuerpo técnico del seleccionado (sólo González Fanjul viajará a Colombia). “Es lindo porque te entienden; vivieron en su momento lo mismo, los viajes, los esfuerzos extras… La ‘Mocha’ (González Fanjul) nos recibió en su casa en Paraná una semana entre concentración y concentración. Sofía acá nos ayudó varias veces y nos está ayudando con el entrenamiento acá”, explicó Ayelén.

Para conocer el origen de las mellizas en el sóftbol hay que retroceder hasta 2019. Con 12 años  practicaban gimnasia artística en el CEF 18, pero algo cambió. “Siempre que mi papá nos iba a buscar de gimnasia, llegaba antes, daba vueltas para ver qué deportes había y siempre estaban los chicos de sóftbol entrenándose. Cuando terminábamos de entrenar, íbamos y veíamos un ratito. Él nos decía que teníamos que probar; al principio decíamos que no porque eran todos varones”, aseguró Rocío. Sin embargo, tras dejar gimnasia decidieron seguir el consejo de papá Santiago. “Fuimos a probarnos y quedamos. Éramos las únicas dos mujeres en Infantiles y cuando pasamos a Cadetes, al principio también éramos sólo nosotras dos”.

Claro, en esas dos categorías, el sóftbol es mixto. Recién en Primera, se divide por género. “Estábamos re solas, no sé cómo seguimos; al menos entre las dos nos acompañábamos. El entrenador también nos re integraba; por él seguimos”, subrayó Ayelén.

Con apenas 13 años, Rocío y Ayelén llegaron rápidamente a integrar el equipo de Primera. En parte por sus condiciones y en parte por las pocas jugadoras que había. “Se juega con diferente pelota y obvio es otro nivel. Al principio estábamos muertas de miedo porque no jugábamos tan bien; habíamos empezado hace poco y éramos chicas”, recordó Ayelén. Sin embargo pudieron adaptarse bien y progresar. “Lo bueno es que Primera te obliga a avanzar, a crecer rápido”, agregó.

¿Qué las enganchó del softbol? “En sí jugarlo es divertido. Siempre se presentan cosas nuevas dentro del juego y constantemente estás aprendiendo jugadas nuevas. Fuera de la cancha, todos los equipos son compañeros”, señaló Rocío. “Es un muy lindo ambiente”, agregó su hermana.

De hecho, ambas revelaron que además de los entrenamientos con su equipo organizaron algunos entrenamientos extras para llegar mejor preparadas al seleccionado. En ese sentido, recibieron colaboración de jugadoras de otros equipos. “Iban sin compromiso y con mucha predisposición. Hemos recibido el apoyo de mucha gente”, rescataron.

DIEGO ARÁOZ / LA GACETA

Eso sí, para las hermanas Zumaeta no todo es softbol; están en su último año de secundaria de la Escuela de Agricultura y Sacarotecnia. Y así como se destacan en el ámbito deportivo, también lo hacen en el académico: son las mejores alumnas de su promoción. “Soy abanderada y Ayelén es primera escolta”, apuntó Rocío. Ambas ya tienen en claro también su futuro universitario: Ayelén estudiará educación física y Rocío nutrición.

Mientras tanto deberán seguir compatibilizando la práctica del softbol con los horarios de la escuela que son bastante demandantes. “Algo bueno del club es que los entrenamientos mayormente son de noche, o tarde-noche. Además, este año es menor la carga horaria en la escuela”, explicó Ayelén, que reconoció que es un alivio. “El año pasado terminábamos explotadas”.

En lo inmediato, la cabeza de las “mellis” está lógicamente en el Panamericano en donde compartirán en el grupo A con Colombia, República Dominicana, México y Perú (en la otra zona estarán Brasil, Canadá, Cuba, Islas Vírgenes, Puerto Rico y Venezuela).

Los mejores cinco equipos lograrán la clasificación al Mundial de la categoría que será este año en Estados Unidos, y los seis primeros sacarán boleto para los Juegos Panamericanos de la Juventud 2025 que serán en Paraguay. Ese es el objetivo del equipo nacional, según señalaron las “tucus”.

¿A futuro, hay proyección en el softbol para las Zumaeta? “Veremos cómo se van dando las cosas. Ahora estamos concentradas en esto. En un principio, el objetivo era entrar en la Selección U18, y después quedar en la lista y tener una experiencia con la Selección. Ahora queremos clasificar al Mundial y poder sumar más experiencias”, concluyó Ayelén, secundada por Rocío.

Ya habrá tiempo para pensar en los años venideros. Hoy por hoy, la meta es disfrutar la posibilidad de vestir la celeste y blanca y, si es posible, cumplir el objetivo deportivo propuesto por el equipo.