“Putin no es un Stalin moderno, pero hay una línea de continuidad entre su política y la zarosoviéti

“Putin no es un Stalin moderno, pero hay una línea de continuidad entre su política y la zarosoviéti

Patricia Kreibohm analiza las condiciones internas de Rusia, que le permiten a Putin justificar su esfuerzo de guerra en Ucrania La inteligencia ucraniana reveló que Vladimir Putin planea una lanzar una nueva ofensiva que coincidirá con el primer aniversario de la invasión

AUTORITARIO. El líder ruso, que el año pasado ordenó invadir Ucrania, habla durante una reunión en el Kremlin. AUTORITARIO. El líder ruso, que el año pasado ordenó invadir Ucrania, habla durante una reunión en el Kremlin. REUTERS
03 Febrero 2023

Hernán Miranda

Para LA GACETA

“Putin dio la orden de capturar los territorios de las regiones de Donetsk y Luhansk para marzo”, declaró al “Kyiv Post” Andrii Chernyak. Se trata del representante de la Dirección Principal de Inteligencia del Ministerio de Defensa de Ucrania.

De confirmarse esto, habrá que esperar una nueva ofensiva de las tropas rusas en las próximas semanas.

Bajo ese marco, el ministro de Defensa de Ucrania, Oleksiy Reznikov, advirtió que la nueva ofensiva podría empezar el 24 de febrero, coincidiendo con el primer aniversario de la invasión, y ha afirmado que Moscú ha movilizado medio millón de soldados. “Creemos que, dado que ellos (los rusos) viven en lo simbólico, intentarán algo en torno al 24 de febrero”, dijo Reznikov en declaraciones a la cadena de televisión francesa BFM TV.

“No hay que subestimar al enemigo”, señaló. Agregó que, si bien Moscú ha anunciado oficialmente la movilización de 300.000 personas, “por lo que se ve en las fronteras, las estimaciones apuntan a que son muchos más”. Por eso, se cree que pueden intentar una ofensiva en dos ejes. “Podrían ser el Donbás y el sur”, aventuró.

“No podemos perder la iniciativa”, argumentó el funcionario, que ha reiterado que “son necesarias armas para contener al enemigo, dado que todo en la guerra depende de la iniciativa”.

Rusia logró recientemente tomar Soledar, en el este de Ucrania, el primer éxito de las fuerzas rusas en muchos meses. Además, Moscú ha anunciado durante las últimas semanas diversos avances territoriales en la región de Donetsk, situada en el este del país, y sus tropas avanzan hacia la estratégica localidad de Bakhmut.

En septiembre, Putin anunció la anexión de las regiones de Donetsk, Lugansk, Kherson y Zaporizhzhya, todas ellas parcialmente ocupadas desde el inicio de la invasión. El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, afirmó ayer que el deseo es que el conflicto termine, pero recalcó que lo importante no es el marco temporal en que esto suceda, sino la calidad del resultado para Rusia.

“Todos queremos que esto termine, pero no es el factor tiempo el que importa aquí, el factor esencial es importante aquí, el factor de la calidad de los resultados que ofrecemos a nuestra gente (...)”, señaló en una entrevista con la televisión pública Rossía-24 y la agencia oficial RÍA Nóvosti.

“Nuestra tarea, la tarea de los diplomáticos, la tarea sobre todo de nuestros militares es resolver los problemas más importantes para garantizar nuestra independencia, velar por los intereses de nuestra cultura, por esa gente que quiere ser parte de la cultura rusa, probablemente no piensen en cuándo terminará. Les mueve el deseo de hacer su trabajo con precisión, rapidez y sin pérdidas, o mejor dicho, minimizando las pérdidas”, dijo.

Lavrov recalcó: “cuanto más armas de largo alcance suministre Occidente al régimen de Kiev, más lejos será necesario alejarlas del territorio ruso”.

Mientras Rusia congrega su poderío militar en la provincia ucraniana de Lugansk, en el este del país, Kiev sospecha sobre la ofensiva que se prepara en la región oriental en las próximas semanas, ante la cercanía del primer aniversario de la invasión rusa. La invasión de Rusia a Ucrania cumplirá el 24 de febrero un año. La historiadora e internacionalista Patricia Kreibohm analiza las condiciones internas de Rusia, que le permiten a Putin justificar su esfuerzo de guerra en Ucrania.

- ¿Cuáles son los métodos que ha utilizado Vladimir Putin para establecer y sostener su hegemonía?

- Al principio más que discursos hubo acciones. Se mostró como un hombre pragmático y firme. Por ejemplo, terminó con la guerra en Chechenia, cuya capital fue prácticamente destruida. En política económica, implementó lo que los autores llaman “la vertical del poder”, que consistió en subordinar a su voluntad a todos los oligarcas que habían surgido en la década del 90, y, favorecido por el incremento de los precios del grano y el petróleo, lideró un período de gran crecimiento entre 2002 y 2010. Eso es real: él hace de Rusia una potencia energética y también hace más eficientes las empresas. Pero a partir de ahí está la parte discursiva, según la cual Rusia tiene que volver a ocupar el lugar de superpotencia que le corresponde y tiene derecho a recuperar su influencia sobre el exbloque soviético. De manera que el discurso, acompañado de las acciones, tendió a defender el interés nacional y devolverle a Rusia no solo su poder sino también su dignidad y su autoestima.

- ¿La población rusa añoraba los años del imperialismo soviético?

- Sí hay nostalgia, sobre todo en la generación que tiene más de 50 años. Es una nostalgia que está vinculada a una forma de vida, al hecho de que era el Estado el que te proveía varias cosas y te permitía vivir una vida relativamente tranquila. Por supuesto, vivían con muchas carencias y limitaciones, pero todo lo que percibimos nosotros de la KGB y la Guerra Fría les llegaba a través de las versiones oficiales. Entonces hay mucha gente grande que se ha sentido muy angustiada por el cambio brusco hacia el capitalismo y la economía de consumo. Y aunque a la juventud le gusta vivir como vive, jóvenes y viejos comparten un fuerte nacionalismo y un sentimiento que de alguna manera reflejan los discursos de Putin. Por eso hay vastos sectores de la población que apoyan la política de Putin en Ucrania: porque consideran que lo que él está haciendo en realidad es una respuesta a las acciones previas de Occidente, que supuestamente han puesto en jaque a Rusia o han hecho que quede en una posición de vulnerabilidad que ellos no están dispuestos a aceptar.


- ¿Hay alguna conexión entre la política interna de Putin y el pasado soviético?

-Sí. Desde el punto de vista político, el de Putin es un Gobierno autoritario. En realidad, es más moderado que los anteriores, porque el de la Unión Soviética era totalitario y el del zarismo era tiránico, pero no deja de ser un autoritarismo en el cual se establecen los parámetros bajo los cuales se va a regir la convivencia. El sistema es absolutamente rígido y duro. Ahí no hay manifestaciones en las calles, la oposición es perseguida y reprimida, la gente no habla de temas políticos con facilidad. Está habituada al miedo, a que el que hable de más pueda recibir consecuencias. La gente es cuidadosa porque ha recibido muchos garrotazos a lo largo de la historia.

- Teniendo en cuenta ese autoritarismo y el imperialismo, ¿tiene sentido comparar a Putin con Iósif Stalin?

- Sería simplificar el asunto. Aunque es cierto que los dos han sido nacionalistas y han tratado de preservar o fortalecer su imperio, esa no política no es original de Stalin sino que viene de la época de los zares. La comparación es además un poco problemática porque hay que hacer muchas salvedades: con Stalin estamos ante una de las figuras más duras, más cruentas, de la historia contemporánea. Yo diría entonces que Putin no es un Stalin moderno, pero hay una línea de continuidad entre su política exterior y la zarosoviética.

- ¿Cuáles son entonces los puntos principales de esa línea de continuidad?

- Rusia es un imperio euroasiático que ha crecido y se ha fortalecido a lo largo de los siglos. Se destacan sobre todo las acciones de dos zares, Pedro I y Catalina II, que no solo consolidaron sus dominios territoriales sino que le dieron a Rusia un peso específico en el concierto de las naciones. Desde entonces los rusos han pensado que son una gran potencia y que tienen que ser parte de lo podríamos llamar los Estados hegemónicos del mundo. Eso fue así con los zares y siguió siendo así en la época del comunismo, más allá de que el marxismo leninismo repudiaba el nacionalismo. Con Stalin se trató de expandir, con una ideología absolutamente opuesta a la del zarismo, la política pragmática de extensión territorial y de control de las poblaciones. Y después de la caída de la Unión Soviética y del revuelo de los 90, de alguna forma Putin recupera esa línea y vuelve otra vez al planteo de que Rusia debe tener un lugar relevante en las relaciones internacionales, y a partir de ahí esta política de que no vamos a confrontar si no es necesario pero vamos a atender lo que consideramos nuestros intereses vitales de seguridad.

PERFIL

PATRICIA KREIBOHM

Patricia Kreibohm (San Miguel de Tucumán, 1959) es historiadora y magíster en Relaciones Internacionales (RRII). Está a cargo de las cátedras de Historia Contemporánea e Introducción a las RRII en la UNSTA. En 2019 fue becada para estudiar durante cuatro meses en Moscú.

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