El 19 de enero de 1817 comenzó el cruce de la Cordillera de los Andes, y el 12 de febrero el Ejército de Los Andes, al mando del General San Martín, triunfó en Chacabuco. Entretanto, y de acuerdo a su plan, el Ejército Auxiliar del Perú permanece a la defensiva en la ciudad de Tucumán. Por otro lado, San Martín, con anticipación, se puso de acuerdo con Belgrano, y desde la ciudad de Tucumán salió el comandante Francisco Zelada al frente de un grupo escogido; marchan por el Camino de Las Postas, por la Reducción, Monteros, Conventillo, Río Chico, Marapa y Bajastiné, y luego siguen por Catamarca y continúan; y al llegar a La Rioja se les une el que será segundo jefe, el comandante de Famatina Nicolás Dávila, con las milicias riojanas. El 29 de enero ya están en Guandacol y siguen por el paso de Come Caballos, y después de cruzar la Cordillera, Zelada le ordena a Dávila que se adelante, y el 13 de febrero, Dávila toma Copiapó, y luego, ya reunidos, avanzan y toman Guasco, todo esto segun el plan de San Martín. Un fragmento de la comunicación de Zelada a Belgrano, dice así: “… Ordené saliese el segundo de La División, Comandante de Famatina D. Nicolás Dávila, a sorprender a la Guardia que se hallaba en el lugar del Castaño, distante 40 Leguas de Copiapó. Las precauciones tomadas por dicho Comandante facilitaron la sorpresa de toda la Guardia que se componía de un cabo y cuatro soldados sin que se escapara uno… La sorpresa de la Guardia facilitó que la avanzada penetrase hasta la misma plaza de la villa sin ser sentido y sorprendió a la guardia del cuartel, prendiendo al subdelegado y a soldados que se hallaban sin que se haya escapado un solo individuo ni haya salido vecino alguno”.
Ahora cabe decir que Tucumán está lleno de lugares, hechos y personas que forman parte de la Emancipación de América. Y el Camino de las postas, y Las postas de La Reducción, Monteros, Conventillo, Río Chico, Marapa y Bajastiné lo son.
Asimismo, don Francisco Zelada y el insigne grupo que desde Tucumán lo acompañó en el cruce de la Cordillera de los Andes, merecen que allí donde estuvieron las postas, alguien de buen corazón, en piadoso recuerdo de su memoria, coloque una cruz del camino para que los que por allí pasen, al verla digan: “Por aquí pasaron” y eleven una oración por sus almas, y piensen que estos beneméritos de la Patria, meses antes, habían hecho el solemne juramento cuya fórmula dice así: “¿Juráis por Dios Nuestro Señor y esta señal de la cruz promover y defender la Libertad de las Provincias Unidas en Sud América, y su independencia del Rey Fernando Séptimo, sus sucesores y metrópolis y toda otra dominación estranjera? ¿Juráis a Dios Nuestro Señor y prometéis a la Patria el sostén de estos derechos hasta con la vida, haberes y fama? ¡Sí, Juro! Si así lo hiciereis, Dios os ayude, y si no Él y La Patria os hagan cargo”.
Juan Carlos Rosario Medina
Lucas A. Córdoba 285
S. M. de Tucumán