Alberto Passolini conoce de cerca la escena tucumana. Ha visitado varias veces la ciudad; incluso vivió aquí casi tres años. Durante una entrevista cuenta que también estuvo por años en la Patagonia y recorrió otros países cuando fue asistente de otros artistas como Víctor Grippo y Midred Burton. Aprendió mucho de ellos, al punto que los considera como referentes en su formación autodidacta.

Desde hoy y hasta el miércoles dirigirá una residencia para estudiantes de la Facultad de Artes en San Javier, como parte de la programación de la Semana de Artes Visuales que organiza el Ente Cultural. Admite que dibuja en la Ipad y no le teme a la inteligencia artificial: “será otra herramienta, pero vamos a seguir haciendo lo que nos guste”. “Cada vez que veía algo disruptivo en Buenos Aires rascaba un poco y me daba cuenta de que venía de otro lugar, por eso recorro mucho el país”, le dice a LA GACETA.

En distintos tramos de la conversación reitera que cada generación debe lidiar con distintos problemas: “nosotros, cómo sobrevivir en este mundo”.

Alberto Passolini trabaja con el pasado, con citas, parodias e ironías. Parecería que necesita revisar las historias, desde estas miradas, sin inocencia alguna, saboreando colores como el rosa del chicle Bazooka.

- ¿Qué tanto conocés de esta ciudad o de esta provincia?

- Nunca vi una actividad tan potente; cuando salía era como tener que hacer las siete estaciones, en la misma escena y noche. Me encontré como con una nave de locos para tomar cerveza. Pero me parece que aquí no esperan ser descubiertos. La obra sin ser localista ni regionalista uno sabe que sólo pudo ser hecha aquí, es contemporánea, universal, pero hay algo muy distinto. Los dibujos de Rosalba (Mirabella), por ejemplo: hay distintos planos que cuando uno se acerca son universales, pero saltan a lo alto.

ENTREVISTA. El artista confiesa que saborea los colores, como el rosa. Foto Jorge Figueroa

- ¿Pero qué ves aquí como algo distinto?

- Una producción que no está pensada para el mercado. El capitalista debe pensar para qué hacen eso que no funciona. Conozco a artistas que ya hicieron o están de media carrera para adelante, mujeres sobre todo, pero también a chicos que los encontré en una feria en Chile. Bien que uno puede ver todo esto por internet, pero está bueno para mí conocer el ecosistema, el aquí y ahora. Por eso viajo tanto, y porque me gusta andar en ómnibus, autos y a veces en avión.

- Hablemos de tus obras, de tu ser artista.

- Tuve muchos trabajos y disímiles antes de llegar a ser profesional, y comencé siendo asistente de Grippo y Burton, de los que aprendí muchísimo. Cuando iba a exposiciones y el artista me interesaba siempre quería hablar con él. Por supuesto, estudié un año en la escuela, pero abandoné. En 2010 ‘Malona!’ se convirtió en…

- Como un bestseller

- Sí, tomé la pintura de Ángel Della Valle (‘La vuelta del malón’, 1892), pero le di una vuelta con el tema de género que, en ese momento no estaba tanto en la agenda. La hice para el Bicentenario. Tomaba mucho el papel de la mujer, la imagen del argentino que, además, era algo que hacían las feministas pero no los gays, Antes hice “Señorito Rico” (2008), que es un homenaje a Prilidiano Pueyrredón (1823- 1870) al que casi se ignoró en su tiempo por sus óleos que se consideraba eróticos.

- Pero hay pinturas que también sacudieron lo rutinario…

- En Tucumán hice la serie “Pampa y Circunstancia” y “Unicornios y Federales”; hay mucho de ornamental allí. “Mi otro siglo” sigue con las citas, muchas veces presentes. Y “Contempompier”. Por supuesto, la más reciente, “Mi otro siglo”.

- ¿Cómo te llevás con la tecnología? ¿Y con la IA?

- Dibujo con el I-pad, que me ayuda mucho en los viajes, porque voy boceteando, escribiendo, haciendo trazos; fue una solución para mí. Pero eso ha influido mucho en mi obra, sobre todo en los colores, porque me llevó a investigar cómo se logra ese color cuando se imprime, y, por tanto, tuve que elevar la saturación. Y respecto a la inteligencia artificial, no le temo, será una herramienta más que uno tendrá, pero vamos a seguir haciendo lo que queremos. Esta historia pasó con la máquina de escribir -se pensaba que nunca más se escribiría a mano- o con la fotografía.

- Esa cosa del pasado está mucho en vos. En la batalla de Sardanápolo, por ejemplo.

- Siempre me gustó el neoclasisismo y lo romántico. Hay allí un gaucho en medio de esa batalla y se puede ver en el fondo el Museo de Guggenheim Bilbao.

Ejercicios

- Se trata de un análisis de producción. Seguramente, se plantea un cuestionamiento a lo que se está realizando o a una cierta incomodidad.

- Trabajamos con carbón y tiza blanca.

- También se plantea un trabajo colectivo pero individual, a la vez.

- Transparencia y Opacidad. Es un ejercicio sobre cómo manejar la luz y los colores.

- Pensar y reflexionar lo que para algunos es lo más básico,  que es conectar con las razones por las que quieren ser profesionales. Aprender a darse permiso para algunas propuestas diferentes.

- Como con conclusión se realizará una charla abierta en la Facultad de Artes.