Luis Miguel llegó a Argentina a mediados de la semana pasada, y con él arribó su pareja Paloma Cuevas, acompañada por sus hijas. La diseñadora disfruta de sus días en Buenos Aires casi en el anonimato aunque siempre acompañada de custodia.
Mientras los seguidores del cantante discuten si el que se presentó en el Movistar Arena durante estas noches es realmente el Sol de México o uno de sus dobles, la diseñadora española disfruta de las amenities del Hotel Faena, donde se aloja con él.
Al día siguiente de su llegada al país, Paloma salió de compras aunque nunca bajó de la camioneta que la transportaba y, tras conseguir el yogurt que quería degustar una de sus hijas, tuvo que volver con las manos vacías al no poder comprar el helado de marca internacional que le gusta al cantante.
Paloma Cuevas recorrió los barrios porteños
El primer día de shows, Paloma fue al Movistar Arena muy bien custodiada por el grupo de policías destinado a cuidar a la familia, y permaneció en un sector lateral. Esa misma noche Luis Miguel pidió comida por delivery a un conocido local de parrilla, que fue retirado por los custodios, ante la imposibilidad de concurrir allí a cenar con tranquilidad.
Al día siguiente, Paloma se sintió segura de poder salir con sus hijas a recorrer la ciudad, y por eso se dirigió a un conocido local llamado El Sanjuanino, pero se retiró de allí con consumir dado que había mucha concurrencia.
De esta manera, las tres mujeres decidieron dar un paseo por los barrios de Palermo y Balvanera. Paloma trató de entrar a un local de Patio Bullrich, pero al ver al paparazzi decidió retirarse muy malhumorada por no poder disponer de su tiempo, con tanto apuro que dejó a un custodio dentro.
Recién el sábado, día libre de recitales, Luismi pudo salir en pareja con Paloma y se dirigieron a una parrilla en Ezeiza, pero finalmente optaron por un local de sushi en Puerto Madero, con lo que despistaron a la prensa.