Lo llamaban el “loco”, en tiempos que un apodo de ese tipo y naturaleza podía ofender hasta lo más hondo, pero él se ganó el mote con justicia por acciones y dichos que lo caracterizaron como un distinto de su tiempo. Y lo generó desde el llano, y desde la presidencia: con la construcción y extensión de líneas férreas, favoreciendo la corriente inmigratoria europea, aumentando el comercio exterior, auspiciando la navegación de ríos, creando y fundando cientos de escuelas, contratando educadores europeos y de los Estados Unidos, fundando diarios, bibliotecas y clubes y siendo un incansable escritor, tal vez el presidente que cambió la historia Argentina: ¿Un loco genial? Asimismo, dejó su impronta en muchos rubros: el militar, el literario, el periodístico y el político. Con virtudes y defectos, vehemencia, severidad y pasiones fue alguien que avizoró y trató de divisar una nueva Argentina que rompiera con el atraso y la miseria. Durante su época tenía mal genio y malas formas y por eso lo llamaban El Loco: se llamaba Domingo Faustino Sarmiento. Creo que fue el único presidente argentino con ese mote y no es raro que tuviera esa fama de locura ya que muchas veces, también, es la manera en que se simplifica todo lo que sale fuera de lo común. Y Sarmiento fue eso: un hombre fuera de lo común, el personaje más controvertido de la historia Argentina. Sostenía Jorge Luis Borges: “Nuestra historia sería otra, y sería mejor si hubiéramos elegido a partir de este siglo el libro el ‘Facundo o Civilización y Barbarie’ y no el ‘Martín Fierro’ ”. Llamarlo loco a Sarmiento fue el camino fácil. Hoy otro hombre fuera de lo común, y con el mismo mote de loco, aspiró al cargo de Presidente de la República Argentina. ¿Otro loco genial?

Juan L. Marcotullio
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