No soltaba el teléfono un minuto. Ni siquiera para dormir. Prácticamente dejó de relacionarse cara a cara con sus amigos. Comía sola en su habitación, donde estaba casi todo el día encerrada. Pasaba las noches conectada y dormía de día. Mientras tanto, se ponía cada vez más agresiva con su familia.

Lo que más usaba eran Instagram, Tik Tok, Facebook y juegos en línea. Un día, hace casi un año, sus familiares decidieron buscar ayuda psicológica porque se dieron cuenta de que estaba ante un grave problema. Ahora, María puede hablar con mayor naturalidad de lo que le ha ocurrido. “Estaba perdida”, explica la joven de 17 años. Y reconoce que el suyo no es un caso aislado. “Creía que era normal estar todo el día prendida a las redes sociales”, confiesa.

Ansiedad, depresión, problemas de aceptación de su cuerpo y angustia son algunas de las cosas que sintió. Todavía las sufre, pero se está recuperando de a poco. Es un problema que preocupa cada vez más a los padres y a los profesionales de la salud. Aunque no es oficialmente una enfermedad, en algunos adolescentes el excesivo consumo de internet, en general, y de redes sociales, en particular, les genera consecuencias sobre su salud.

Recientemente, la ciudad de Nueva York presentó una demanda formal contra cinco de las mayores redes sociales por alentar una crisis de salud mental entre los menores en toda la nación. Según anunció el alcalde neoyorkino, Eric Adams, la presentación se formalizó ante el Tribunal Supremo de California, región que alberga a la mayoría de estas compañías tecnológicas.

La ciudad argumentó que las cinco plataformas demandadas (TikTok, Instagram, Facebook, Snapchat y YouTube) fomentan la adicción y promueven comportamientos perjudiciales entre los menores, definiéndolas como una amenaza para la salud mental.

Los funcionarios argumentaron que anualmente se invierten cerca de 100 millones de dólares en programas destinados a tratar problemas de salud mental juvenil.

Los argumentos de la metrópoli se sustenta en evidencias que apuntan hacia prácticas problemáticas de las redes, tales como el uso deliberado de algoritmos diseñados para fomentar el consumo compulsivo y la implementación de mecánicas adictivas similares a las de los juegos.

Este movimiento de Nueva York no es aislado. En octubre, 41 estados denunciaron a Meta (propietaria de Facebook e Instagram) por razones similares, marcando un precedente en la lucha contra los efectos negativos de las redes en los menores.

Estrategias

¿Qué es lo que pueden causar las redes sociales en los jóvenes? ¿Son adictivas y peligrosas? Marcela Czarny, directora de la asociación Chicos.net, explica que las redes sociales sí pueden afectar la salud de los adolescentes y niños. Y que también representan un riesgo para su seguridad.

Según señaló, con el correr de los años las empresas han desarrollado cada vez más estrategias para que nos quedemos pegados a las pantallas. Hay ciertas funciones de las redes que buscan inducir a usuarios jóvenes a un uso compulsivo y prolongado de estas plataformas, explicó.

“Ellos tienen sus negocios, y está bien. Pero debe primar el interés superior del niño”, remarcó, y en ese sentido se mostró a favor de que los Estados, las organizaciones y la sociedad civil comiencen a activar los pedidos de legislaciones específicas que regulen el mundo digital especialmente en la vida de los menores.

También recomendó a los padres estar más presentes ante el avance de las redes en la vida de sus hijos. Esto es, explicarles cómo funcionan, las estrategias que tienen para inducirnos al consumo, y también negociar los tiempos y espacios de uso de tecnologías en las casas.

“El desafío es no llegar tarde. Por eso, nuestra campaña es: ‘si lo hablaste, ya ganaste’”, apuntó. Según sostuvo, aún faltan más investigaciones para saber bien cuál es el impacto que tienen las redes en el aumento de las consultas por ansiedad y depresión, insomonio y otras problemáticas que en la actualidad están afectando cada vez más los jóvenes.

La psicóloga María Florencia Lazarte, del Programa Universitario para el Estudio de las Adicciones (PUNA), de la UNT, señala que el problema se da cuando hay un mal uso de las redes sociales, cuando el sujeto pone el eje de su vida en estas plataformas, y entonces hay un abuso o incluso una compulsión al uso de la redes.

“Puede generar problemas tanto en la salud física como psíquica, irritabilidad, alteraciones en la memoria y concentración, en los hábitos saludables de descanso y alimentación, aislamiento, severos trastornos de ansiedad y afectivos; afectar gravemente la autoestima, sobre todo en casos de ciberbullying o acoso, situación muy frecuente en los niños y adolescentes (llegando en casos graves al acto suicida por temor al ridículo o a ser excluido). Hay personas que llegan a crear una realidad ficticia y paralela a su propia realidad”, remarcó.

Los niños y los adolescente son, según Lazarte, la población más vulnerable frente a esta problemática que crece cada vez más, ya que no cuentan aún con un desarrollo mental pleno como el adulto. “No cuentan con herramientas para hacer frente a esta inmensidad de información y contenidos; muchos aún no han podido desarrollar un juicio crítico y valores para hacer frente a todo lo que representan las redes sociales. Si bien los niños y los jóvenes nacieron con la tecnología y son ágiles en su uso, no están familiarizados con las medidas de seguridad para evitar riesgos. Son expertos completamente inexpertos y altamente vulnerables. Por tal motivo debemos ser los adultos los que retomemos el papel de referentes para acompañar a nuestros hijos”, apuntó.

Según detalló, en los consultorios se ven cada vez son más los casos que se presentan por esta problemática. “Se consulta por situaciones de ciberbullying, ciberacoso, estafas, robo de identidad, apuestas en juegos online y trastornos de la conducta vinculados al mal uso de tecnología y redes sociales. La edad más frecuente por la cual consultan suelen ser adolescentes entre 12 y 17 años”, puntualizó.