La guerra como “noticia policial” ¡Espeluznante!

La guerra como “noticia policial” ¡Espeluznante!

27 Febrero 2023

CARLOS DUGUECH

ANALISTA INTERNACIONAL

El mundo se ha venido acostumbrando a las guerras y a los guarismos que perfilan sus características y efectos con números excesivos, increíbles a veces. Monstruosos todos, como cuando al mencionar el Holocausto el número es atroz: 6 millones de personas asesinadas por la Alemania de Hitler. O como cuando se acuerda que el número de víctimas fatales de la Segunda Guerra Mundial (IIGM) es de 50 millones (se toma el “mínimo” en esta columna). O el “genocidio Tutsi” de Ruanda, en África, con crueldades de ambos lados (tutsis y hutus) en un sistema de castas diagramado por la colonialista Bélgica. Ejemplos en demasía para que ya no asombren los números de víctimas de las guerras y los genocidios.

Al cumplirse un año desde la invasión de conquista territorial de Rusia a Ucrania, Vladimir Putin se esforzó por imponer fronteras adentro y hacia el mundo que lo que lanzaba no era una “guerra”. Prohibió -obsérvese qué detalle- que la prensa de Rusia no debía dar cuenta de su acción guerrera (con ese calificativo). Una de las razones por las que el diario “Novaya Gazeta”, finalmente, cesó de informar fue la dura censura del régimen. El director Dmitri Muratov, Nobel de la Paz 2021, tuvo un gesto más que simbólico. Su medalla de oro del premio la puso en remate para generar fondos (que fueron cuantiosos) para los niños ucranianos. “El oro de Moscú para Ucrania”.

En su libro “Lugar común la muerte”, en el capítulo “Destrucciones”, Tomás Eloy Martínez transcribe palabras de un pescador, en el Parque de la Paz, Hiroshima: Parafraseando el texto que las rescata, puede decirse: “Las bombas no sólo cayeron sobre Ucrania sino también sobre la conciencia de Rusia. Ellos y nosotros salimos perdiendo en esta guerra”.

“Causas judiciales”

En enero, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) publicó cifras: 6.919 asesinatos en Ucrania y 11.035 heridos. Autores: ciudadanos rusos uniformados, militares y sicarios. Asesinatos con armas de fuego, premeditación y alevosía, y con repetidas reincidencias. Además de estas cifras (de adultos y niños), se constató destrucción de bienes inmuebles y amenazas. Ello obligó, según Acnur, la agencia de ONU para los refugiados, a más de 10 millones de personas a abandonar sus hogares.

Ante estos hechos “policiales” se “inician” tantas denuncias especificadas en cada caso que derivan en “causas judiciales”. ¿Cuántas? 6.019+11.035+2 millones (de los 10 millones que abandonan sus hogares se suponen grupos de cinco personas por cada hogar): 2.017.054 causas judiciales.

Ni hay jueces, ni fiscales, ni despachos judiciales suficientes, ni abogados necesarios para atender este tsunami judicial. Ergo, no podrá haber justicia sino para unos cuantos casos, probablemente, sin aseguramiento de plazos. Así caracterizada la invasión de las huestes de Putin, conforman una inconmensurable banda criminal. Que actuando mayoritariamente con alevosía sobre la población civil y dañando sus bienes y obligándola a huir para salvar la vida amenazada debe ser juzgada y condenada. Pero estos “casos policiales” son imposibles de juzgar y condenar, por lo expresado.

Este ejercicio de vincular la columna, imaginariamente, al ámbito policial no es ocioso. Sirve entroncar el sistema de la guerra con lo policial en cuanto a los efectos criminales sobre personas y bienes para generar la idea de lo que es toda guerra ofensiva. Acción deleznable. Criminal, en esencia. Contraria a la Humanidad toda, a la que se ofende. Aún a los que no la padecen y están lejos y hasta en las antípodas del teatro de la guerra.

Alberdi viene en auxilio para centrar un concepto brevísimo y de universal contundencia: “El crimen de la guerra” en su obra homónima. Y ni hablar de Wagner, esa “empresa privada de guerra” que contrató Putin, ¡Sicarios para matar ucranianos! Ése es Putin.

Guerra de un año

Los 141 países miembros de la ONU votaron el jueves último en una sesión extraordinaria de la Asamblea General (AG) la condena de la invasión de Rusia. Tal resolución que no tiene efectos vinculantes (como todas de la AG) muestra el abanico de los países frente al hecho de cumplirse un año de aquel 24 de febrero de 2022 cuando Putin ordenó la acción militar. Siete miembros mantienen la postura negativa, favorable a Rusia: Corea del Norte, Nicaragua, Mali, Eritrea, Bielorrusia y Siria. La Siria de una “guerra civil” (ya de 11 años, y “con “uniformes extranjeros”, como marcamos en una reciente columna). Conviene señalar, entre los países que se abstuvieron en la votación, a China. Ello hace suponer que en cualquier momento se corre como aliado de Rusia lo que -deducimos- sería el “peor negocio” de Xi Jinping, Un presidente dispuesto a conquistar lo más que se pueda en el mercado mundial de bienes y hasta de servicios. ¿Para qué? En pro del mejoramiento de las condiciones de vida de más de 1.420 millones de chinos. ¡Equivale a casi 31 veces la población de Argentina, nada menos!

La abstención de Bolivia ha generado en ese país fuertes controversias, que no se aplanan con el increíble juego de palabras del diplomático Diego Pary, que representó a ese país en la Asamblea. “La abstención -dijo- es no estar identificado con ninguna de las dos partes, significa seguir trabajando por el diálogo, por la paz, por la concertación, por ello es uno de los mecanismos pacíficos para la solución de controversias, en el marco del derecho internacional y la carta de la ONU”. Un trabalenguas bien salpicado de términos de uso y abuso para no decir sino lo contrario. O nada. Los votos negativos de Siria y de Corea del Norte, confirman a su vez, y en este orden: alianza con Rusia por sus servicios de bombardeos en Siria contra los revoltosos de la guerra civil. Y por Corea del Norte, apoyo a Putin, por nostalgias de la ex URSS. Kim Jong-un se quedó en la historia. El pronunciamiento mayoritario de la Asamblea General extraordinaria no dice otra cosa que lo que sugiere el título de la novela “Abajo las armas” de Berta von Suttner, una austríaca Nobel de la Paz (1905).

Especulación nuclear

Todo empezó con Ronald Reagan y Mijail Gorbachov. Después de varios encuentros, suscribieron un acuerdo nuclear muy elaborado, en diciembre de 1987; 32 años después, Donald Trump, en una de sus características “imperiales”, de la noche a la mañana (agosto de 2019) decidió abandonar el tratado de los “euromisiles”. Comparativamente, la reacción de los principales “popes” de los países centrales de la política global no fue tan alarmante como la que generó la decisión de Putin de abandonar el tratado nuclear Start con los Estados Unidos. Un dato a tener en cuenta a la hora de justipreciar conductas de unos y otros. Claro que la guerra en curso distorsiona los gestos, las voluntades. Y, sobre todo, la verdad de los hechos con una prensa a la que hay que arrimarse con mucha prevención para no caer en la trampa de aceptar todo los que manifiestan como verdad objetiva.

Estados Unidos vs. URSS

Con el desmembramiento del coloso soviético en 1991 Estados Unidos asume la ansiada posición de única superpotencia. A partir de entonces el establishment en función de gobierno alista los instrumentos para alcanzar lo más pronto posible ese estatus ansiado. La planificación de la defensa entre 1994 y 1999 es una documentación secreta del 18 de febrero de 1992 que, sin embargo, no impide que se filtre alguna parte. La publica el “New York Times”. Las fuertes críticas recibidas sobre la pretensión “imperialista” obligaron a revisar el documento, denominado “Doctrina Wolfowitz”, por el apellido del funcionario del departamento de defensa de Estados Unidos. Y menos de 60 días después, se publica en los medios, oficialmente, el remozado informe, corregidas las exageraciones imperialistas.

Para el caso vale citar un párrafo del nuevo formato: “Estados Unidos tiene un interés significativo en promover la consolidación democrática y las relaciones pacíficas entre Rusia, Ucrania y las demás repúblicas de la antigua Unión Soviética”, con lo que la versión filtrada sufrió un maquillaje diplomático para que no se le noten las intenciones de vocación dominante de única superpotencia de Estados Unidos.

La propuesta China

Se involucra China, que viene acercando hace días una propuesta de 12 puntos. Será materia de análisis en la próxima columna.

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